ARRANCAMOS
Este mensaje es un poco con el que me vengo del Salón de París tras hablar con dirigentes y ver tendencias. La industria parece hincar la rodilla en materia de Diesel y gasolina ante los poderes políticos -ojo al preocupante protagonismo que van acumulando las grandes ciudades y que sobrepasa el poder de estados y puede que incluso de continentes- y mira ya camino de una electrificación que durante esta semana, y desde el parlamento europeo, se ha cifrado hasta en una reducción para 2030 de emisiones de CO2 del 40 por ciento frente a los ya exigentes registros de 2021. Una decisión de este tipo obligaría a ventas anuales 100 por ciento eléctricas en el entorno del 30-40 por ciento a finales de la próxima década. Uno de los más beligerantes hasta la fecha, Carlos Tavares, presidente de PSA, ha lucido tecnología híbrida enchufable en París y su primer gran eléctrico puro, pidiendo "un punto de equilibrio entre velocidad y precipitación, entre lo que es asumible y lo que no", refiriéndose a límites de emisiones y, sobre todo, a la forma de obtener esos resultados teniendo en cuenta consecuencias para la capacidad industrial europea. Dice Tavares que la actual y futura dependencia asiática en materia de baterías -el corazón del coche que supone el 40 por ciento del coste- solo se salvará si Europa trabaja en una segunda generación de baterías (litio de estado sólido) competitiva a nivel de costes, capacidades, tamaños y reciclabilidad, que podría ser plenamente utilizable en 2028/2030 si se comienza a trabajar ahora, aunque demasiado tarde para ciudades y países que "presumen de demócratas" prohibiendo primero Diesel, luego gasolina, luego híbridos y más tarde híbridos enchufables... Desgraciadamente lo pasado en los últimos tres años ha minado la confianza del cliente, que ya ha cambiado el chip del Diesel, arropado por una corriente de opinión pública avasalladora y ante la que la industria simplemente ha agachado las orejas y ahora ya es demasiado tarde para alzar la mano. Esperemos que en materia de movilidad futura, las marcas logren cambiar su rol y no parezcan el problema sino una parte activa de la solución.