Autopista

ERRE QUE ERRE

- TERESA DE HARO tdharo@mpib.es

Es que es matemático, en cuanto hay un repunte puntual en las cifras de siniestral­idad, ¿cuál es la primera solución que pone sobre la mesa la DGT? Pues lo de siempre: bajar la velocidad. Plantean un recorte de 100 a 90 km/h en el límite de velocidad en ciertos tramos de carretera. Y es que parece que lo más sencillo en estos casos es echar la culpa a los conductore­s: en España se corre mucho. Sí, y también se corre en Alemania, pero aquí el problema no es la velocidad. Se pasan por alto otros problemas, quizás más graves, como son que contamos con un parque automovilí­stico muy viejo y que algunas de nuestras carreteras, esas por las que circulamos todos los días, dejan mucho que desear en cuanto a conservaci­ón.

Por cierto, que este tema de la velocidad, que viene de lejos y es muy recurrente, siempre se trata en una sola dirección. ¿Por qué no se suben los límites en aquellas vías que se encuentran en "buenas condicione­s"? Porque como bien dice el director de Tráfico, Gregorio Serrano, "muchas veces no hay coherencia entre la velocidad y el tipo de vía y si el ciudadano ve la vía en buen estado, no entiende una velocidad excesivame­nte baja, y al revés".

Además, pasan por alto que en muchas ocasiones el problema no radica en una velocidad excesiva, sino en una velocidad inadecuada para las condicione­s de la vía en un determinad­o momento, ya sea por lluvia, hielo, niebla, curvas peligrosas...

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