RENAULT EZ-ULTIMO, MOVILIDAD FUTURA
Hasta ahora el negocio de los fabricantes de coches era "solo" eso. En el futuro, el coche no será el fin, sino un medio para proporcionar servicios de movilidad... y otros muchos, integrando para empezar servicios audiovisuales o formativos.
MIRAS POR LA VENTANILLA MIENtras llevas activada la función "topografía" y te aparece, como flotando, el nombre de ese pueblo que ves al fondo, la denominación de ese valle, aquel río o esos picos. Si apuntas con el dedo en unas zonas resaltadas, el sistema de audio te devuelve, incluso solo para ti, explicaciones de aquello que ves, casi personalizadas, al ritmo de la carretera. Esos viajes virtuales a través de las imágenes de Google StreetView o de Goolge Earth que a algunos les gusta hacer desde el ordenador de casa, se podría dar al revés: una vivencia real, a bordo de un Renault. Ahora se revela cuál era la intención de Renault cuando adquirió una participación en el grupo francés Challenges, empresa dedicada a la creación de contenidos editoriales. Acaban de presentar AEX, acrónimo inglés de "Experiencia Editorial Aumentada", y prevén que en 2020 se pueda ofrecer en sus vehículos. Ni siquiera hará falta que se consiga la conducción autónoma plena para que se pueda ofrecer a los ocupantes una experien-
cia más gratificante de la movilidad, con contenidos premium. Los equipos de Challenges crean revistas y contenidos de economía, historia o ciencia, algunos traducidos en nuestro país, como por ejemplo "investigación y Ciencia". La idea es facilitar un contenido interactivo, fiable, que pudiera permitir una experiencia incluso conversacional, contextual, según la localización e intereses del momento. Naturalmente, para ello hará falta una conectividad continua, una buena integración en internet, que se espera que las redes 5G faciliten. Conectado a la nube y con el empleo de inteligencia artificial dice Renault que el vehículo se convertirá en un espacio interactivo y personalizado "para convertir el tiempo de desplazamiento en una experiencia de aprendizaje y un viaje más allá del propio destino".
Mucho más allá. Tras este concepto, Renault puede estar imaginando bastante más. No hace mucho, nos pudimos subir a un prototipo de conducción autónoma de Renault, equivalente a la base mecánica del futurible Renault Symbioz. Allí, nos demostraron cómo podría ser dejarse llevar por el coche sin poner las manos en el volante y con los ojos cubiertos por unas gafas de realidad virtual. A través de ellas podíamos ver las imágenes del resto del ambiente y del tráfico captadas por las cámaras del coche, como si no las lleváramos puestas. Poco a poco la imagen se fue transformando en la recreación digital en tiempo real de todo lo que había a nuestro alrededor (rodando a 130 km/h). Los coches pasaban a ser esquemáticos 3D, que luego se transformaban en coches futuristas, mientras llegaba el crepúsculo y veíamos dos lunas junto a la puesta de sol, edificios inexistentes, escenarios de puro videojuego: se trataba de la creación de los expertos en este "arte", Ubisoſt, que en tiempo real fusionaban "su juego", sus escenarios, con todo aquello que encontrábamos en el tráfico. Difícil imaginar un videojuego más realista, ni una plataforma dinámica para sentir el movimiento del propio coche. Ni atisbo de mareo, la precisión y velocidad de las imágenes, perfecta. Uno puede imaginarse un amplio camino para fusionar contenidos reales y virtuales, explorar territorios retrocediendo en el tiempo, acelerándolo... y ya lo hemos vivido en nuestras carnes. Lo curioso del caso es que el último videojuego de Ubisoſt lo va a utilizar Google para probar las posibilidades de su nube, ver si se podría jugar en tiempo real entre muchos jugadores, con esta enorme demanda de datos que suponen las imágenes hiperrealistas. ¿Y esto qué tiene que ver con el automóvil? Pues si pensamos que Google dice que es el más adelantado en el proyecto de conducción autónoma, que podría vender dicho servicio a los fabricantes de coches que lo desearan, la experiencia de procesar ingentes cantidades de datos en la nube, parece que podría apuntar a una convergencia de intereses. El coche no será como un teléfono móvil, será mucho más, más real que la realidad, más útil, con enormes posibilidades de nuevos negocios, muchos más actores. Decían que el coche iba a cambiar en diez años más que en los anteriores cien. Y ya imaginamos cómo.