Híper aceleración
Entramos, por primera vez, en la era de los treinta millones de coches producidos al año, lo que por entonces supone súper población de automóviles, años con aún poca infraestructura y donde empieza a surgir una nueva visión de la energía, que tendría gran impacto debido a la crisis del petróleo de inicios de los 70, momento en el que empezarían a surgir los primeros vehículos eléctricos de carácter experimental, como el Mazda Chantez presente en Ginebra de 1973. Si bien, y aunque el sector se volcó en fabricar automóviles con nuevos estándares energéticos, la década del 70 al 80, a "vista de Salón", estuvo marcada por automóviles grandes o prestacionales. Alpine 310, Lamborghini Countach —no, no todo fueron tractores—, Ferrari 356, Maserati Bora, Opel GT/J o Monteverdi 4 puertas fueron, por ejemplo, las principales novedades del año 71. Ford Granada o Toyota GT lo fueron en el 73, año en el que Audi lanza su primer modelo 80, toda una revolución por su concepto de arquitectura modular. Año también en el que el Passat inicia una nueva era en VW, Ford lanza el Granada o Nissan y Volvo se lanzan a exponer vehículos experimentales en seguridad activa y pasiva. A mitad de década, VW presenta su icónico Golf; España da un golpe de efecto en la lucha por los mercados europeos, saliendo de la era 133 para acceder a la de un mucho más moderno 127, presente en la muestra de 1974 y regresando en 1977 con un espectacular 132 2000, compartiendo stand con el Seat 1200 Sport y pabellón con el todopoderoso Porsche —y auténtico— 928. Algo estaba cambiando, y a pasos acelerados. Volvo pretendía establecerse entre las series pequeñas con el 343, mientras que Toyota lo hacía con el Starlet. Y BMW consolidaba sus coupés deportivos con la serie 6 y su modelo 630 CS, presentado prácticamente al lado de la segunda generación del Ford Capri. Ha sido también la década del Ford Fiesta, del motor 5 cilindros de Audi, la especialización de Saab en motores turbo, la fabricación del BMW M1 y, sobre todo, cuando Audi presenta uno de esos coches que separan la no siempre delgada línea roja de la era moderna del automóvil: el Audi Quattro con tracción a las cuatro ruedas, expuesto en el Salón de 1980.