LA BAJA TEMPERATURA NO NOS IMPIDIÓ DISFRUTAR DE UN GRAN DÍA MUY "R"
km/h, hice un "quita miedos" levantando el pie en línea recta ( perdí 18 km/h) para luego dar gas a fondo de nuevo, asentar la trasera y meter dirección: ni se inmutó, poniéndome las cosas muy fáciles a pesar de la alta velocidad. De nuevo muy buena tracción en la Hípica, en tercera, y de ahí directo a la bajada a Bugatti. Llegué al punto más crítico del circuito a 163,7 km/h, frené un poco menos que en las vueltas de calentamiento y entré de nuevo con el pie a fondo, esta vez a 137,5 km/h. A pesar de la bajada de velocidad, tuve que ir sujetando la trasera con la dirección más de lo que esperaba, esto con buena temperatura no pasa. Con todo, el Civic llegó abajo a 164,3 km/h, me dejó frenar en línea recta y pude coger el vértice sin problema. ¿He dicho ya que estoy enamorado de este coche? Pues la forma de pasar esta curva es uno de los motivos. Buena pasada por Monza, que me permite ir a fondo por la curva de mi querida María de Villota a 130,5 km/h para encarar la recta final. TIEMPAZO. Al final hice 1’54’04 que, viendo las difíciles condiciones y mi prudencia en las zonas rápidas, considero un tiempo muy bueno. Hablo con Sergio para que me dé información sobre su vuelta mientras nos sacan los datos del ordenador y lo primero que me suelta es “al principio las ruedas estaban tan frías que pasé la primera curva subvirando”. Definitivamente, los moteros están hechos de otra pasta. En un circuito en el que la moto hubiese sido un mínimo de diez segundos más rápida en condiciones normales, al final rodamos prácticamente en el mismo tiempo. Eso sí, mientras yo frenaba a 218 km/h a final de recta, él lo hacía a 260 km/h; no re-
cuerdo haber rodado en un coche de calle en el que se frenase a 260 en este circuito.
De todo esto se pueden sacar muchas conclusiones. Con el Type R he batido el récord que tenía en el Inta con un tracción delantera, un circuito ratonero que se parece más a un puerto de montaña. También he ido más rápido de lo que inicialmente imaginaba en el Jarama. Mi mentalidad a la hora de dar la vuelta fue la de rodar con seguridad y divertirme, por lo que no esperaba bajar a 1’54. No me atrevo a dar un tiempo aproximado al que se podría llegar, pero estoy seguro que en un día normal y con el coche en condiciones de serie se podría bajar entre segundo y segundo y medio sin problema, quizá algo más. El motor corre mucho, pero el secreto no está ahí. Se encuentra en cómo entrega la potencia al suelo y cómo esto lo acompaña de un bastidor de una elevada calidad deportiva, que frena y pasa por curva como un coche de carreras. Y lo mejor es que luego sale del circuito y te lleva a casa con un relativo confort sin dar muestras de agotamiento mecánico. Desde el primer Type R, aquél NSX del 92 120 kg más ligero a este Civic han pasado 26 años en los que la evolución de los sueños de Honda siguen dando como resultado coches pasionales, y eso que la palabra pasión es difícil encontrarla en los tiempos que corren.