SUPERCOMPATIVA
De estampas impresionantes y capacidades dinámicas absolutas, los grandes SUV de lujo se han convertido en los vehículos más poderosos del mercado. Como muestra, estos nuevos Audi Q8 y BMW X5, dos superdotados de la naturaleza.
De estampas impresionantes y capacidades dinámicas absolutas, el Audi Q8 y BMW X5 se han convertido en los vehículos más poderosos del mercado.
DESDE BERLINAS DE REpresentación, a todo-terrenos; con prestaciones dignas de deportivos o sorprendentes niveles de eficiencia. Así son el Q8 y el X5, lo último en materia SUV de Audi y BMW. Por eso mismo los enfrentamos, a sabiendas de que te estarás preguntando por qué no hemos subido al familiar Q7 al ring como rival del X5 o hemos esperado al próximo X6 para medir sus fuerzas con el “couperizado” Q8. Además, como también ya vimos en la prueba individual del Q8, salvo para quien necesite las 7 plazas del Q7 (o del X5), su elegantísimo y deportivo diseño no le resta equilibrio funcional como un gran SUV fami- liar más. Como de la misma manera, seguro que el futuro X6 no hará desmerecer la faceta más deportiva o dinámica del nuevo X5.
MULTIFACÉTICOS. El potencial tecnológico de ambos está marcado por el propio nivel de dos marcas como Audi y BMW. Y como sus últimos modelos que son, Q8 y X5 representan en gran medida la vanguardia sobre cuatro ruedas… esas mismas cuatro ruedas que en ambos modelos tienen todas la misma responsabilidad. Para ello, Audi y BMW han puesto sobre la carretera dos plataformas en las que sus respectivos Q8 y X5 pueden disponer de suspensión neumática de altura variable, dirección en los dos ejes y por supuesto tracción integral… y
mucha electrónica interactiva. Además, llantas de hasta 22 pulgadas; neumáticos asimétricos entre ejes en el BMW, diferenciales traseros activos, sistemas antibalanceo (ésta tecnología, la única que no nos hemos encontrado en las unidades probadas)… dinámicamente todo es posible y diría que exigible, y por ello y su gran adaptabilidad a todos los entornos parecen insuperables. No obstante, son también claramente diferentes entre ellos. Si ambos presentan una calidad de rodadura exquisitas y ofrecen la posibilidad de adecuar el tacto en función al modo de conducción elegido suavizando o endureciendo la amortiguación, el BMW siempre parece más reactivo a nuestros movimientos sobre el volante. Al margen de lo que aporta hasta baja velocidad la dirección integral en ambos modelos (sorprenden en las maniobras más ur-
banas), con menos giro de volante percibes una mejor maniobrabilidad y a medida que ganas velocidad una mayor agilidad en el X5. Puede ser una ventaja cuando tratas con coches tan grandes y pesados, pero también quizá resulte más artificial su respuesta. El Q8 es más neutro y por ello parece más transparente de reacciones, lo que no quiere decir que se sienta más grande de lo que es o aparatoso. Es el BMW el que remarca una clara reactividad a partir de un tren delantero más incisivo y he aquí la sorpresa, sintiendo incluso su pisada tan refinada o más que la del Audi. Pero también, el X5 no se siente tan despreocupado cuando exploramos su potencial. Su rápida dirección te puede llegar a pedir más correcciones, ante un Q8 que parece inquebrantable de trazada pisando baches o acelerando a fondo en pleno apoyo.
EXTREMOS QUE SE TOCAN. El mejor confort general en los dos es siempre una constante en cualquier situación, propio de la berlina más exquisita, y de la misma manera tienen unas robustas aptitudes fuera del asfalto. Las suspensiones neumáticas permiten subir sus carrocerías desde el punto medio hasta 50 mm en el Q8 (90 entre el mínimo y el máximo) y 40 en el X5 (80 mm entre sus topes). Ambos disponen de programas específicos para rodar por diferentes superficies y de forma automática adoptan la altura adecuada y ajustan la respuesta del motor y la transmisión. No hay reductoras de por medio, pero sí potencia, distancia libre al suelo y tracción para afrontar grandes desafíos en campo sin notar que los estás castigando… para volver a la carretera, pulsar el programa indicado y sentir de nuevo
que te desplazas en una rapidísima berlina de lujo deportiva.
Sus motores 3.0 Diesel son también fuentes de dinamismo y suavidad. Resulta algo más potente el del Q8 (286 CV), pero se siente más poderoso el del X5 (265). Desde el mismo inicio de marcha, el BMW tiene una respuesta inmediata y enérgica a la mínima presión sobre el acelerador. El Audi, bien fruto de unas primeras vueltas débiles de su motor o de un convertidor de par de su cambio automático con más resbalamiento (o ambas cosas), tiene una arrancada un tanto perezosa que te exige incluso grandes desplazamientos de acelerador. En ciudad o atascos, el X5 resulta muy agradable y resolutivo en su papel de urbano por necesidad, justo donde el Q8 se muestra más incómodo… cuando por su tecnología mild-hybrid (cuenta con un alternador reversible que apoya con otros 16 CV el giro del motor Diesel) y su distintivo ECO pudiera ser la mejor o única elección. Superada la crítica transición de ponerse en movimiento, el Q8 resulta impresionante por la cantidad y calidad de su empuje, pero tampoco es capaz de igualar la fluidez de funcionamiento del X5 en carretera. Ambos modelos abusan del bajo régimen de sus inmensos motores y pronto insertan sus 8ª velocidades para circular casi de manera constante por debajo de 2.000 rpm, pero mientras el BMW se siente muy consistente en esa franja, el Audi está continuamente recurriendo a una o dos reducciones si el tráfico o la orografía nos ralentiza. En estos entornos, el Q8 “mild-hybrid” también pone su énfasis en la ecología. Los cambios de ambos modelos se desacoplan en ciertas situaciones para desplazarse por momentos por su propia inercia, pero solo el Audi puede llegar a apagar su motor Diesel para rodar momentáneamente con nulo consumo de combustible. El rearranque resulta imperceptible e instantáneo, igual que en ciudad, donde su Stop-Start todavía resulta más espectacular por su rápido y sigiloso funcionamiento. De la misma manera, el Audi Q8 y BMW X5 son espectaculares por el resto de tecnologías de seguridad, ayudas a la conducción, conectividad... y el vanguardismo que sientes desde sus puestos de conducción. En definitiva, son dos coches que lo tienen todo.