MERCEDES E CABRIO 220D
Más sofisticado que el coupé en el que se basa, el descapotable del Clase E ofrece soluciones para todo.
MERCEDES SIEMPRE HA
tenido una gran tradición de modelos descapotables, pero también un impresionante historial en cuanto a innovaciones tecnológicas. Si juntamos ambos factores, el resultado puede ser tan interesante como el Clase E Cabrio de esta prueba, un modelo que, a base de equipamientos opcionales, puede alcanzar un nivel de sofisticación al alcance de muy pocos. En la información facilitada a la prensa durante su lanzamiento, una de las cosas que promete la marca alemana es su elevado confort en prácticamente todo tipo de condiciones, haciendo hincapié en la estudiada climatización y sistemas para minimizar las turbulencias dentro del habitáculo, algo que le convierte en un descapotable perfectamente utilizable incluso en fríos días de invierno. Y esto es precisamente lo que hemos querido comprobar, aprovechando las últimas nevadas caídas en Madrid y el entrenado ojo de nuestro fotógrafo sueco en estos escenarios.
Debido al aumento de peso, fruto de los refuerzos estructurales, el cabrio no se siente tan dinámico como el coupé equipado con esta misma motorización. Son 92 kg de diferencia, según nuestra báscula, que perjudican sobre todo al consumo y al comportamiento en caso de llevar a cabo una conducción de talante muy deportivo, aunque mantiene el tipo en las aceleraciones y recuperaciones. En general las diferencias son sutiles, sin embargo la calidad de rodadura se ve afectada, ya que al pasar sobre baches pronunciados y socavones, el Cabrio resulta algo más seco, y las pequeñas irregularidades de la carretera se perciben más, debido a una mayor rigidez de suspensiones que también se nota a alta velocidad. Seguramente
la suspensión neumática opcional logre eliminar esta sensación, que nos habría llamado menos la atención si no hubiéramos probado antes el coupé, que resulta todavía más equilibrado. Al igual que en el coupé, la suspensión de serie, equipada por nuestra unidad, está rebajada 15 milímetros respecto a la berlina y dispone de amortiguadores variables pasivos que, sin hacer uso de electrónica, varían su dureza en función de la amplitud de movimientos de la carrocería. SEGURO Y EFICAZ.
El comportamiento, sin ser deportivo, resulta muy noble y ágil para el tipo de coche que es. Aguanta ritmos altos sin rechistar, siempre con unas reacciones de lo más progresivas y neutras, que se mantienen incluso cuando aceleras o frenas en plena curva. Cuanto más rápido vas, menos protagonismo adquieren sus dimensiones, pues la alta precisión de guiado está presente en todo momento, también sobre asfaltos que no son perfectamente lisos, típicos de reviradas y estrechas carreteras de montaña. La dirección, muy filtrada, casi no informa de lo que ocurre bajo las ruedas, pero en caso de acercarnos a los límites del bastidor, la electrónica “supervisa” la situación y aplica frenos de manera selectiva en las ruedas necesarias, de forma preventiva y evitando que el coche se desvíe de la trazada lo más mínimo, y haciéndonos notar que el margen de agarre de los neumáticos se está aproximando. Esta intervención se realiza con total suavidad, sin el menor sobresalto y sin reducir el confort de marcha, brindando mucha sensación de seguridad y confianza. Para superar el límite de adherencia y que el ESP tenga que intervenir de manera más férrea hay que empeñarse un poco más, y aun así el coche mantiene sus neutras y progresivas reacciones, precedidas de un discreto chirriar de los neumáticos, que es el verdadero aviso de que el límite de agarre está cerca. La conservadora electrónica impide que aparezcan excesivas inercias, por lo que solamente a la hora de frenar con intensidad intuimos el verdadero peso del coche. Mantiene el mismo diámetro de discos de freno que el coupé y, a medida que se suceden las apuradas de frenada, las
distancias se alargan ligeramente. Como ejemplo, en el paso de 140 a 0 km/ h, nuestro Centro Técnico ha medido 72,6 metros en la primera frenada, 74,5 m en la segunda y 75,6 m en la tercera, aunque también es cierto que el uso prioritario de un descapotables no debería ser deportivo, sino para disfrutar de placenteros desplazamientos a cielo abierto. CONFORT A 5º BAJO CERO. La capota tarda unos 20 segundos en abrirse o cerrarse de manera totalmente automática, y se puede accionar en marcha hasta 50 km/ h, o desde fuera del coche con el mando a distancia. Está inspirada en la del Clase S Cabrio y se puede elegir en colores marrón oscuro, azul oscuro, rojo y negro. En su estructura cuenta con piezas de magnesio, acero y fundición inyectada de aluminio, algo que ahorra 8 kg respecto a si estuviera realizada únicamente en acero. Su calidad de realización se podría resumir con un dato: con ella puesta, el Clase E Cabrio es todavía más silencioso que el coupé (68,1 decibelios medidos en el habitáculo a 140 km/ h, frente a 69 de su hermano cerrado). Es una cifra muy baja, que permite escuchar hasta el leve sonido del viento en la zona de los retrovisores, mantener el volumen de la radio muy bajo y conversar con el “manos libres” sin necesidad de elevar la voz. También aísla perfectamente del frío. Otra cosa que está muy bien resuelta es la protección aerodinámica cuando circulamos descapotados. No es que estemos dentro de una burbuja, pues algo de viento entra,
LOS FAROS MULTIBEAM, CADA UNO CON 84 DIODOS LUMINOSOS, SIGUEN SIENDO UNA INVERSIÓN MUY INTERESANTE
pero no hay turbulencias y, gracias a una estudiada climatización, asientos calefactados y elementos como los sistemas AirScarf ( bufanda de aire) y AirCap (un deflector escamoteable sobre el marco del parabrisas), junto con un paravientos trasero eléctrico, se consigue bastante control del flujo aerodinámico, sobre todo para un cabrio con tanta superficie descubierta. El poco viento que llega al habitáculo no molesta, y es el mismo a 60 km/ h que a velocidades que aquí no confesaremos.
Por su parte, el climatizador se adapta automáticamente según el coche está con la capota o sin ella, e incluso cuenta con una función específica que actúa durante la fase de apertura. En cuanto al AirScarf, ya no suena como un secador de pelo apuntando directamente a tu nuca, sino que resulta de lo más silencioso en cualquiera de sus tres intensidades y, la única pega que se le puede poner, es que no se desactiva automáticamente al poner la capota. Por lo tanto, no es ninguna locura llevar el cielo por montera incluso en invierno, sobre todo si hace sol. Durante nuestra sesión de fotos llegamos a ver -5 ºC en el termómetro, aunque lo ideal para ir cómodo y sin el abrigo puesto son unos 10 ºC, que no está nada mal.