CALIDAD Y CHASIS TIENEN EL AUTÉNTICO SELLO DE FORD
potencia máxima, 3.600 rpm, y que tampoco destaca por tener mucha fuerza al bajo régimen ya habitual de motores equivalentes. Es a partir de 1.600 rpm donde demuestra toda su vitalidad, desde ahí con gran suavidad. El margen operativo no es muy amplio, pero EcoSport tiene un as en la manga que permite sacar un magnífico partido del motor. Un cambio extraordinariamente delicioso y muy bien ajustado que da gusto usar. La primera marcha muy corta aporta facilidad para superar zonas mínimamente complicadas fuera del asfalto, y aunque usa una sexta marcha más de fuerza que de economía, al motor le cuesta cierta dificultad mantenerla. Claro que esta versión no es precisamente un peso pluma, y esos kilos de la transmisión se han notado más claramente en aceleración y consumos que en comportamiento dinámico. RIGUROSO. La tracción total conlleva otro cambio técnico respecto a las versiones 4x2: un diseño más elaborado del tren posterior. Pese a la corta batalla, el EcoSport es, en cualquiera de sus versiones, un coche con una alta estabilidad lineal, mientras que los 4x4 mantienen la agilidad de aquellos y añaden una superior precisión de conducción, más aún en esta versión con ajustes de amortiguación —y dirección— con firmeza digna de SUV deportivo, aunque, eso sí, en más de una ocasión te resultarán algo secas. Muy divertido pero siempre con reacciones naturales, pisar el campo supone descubrir su otra gran cualidad: la enorme robustez de coche y, especialmente, de acabados. Claro que tampoco se puede pedir menos cuando la factura de este EcoSport probado no guarda, precisamente, relación con su talla.