HONDA CR-V
Cuando muchos de sus rivales aún se encuentran en su segunda generación, Honda estrena la quinta entrega de la saga CR-V con especial hincapié nuevamente en habitabilidad, versatilidad y parte de toda la tecnología vista en el último Civic.
Probamos la nueva generación.
UN SUV EN EL QUE PRIMA UNA VEZ MÁS SU GRAN HABITABILIDAD Y VERSATILIDAD
CUANDO EN 1995 HONDA PRESENTÓ EL CR-V la gran mayoría de coches con este tipo de carrocerías ofrecían chasis de largueros y travesaños con reductora en lugar del más ligero monocasco. 23 años más tarde presenta la quinta generación del que hoy es uno de sus modelos más importantes.
Por fuera apenas varían sus dimensiones, con la misma longitud, 3,5 cm más de anchura mientras rebaja su altura en medio cm. Su batalla crece 3 cm, que benefician su habitabilidad y la sensación óptica de ver un coche más grande, con un corto voladizo trasero. A lo que también contribuyen sus pasos de rueda más anchos y ruedas de mayor tamaño (225/65R17, 225/60R18 o 225/55R19). Faros y pilotos cuentan de serie con tecnología led. Sus aptitudes todoterreno mejoran con una mayor altura libre al suelo —con 35 mm más, 191 en 4x2 y 201 en 4x4— mientras la tracción total por embrague multidisco con motor eléctrico que controla una bomba hidráulica se ha mejorado; siendo capaz de mandar par al tren trasero desde el momento de la arrancada, con un máximo del 60 por ciento, o liberarlo de esfuerzo para ganar eficiencia.
AÚN MÁS ESPACIOSO.
En su interior, la principal novedad es la posibilidad de contar con 7 plazas. Con una tercera línea de asientos abatibles que además configuran una segunda con banqueta trasera deslizante 15 cm y asientos en los que se pliega su respaldo y abaten hacia delante para un acceso que requiere cierto esfuerzo en su manejo. Más apropiadas para niños, hay espacio justo para un adulto con una altura alrededor de 1,75 m, aunque con el guarnecido del techo prácticamente rozando la cabeza y con las rodi- llas muy elevadas. Son, como en la gran mayoría de sus rivales, plazas de uso ocasional. Nada que ver con la gran amplitud disponible en la segunda fila, con 5 cm más para las piernas que antes. Convence más la flexibilidad de los 5 plazas, que a pesar de no tener la banqueta corrediza cuenta con unos asientos que se abaten fácilmente —incluso desde unos mandos en el maletero— para configurar una superficie de carga completamente plana que enrasa también con la boca de carga gracias a una bandeja para el piso del maletero que se puede situar a dos alturas. En cuanto a capacidad, aunque pierde 28 litros respecto a su antecesor, sigue situándose entre los más grandes.
La nueva plataforma sobre la que se sustenta el CR-V parte de la del Civic, pero con profundas modificaciones para implementar la tracción total. Por primera vez emplea en su estructura aceros de ultra alta y alta resistencia en mayor proporción, con lo que su rigidez torsional aumenta un 25 por ciento. Al volante se siente más dinámico y preciso, pero también más confortable, a lo que ayudan sus nuevas suspensiones, que continúan con esquema McPherson y multibrazo pero no recurren a una opcional amortiguación pilotada. También estrena dirección de desmultiplicación
variable, no muy rápida a pesar de sus 2,3 vueltas pero con buen tacto.
TODO AL GASOLINA.
El único motor disponible en 2018 será el 1.5 VTEC T del Civic, con doble árbol de levas accionado por cadena, turbocompresor —que cambia respecto al del compacto—, intercooler y distribución variable en admisión y escape. Entre sus exquisiteces sobresalen los árboles de levas huecos, las válvulas rellenas de sodio o revestimientos de baja fricción. Disponible con 173 CV y 220 Nm para las versiones con cambio manual y 193 CV y 243 Nm para las de cambio automático de variador continuo CVT. El manual procura un exquisito tacto por suavidad y precisión, mientras el rediseñado CVT destaca por su refinamiento con bajas cargas de acelerador, pero resulta poco satisfactorio en conducción dinámica por resbalamiento; a pesar de contar con 23 Nm más. Al menos ofrece una función Sport en la que responde con mayor celeridad que además permite manejo manual con 7 puntos fijos. Es cierto que se echa en falta el par del anterior Diesel i-DTEC, pero resulta más silencioso — con sistema de cancelación activa de ruido a través del equipo de audio—, suave y divertido de conducir. También sorprende su bajo consumo, incluso con continuos cambios de ritmo.
Otros puntos fuertes serán su garantía de 5 años sin límite de km así como el paquete Honda Sensing de serie, que engloba los sistemas electrónicos de ayuda a la conducción.