ERRE QUE ERRE
Es que es matemático, en cuanto hay un repunte puntual en las cifras de siniestralidad, ¿cuál es la primera solución que pone sobre la mesa la DGT? Pues lo de siempre: bajar la velocidad. Plantean un recorte de 100 a 90 km/h en el límite de velocidad en ciertos tramos de carretera. Y es que parece que lo más sencillo en estos casos es echar la culpa a los conductores: en España se corre mucho. Sí, y también se corre en Alemania, pero aquí el problema no es la velocidad. Se pasan por alto otros problemas, quizás más graves, como son que contamos con un parque automovilístico muy viejo y que algunas de nuestras carreteras, esas por las que circulamos todos los días, dejan mucho que desear en cuanto a conservación.
Por cierto, que este tema de la velocidad, que viene de lejos y es muy recurrente, siempre se trata en una sola dirección. ¿Por qué no se suben los límites en aquellas vías que se encuentran en "buenas condiciones"? Porque como bien dice el director de Tráfico, Gregorio Serrano, "muchas veces no hay coherencia entre la velocidad y el tipo de vía y si el ciudadano ve la vía en buen estado, no entiende una velocidad excesivamente baja, y al revés".
Además, pasan por alto que en muchas ocasiones el problema no radica en una velocidad excesiva, sino en una velocidad inadecuada para las condiciones de la vía en un determinado momento, ya sea por lluvia, hielo, niebla, curvas peligrosas...