La cara oscura
En cierto modo, todos somos peatones, casi todos somos automovilistas y muchos, a estas alturas no sé si la mayoría, somos ciclistas. Digo “en cierto modo” porque me parece un error considerar cualquiera de esos términos como una especie de condición, algo que cataloga a la persona que va andando, en coche o en bicicleta. Después de décadas sin montarme en una bici, hace unos cinco meses me regalaron una de carretera y le he cogido el gusto. Todo me resulta un descubrimiento porque nunca había llevado una bici de carretera. También ha sido una experiencia nueva ir por un carril bici. Hago unos 100 km a la semana por ese tipo de vía, una pequeña parte por ciudad y la mayoría, por carriles interurbanos. Cuando los dejo para salir a la carretera, para circular entre coches en vez de entre bicis, me siento más seguro.
Si cree que esto es un escrito “contra los ciclistas”, se equivoca. Entre otras cosas, porque no creo que existan “los ciclistas”. En cierta ocasión, mientras esperaba que se pusiera en verde el semáforo para peatones y ciclistas, veía como otras personas en bici cruzaban en rojo, incluidos padres con niños. Un ocasional compañero de semáforo, el único conmigo que esperaba al verde, se volvió para decirme “lo malo es que nos meten a todos en el mismo saco”. Tenía razón, esos sacos son completamente inútiles para comprender el problema y tratar de solucionarlo. Hay conductas responsables o irresponsables, atentas o distraídas, bien o mal educadas. No veo una correlación entre cualquiera de esas actitudes y el vehículo que se maneje, pero sí creo que hace falta concienciar a los que van en bici tanto como a los que van en coche.
Efectivamente, una conducta irresponsable en coche es más peligrosa que en bicicleta. Y, desde luego, el riesgo que hemos decido correr quienes vamos por la carretera en bicicleta es mayor que si fuéramos en coche. Así que ahora le explico por qué me siento más seguro entre coches.
Para empezar, no circulo por cualquier carretera en cualquier momento. Por ejemplo, solo voy por carreteras de montaña sin arcén entre semana, para evitar a esos domingueros que invaden en el carril contrario sencillamente porque no saben coger el volante. He comprobado que, incluso los fines de semana, por carreteras donde abundan los ciclistas ya es normal que se respete el metro y medio de distancia.
Vamos al carril bici. En estos meses, he adquirido una formidable experiencia en ser adelantado por otros ciclistas. Es relativamente normal que alguno me pase literalmente rozando, bien cuando me adelanta un grupo o bien cuando el grupo se acerca de frente. Veo cómo algunos entran en curvas ciegas o en túneles oscuros como si no pudiera venir nadie en sentido contrario. Hay quien va como si se estuviera jugando el contrato en una contrarreloj por sitios donde también circulan “mataos” como yo o, peor, niños que aún están aprendiendo a montar. Puede que alguien piense que no son sitios para que vayan niños, por la diferencia de velocidad. Eso mismo sostienen algunos sobre las bicicletas y los coches.
Comentaba el médico de una ambulancia de asistencia en carretera que le ha sorprendido el número de accidentes graves en cierto carril bici de la Comunidad de Madrid. A mí me sorprende que no haya más. Por cierto, por si sirve de algo: ese mismo médico reclamaba que hubiera más accesos con coche al carril bici, porque en ocasiones tardan mucho en llegar al accidente.
Los movimientos reivindicativos de derechos legítimos a menudo producen excesos, desde el societarismo en el siglo XIX hasta la lucha contra cualquier forma de discriminación en la actualidad. Los eventuales excesos no desautorizan esa reivindicación, son un mal menor si es que llegan a ser un mal. Soy consciente de que, si ahora me siento relativamente seguro en carretera con la bici, es por la presión de grupos de ciclistas. Pero esto no es una historia de buenos y malos, de víctimas y verdugos. Nos queda mucho que mejorar, también entre los que, a veces, vamos en bici.
La mayor parte de los problemas de seguridad vial radica en la actitud de las personas, no en el tipo de vehículo