LAMBORGHINI POR LOS DOLOMITAS
Existe un lugar de sinuosas y excitantes carreteras que atraviesan un paraje único. Son los Dolomitas, que en la época de nuestra prueba están solitarios mientras reciben las primeras nieves en sus laderas. Y para más emociones, los atravesaremos conducie
Atravesamos este paraje único y lo atravesamos conduciendo los Lamborghini Aventador S Roadster y Huracán Performante Spyder.
APARTE DE UN ESPECTACULAR paisaje, no hay mucho más aquí arriba, a 2.192 metros sobre el nivel del mar, cerca del Paso de Valparola, rozando las nubes ... Nuestro Lamborghini Aventador S Roadster truena en el aparcamiento, seguido por el Huracán Performante Spyder.
El gris metalizado exalta la carrocería del deportivo movido por un motor central V12. La modestia no aparece en el vocabulario de los clientes de Lamborghini, a los que les gusta transferir su dinero a Sant'Agata sin tener en cuenta la cantidad, que en el caso del Aventador S Cabrio sobrepasa los 400.000 euros en nuestro país. Su carrocería realmente no está abierta; las dos mitades del techo de carbono tienen que ser desmontadas a mano y colocadas en la parte de atrás para que estén bien sujetas ante las fuerzas centrífugas que van a tener que soportar. Sí, porque éstas pueden ser enormes en este coche.
Aún más evidentes en el Huracán, con una una geometría de chasis más radical que ha sido objeto de importantes modificaciones sobre la base del coupé para mantener intacta su rigidez y cualidades dinámicas. Dispone además de una trabajada aerodinámica, con elementos activos en las aletas de la parte delantera y trasera, que se abren y cierran en tan solo 500 milisegundos, dependiendo de las condiciones de conducción. Con ello consiguen un efecto que ayuda a aumentar la fuerza aerodinámica en las ruedas interiores en su paso por curva: “Torque Vectoring” aerodinámico, por así decirlo. Probablemente, la imagen del Spyder de 640 CV, menos llamativa, con una carrocería pintada en azul mate (Blu Aegeus) no resulta tan interesante al escaso público con el que nos cruzamos como la del Aventador. Un tono que pone un poco de color en un paisaje que, en esta época del año, se ve envuelto por el gris de las grandes rocas manchadas con las primeras nieves, y el de las oscuras nubes que hoy acechan en el cielo.
En éste se vislumbran un par de manchas azules por donde entra el sol, que primero alumbran los escarpados picos que parecen haber sido tallados con una fuerza sobrenatural mediante una pesada herramienta especializada en modelar grandes bloques de piedra. Probablemente en el camino hacia el sur, veremos brillar más el sol. Al avanzar mejora el estado de la carretera, y el trazado se vuelve más sinuoso, con cerradas curvas en el camino que nos trae desde Sankt Kassian y cuyo asfalto parece querer arrancar los neumáticos de nuestros dos protagonistas por la fuerza a que le someten. Locura. Después de Hexenstein nos dirigimos a Falzarego, situado poco antes de Cortina, con curvas de radio medio, asfalto liso y bastante agradable para transitar. Luego, la comarcal hacia el Passo Giau, ya no tan agradable. Salvaje me atrevería a decir para conducir dos coches con el potencial de nuestros Lamborghini, incluso en los primeros tramos que nos llevan a través del bosque. Antes de salir de esta carretera llegamos a las “Cinque Torri”, un monumento natural que observamos desde nuestros asientos.
CASCADA DE SENSACIONES. El motor V10 hace maravillas con el Huracán, y tú con él. El Spyder se muestra increíblemente ágil de reacciones y al mismo tiempo tan dócil para reaccionar a tus órdenes desde el puesto de mandos, que conduces con una gran confianza. Ejemplar comportamiento, donde la dirección se muestra directa y rápida. Las fuerzas de sujeción se manifiestan en un elevadísimo grado: el bastidor es una varita mágica que convierte las curvas en fuegos artificiales.
Pronto encontrarás en el “Modo Sport” del sistema de gestión de conducción el filtrado óptimo para el Huracán. Con este modo, la respuesta del acelerador es aún más inmediata, así como la firmeza de suspensiones. También te sientes respaldado por la confianza que imprime la tracción a las cuatro ruedas, con algo más de par en el reparto de tracción sobre las ruedas traseras, que se hace sentir al acelerar para imprimir mayor velocidad. Y también el ESC es ahora más per-
EL HURACÁN SPYDER SE MUESTRA INCREÍBLEMENTE ÁGIL DE REACCIONES Y AL MISMO TIEMPO MUY DÓCIL
misivo, menos intrusivo, lo que se hace sentir con un ligero sobreviraje al acelerar en apoyo antes de que las ruedas delanteras marquen la dirección a seguir.
Comenzamos a descender tras coronar un rasante en lo alto de otro puerto, siguiendo la carretera que tenemos por delante. Estamos en el Giau y, al atravesar la cima, las narices puntiagudas de ambos Lamborghini perforan directamente la nube oscura que encontramos ante nosotros. Luego, curva a derechas y seguimos bajando; una corta recta y volamos hacia la izquierda para llegar al siguiente giro, de nuevo a la izquierda. Confianza en los apoyos, agarre y ¡gas! El V10 muestra la relación de compresión a la que funciona (12,7 a 1); la aguja del cuentarrevoluciones sube implacable… 6.000, 7.000, 8.000 rpm, parpadeando brevemente al ir insertando marchas rápidamente, de manera casi compulsiva, con las levas asociadas a su transmisión de doble embrague de 7 relaciones,
SOLO PODEMOS DECIR WOW. La transmisión automática del Aventador S la utilizamos en modo manual para sentir todo el poderío del V12. ¡Wow!, su comportamiento es magnífico, incluso en este escenario donde no lo teníamos tan claro a priori. Sí, la dirección en todas las curvas ayuda enormemente, ya sea para esquivar marmotas inconscientes que se encuentran en medio de la carretera, o simplemente para conducir el roadster de más de dos metros de ancho con la precisión de un coche de slot a través de las curvas.
El Aventador parece particularmente a gusto en los Dolomitas, mimetizándose con todo el esplendor de la naturaleza que aquí se respira, apoyándose en una mecánica de la que pocos súper coches pueden presumir. Claro, 12 cilindros, con el cigüeñal cala-
EL AVENTADOR, A PESAR DE SUS MÁS DE DOS METROS DE ANCHO, SE MUEVE CON LA PRECISIÓN DE UN COCHE DE "SLOT" A TRAVÉS DE LAS CURVAS