SUZUKI JIMNY
De todas las posibles maneras que pudieras imaginarte para mejorar un Jimny, probablemente, el camino más acertado es que el que ha seguido la propia marca.
El pequeño 4x4 de Suzuki está de vuelta con una imagen renovada, nuevo motor y puesta al día en equipamiento.
MISMO CONCEPTO Y ESPÍRITU, INsuperable eficacia en campo, pero también pequeñas grandes evoluciones que amplían su radio de acción. No creo que esperes que el Jimny se convierta en un SUV, pero te aseguro que el confort y la sensación de seguridad en carretera ha mejorado exponencialmente, todo un milagro cuando la base es la que es. LA CAJA MÁGICA. Esta nueva generación es algo más corta, ancha y alta, pero conserva la misma distancia entre ejes. Tan ligero y manejable como siempre, el nuevo Jimny es también carne de ciudad, aunque Suzuki simplifica tecnología —la fiabilidad es uno de los grandes lujos de este modelo— descartando la microhibridación SAVH de otros modelos de la marca que aportarían una muy codiciada etiqueta ECO. Fiabilidad, sencillez y costes mandan en este coche global que en su mercado local está haciendo furor: a España, al menos el primer año, va a llegar con cuentagotas.
Su dirección —por cierto, de recirculación de bolas— está muy poco desmultiplicada y en ciudad te condicionaría a la hora de moverte entre calles, aunque en carretera evitará reacciones demasiado bruscas para un coche con tan singulares cotas y mínima proyección sobre el suelo.
También para uso urbano la calidad de rodadura es infinitamente mejor que antes, su equipamiento básico ofrece protección y niveles de confort suficientes y el motor se desenvuelve de maravilla por su elasticidad y cortos desarrollos de cambio. El diseño interior es tan original y simpático como el exterior, y aquí el lujo no es otro que lo que perduren las cosas, poder conducir fácilmente con botas o guantes de trabajo. No hay un reposapies propiamente dicho, pero sí espacio suficiente para apoyarlo de manera natural, el embrague es suave y el cambio tiene un tacto delicioso, típicamente Suzuki.
NUEVO MOTOR 1.5 DE 102 CV. Fiabilidad manda, también nuevas exigencias medioambientales; ahora su gasto medio se reduce hasta los 6,8 l/100 km y 154 g/km en ciclo NEDC —178 g/km bajo WLTP—, para entonces, con un tramo impositivo mayor y, por tanto, más caro de adquirir. El Jimny no tendrá la mejor aerodinámica posible —en parte, y debido a su baja puntuación en protección a peatones, sólo ha conseguido tres estrellas en Euroncap—, pero sí sigue siendo un coche muy ligero, así que sus poco más de cien caballos lo mueven con gran agilidad. Resulta muy lineal, con bajos y medios bien llenos, hasta las 6.200 rpm que pude estirar.
PESE A SU SIMPÁTICA APARIENCIA, SIGUE SIENDO UN TT DE CULTO PARA AFICIONADOS DE CULTO
Te puedes mover a baja velocidad en marchas intermedias sin tirones y con rápida respuesta, se adapta bien a velocidades de autopista aún cuando le queda poco recorrido más —su velocidad máxima es de 145 km/h—, no gasta en exceso en condiciones reales… Supera con creces a la anterior versión. Y aunque como siempre peculiar —milagros de dos ejes rígidos no puedes esperar—, la conducción, comportamiento, aplomo y seguridad ha ganado muchos enteros en carretera. Su estructura de largueros se ha reforzado con nuevos refuerzos en X y ahora soporta la carrocería mediante ocho nuevos silentlboks que aportan mejor filtrado y confort general dentro del habitáculo. En el chasis, el resto de evoluciones han sido una estabilizadora de mayor grosor en el eje delantero y un nuevo paquete electrónico para las ayudas de conducción. Dinámicamente, ahora es un coche con menos compromisos: adiós reacciones traicioneras en giros bruscos o cambios de apoyo.
En campo, su hábitat natural, es sencillamente uno de los coches más divertidos y eficaces que podrás comprar. Ahora cuenta con 21 mm de altura libre al
suelo, 10 mm más que antes, ángulos de ataque, ventral y salida muy favorables —37, 28 y 49 grados, respectivamente—, bajos bien protegidos. Conserva su eficaz tracción total conectable —sólo para terreno resbaladizo— con un bloqueo adicional de deslizamiento limitado por acción selectiva de los frenos —si una rueda tiene tracción, podría seguir avanzando— y potente reductora que, eso sí, limita bastante su radio de giro cuando están conectados todos "sus hierros", aunque por tamaño el Jimny cabe casi por cualquier sitio y aprovecha eficazmente cualquier resquicio de tracción para seguir avanzando. También el control de descensos funciona de maravilla y aporta mayor tranquilidad a la hora de afrontar pendientes muy inclinadas sin necesidad de tocar ningún pedal. Y tal como ocurre en carretera, también las suspensiones ofrecen mejor compromiso que la anterior generación: sus ejes rígidos dibujan el terreno gracias a amplísimos recorridos de suspensión, pero rebotan menos y absorben mejor, siendo también un coche menos exigente y más predecible que antes en pistas o caminos en los que se puede rodar bastante rápido.