SKODA TREKKA
¿Skoda se aventurado fuera del asfalto con el lanzamiento del Yeti, y con los Karoq y Kodiaq? ¡Qué va! Ya en 1966 los checos fabricaron el Trekka. Ahora volvemos a Nueva Zelanda para saber cómo era este coche; un rifle y un abrebotellas nos valen para rem
Un todoterreno adaptado perfectamente a los mercados del otro lado del mundo.
ZLOSYN EN VEZ DE OTAHUHU, Kieswerk en lugar de Hunua Ranges Regional Park… República Checa en lugar de Nueva Zelanda. Al menos hoy. Ahora que el Skoda Trekka se ha embarcado en el largo viaje desde el otro extremo del mundo a su tierra natal, lo celebramos desde aquí. ¿Pero qué hay exactamente que celebrar? Bueno, lo primero, que el modelo existe. En realidad, hay poca documentación de la marca que haga referencia a su extravagante historia, pero se trata de una historia real. Un modelo que se fabricó en Nueva Zelanda entre 1966 y 1973.
Y ahora lo hemos podido conducir. Con solo 3,59 m de largo y 1,60 m de ancho, el Trekka utiliza llantas de 15 pulgadas de perfil alto. Muestra una dirección imprecisa como ocurre cuando conducimos los coches de sus características en aquel entonces, con un aro de volante estrecho y un tacto algo rancio. Sobre todo con la referencia que tenemos ahora, como la del Kodiaq, un modelo actual con una dirección de asistencia eléctrica progresiva que obedece con precisión a las órdenes del volante.
En el Trekka, las ruedas se mueven por el empuje del motor de 1,2 litros que aúlla bajo el capó con intensidad sin querer abrumar a nadie ni a nada, disponiendo de un par máximo de 87 Nm a 3.000 rpm. No le gustan mucho las carreteras y prefiere no circular por ellas. De hecho se siente más a gusto transitando por pistas en el campo, como en nuestra ruta hasta el castillo de Okor. Pero para poder alcanzar este desti-
no, el Trekka tiene que soportar unos pocos kilómetros más de “indigno“asfalto.
Aunque solo las ruedas traseras lo propulsan, cuando tenía que atravesar Nueva Zelanda en todas direcciones, afrontaba su destino con suficiencia.
¿PAGAR ARANCELES? No lo creo. La necesidad de obtener divisa extranjera ante el poco valor de la moneda propia en el concierto económico mundial, impulsó la imaginación de algunos estados de Europa del Este en aquella época. En Checoslovaquia, en ese momento, Skoda ya tenía relaciones comerciales muy establecidas con Nueva Zelanda, en torno a las cuales la industria del automóvil le gusta hacer una reverencia hoy, al menos cuando se trata de producción. En cualquier caso, en ese momento, el gobierno de Nueva Zelanda imponía importantes aranceles a la importación. Así que desde Mladá Boleslav enviaron 1961 kits de construcción de los Skoda 440 y Octavia al importador Motor Industries International en Otahuhu para que los montara allí, y así poder aumentar el número de ventas de la marca sin una penalización elevada.
El Trekka era un coche perfecto para agricultores, artesanos, comerciantes y cazadores. “Eso era
PORTAFUSILES, ABREBOTELLAS... HOY NO LO ENCONTRARÁS EN LOS SKODA
genial”, pensaría el importador. El 2 de diciembre de 1966 comenzó la producción del Trekka, sobre la base del chasis del Octavia acortado. Y la carrocería se montaba directamente en la factoría, lo que reducía aún más los costes y por lo tanto también el precio de venta. Hasta 1972 se crearon casi 3.000 Trekka, que se distribuyeron en varios mercados, como los de Australia, Samoa, Vietnam y Fiji.
En Europa, donde mandaba el Land Rover, no parecía haber sitio para el Trekka. El todoterreno inglés tenía tracción total, mientras que el Skoda, en el mejor de los casos, contaba con un bloqueo de diferencial que el primer propietario en adquirir el todoterreno checo no montó. Pensó que era más importante montar el arranque del motor por cable y el acceso bajo el salpicadero, como "Rubber Duck" con el ventilador de su camión Mack.
Al arrancar, la aguja del indicador de combustible tiembla, penduleando posteriormente de lado a lado con cada bache que el Skoda replica con fidelidad, incluso en las mejores carreteras. Su consumo debe de estar aproximadamente en torno a los 11 l/100 km de promedio, lo que en ese momento se conside-
raba frugal incluso para un motor de 47 CV de potencia. Al menos en Nueva Zelanda.
Cambiamos de terreno: grava, arena, piedras, surcos en los que encaja un Citigo, charcos de agua… Si los elementos en el terreno complicado amenazan al pequeño Trekka, los guardabarros tras las cuatro ruedas y las dos de repuesto en los laterales traseros ayudan a su protección. Los 19 centímetros de distancia libre al suelo permiten al modelo checo superar las zonas abruptas con garantías. PARA DISPARAR. El motor de cuatro cilindros OHV retumba de forma audible, mientras con “las mejillas infladas” presiona los gases de escape a través del tubo lateral. “Oye, no te lamentes, no lo he tenido fácil; son muchos años en Nueva Zelanda, ¿verdad?” El primer propietario no solo montó el dispositivo de encendido oblicuo, sino también un soporte de rifle, convenientemente colocado entre los asientos delanteros. Fragmentos de una pegatina de Winchester todavía visible sobre el cristal muestran cuál era su marca favorita.
A mano también encontramos una pala para salir de situaciones complicadas –“como sustitutivo de la tracción a las cuatro ruedas”-. La tradición ha- bla de largas rutas hasta el final de... lo que sea, con amigos, durante varios días. El hardtop protege la parte posterior del viento cuando va instalado.
Y cuando el coche no va en línea recta, aunque esté sobrio, en aquellos tiempos podías abrir una cerveza en marcha. El abridor de botellas atornillado en el tablero de instrumentos permite realizar la operación con una sola mano. Era un mundo donde los hombres llevaban barbas, no para ser considerados hipster, sino porque no había ningún instrumento para afeitarse en medio de la naturaleza. Un mundo en el que el rifle iba siempre colocado entre los asientos en vez de un smartphone como actualmente. Un mundo en el que abres la chapa de la botella de Speight’s o Steinlager con tu mano izquierda para bebértela, en lugar de chupar una taza de papel de leche de soja descafeinada de camino al trabajo.
Pasado. No importa. En el presente continuarás, sin esfuerzo, apoyándote en la tracción a las cuatro ruedas regulada electrónicamente del Kodiaq. ¿Entonces de Zlosyn a Otahuhu? Bueno, el Kodiaq no puede nadar. Pero, quién sabe qué habrá escrito la historia dentro de 52 años sobre los SUV de Skoda.