La génesis del Diesel
El ingeniero alemán Rudolf Diesel obtiene el 23 de febrero de 1893 la patente para un motor de combustión interna que trabaja sin bujías y que dispone de autoencendido. Curioso el calificativo que obtiene en su certificación en aquel entonces de “máquina térmica racional”. Nunca vería cumplirse Diesel el sueño de sus motores funcionando en vehículos de serie ya que murió en 1913 y el primer camión en ofrecerlo sería el Benz 5K3 en 1923. Si lo que buscamos es el primer automóvil con motor Diesel nos tendremos que ir a 1936, a un Mercedes-Benz 260 D presentado en el Salón del Automóvil de Berlín. El motor que alimentaba este modelo era un 2.6 de 45 CV que consumía 9,5 l/100 km de media –un motor de similar rendimiento y prestaciones en gasolina sobre una carrocería del mismo tamaño que el 260 D consumía 13 litros-, añadiendo a su lista de ventajas la fiabilidad y larga duración de la mecánica, aunque a cambio eran más pesados –el motor se somete a mayores fuerzas debido a la mayor compresión generada en los cilindros, lo que obliga a buscar refuerzos que aumentan pesos e inercias que terminan provocando desequilibrios en el motor-.