DE RUTA CON SEAT
Valencia, Castellón y el Delta del Ebro... recorremos el Mediterráneo con el Seat Ronda Crono 2.0 de compañero.
Como todas las tardes, la barca-correo anunció su llegada al Palmar. El barquero […] iba de puerta en puerta recibiendo encargos para Valencia, y al llegar á los espacios abiertos en la única calle del pueblo soplaba de nuevo en la bocina para avisar su presencia á las barracas desparramadas en el borde del canal. («Cañas y barro», Vicente Blasco Ibáñez, Valencia, 1902).
DELANTE DE UNA DE LAS POCAS barracas que sobreviven en El Palmar todavía resuena el chapoteo de las barcazas de los pescadores que faenan desde primera hora del día. Blasco Ibáñez describió en su novela el ambiente rural de La Albufera y sus gentes en el cambio del siglo XIX al XX. Cien años después, el humedal se ha convertido en un centro protegido y turístico.
Salvando la evidente distancia, las líneas angulosas del Seat Ronda tienen algo en común con el estilo pragmático de las barracas, construidas de cañas y barro, por supuesto, y su característico tejado a dos aguas. Basándose en el Ritmo, Tom Tjaarda modernizó esta berlina en el momento en el que Seat y Fiat se hallaban en pleno divorcio. De hecho, el encontronazo entre ambas a propósito del Ronda llegó hasta los tribunales. Los españoles acabaron demostrando que los cambios eran significativos con respecto al Ritmo. Aunque el fallo final fue favorable a Seat, la marca española se vio abocada a continuar en solitario su andadura empresarial y fabril, hasta la entrada en escena de Volkswagen en 1982, año del lanzamiento definitivo del Ronda.
«Al Buhayra», palabra árabe de la que proviene Albufera, es un pequeño mar de seis kilómetros de diámetro que ocupa unas 3.000 hectáreas al sur de la capital valenciana. Desde ese punto, nos ponemos a los mandos del Ronda Crono 2.0 en busca del otro gran humedal al norte de la Costa del Azahar, ya en tierras catalanas, el Delta del Ebro.
Pensado para ser exportado y permitir así la entrada de divisas —imprescindibles para la viabilidad de la empresa—, el Crono 2.0 de 1985 fue el canto del cisne del Ronda. El interior cuenta con unos asientos de pétalo realmente agradables. El cuadro de instrumentos delata su talante deportivo: cuentavueltas, medidores de temperatura y presión de aceite y un novedoso «check control» electrónico de los puntos vitales del coche y el motor. Y bajo el capó: el biárbol de dos litros del 131 TC, convenientemente revisado y con una potencia que llegaba a 120 voluntariosos caballos. Para recorrer los más de 200 km que nos separa del Delta, es un turismo idóneo: rápido y confortable para llanear y el tinte deportivo suficiente para responder bien cuando le exijamos.
La comarcal CV-500 nos saca de La Albufera. Bordea el Parque Natural entre el lago y los arrozales, dejando las aguas del Mediterráneo a nuestra derecha. Desde el coche podemos ver bandadas de aves (patos, garzas, charrianes…) y pescadores echando sus redes. En apenas 11 km, el paisaje cambia abruptamente. El Saler hace de conexión entre La Albufera y la capital. La cosmopolita Valencia posee suficientes argumentos para pasar todo el tiempo del que se disponga. El barrio antiguo de El Carmen y la vieja lonja contrastan con los rascacielos hoteleros a pie de playa y la moderna Ciudad de las Artes y las Ciencias ganada al cauce del Turia.
En la zona más septentrional, pasado el puerto marítimo, se localizan las playas de La Malvarrosa y el Cañaveral, y Alboraya, el otro municipio fuente de inspiración de Blasco Ibáñez para su otra novela «La Barraca».
Un poco más al norte, la carretera lleva a La Pobla de Farnals y a El Puig.La antigua Vía Augusta comunicaba Valentia y Saguntum. Hoy es la V-21 la carretera más directa. Sitiada por Aníbal y sus huestes cartaginenses en el 209 a.C, Sagunto conserva de aquella época el castillo —aunque su origen es íbero—, la muralla y el controvertido teatro romano.
La A7 es la vía de comunicación rápida entre Sagunto y Castellón de La Plana. Aquí el Ronda Crono no desentona del tráfico ordinario. Puede mantener con soltura los 120 km/h del límite de velocidad impuesto. La quinta relación, que en las versiones inferiores era demasiado larga —«económica», la denominaban—, aquí mantiene el motor a unas razonables 3.000-3.500 vueltas, con bastante margen por encima aún. No en vano, Seat declaraba 190 km/h de punta. El tarado enérgico de la suspensión se agradece yendo rápido. Calzado con neumáticos 165/60 en llanta de 14 pulgadas y unos frenos de discos delanteros de 243 mm, el ritmo puede ser alto. Es estable y vira plano en las curvas largas sin merma del confort. No olvidemos que es una berlina familiar. Además, el sonido del biárbol italiano —reminiscencia de la etapa anterior— invita a no aflojar.
Solo el desvío a Vall de Uxó, a medio camino, obliga a salir de la autovía. Esta localidad del interior esconde una red de cuevas de enorme interés arqueológico. La más famosa, la de San José, conserva pinturas rupestres datadas de 16.000 años a.C.
A Castellón se puede llegar también por la N-340, circunvalando Nules, Burriana, Alquerías del Niño Perdido y Villarreal, el municipio con más población de la provincia y de los pocos que conserva una plaza Mayor porticada. Su cercanía a Valencia, ha quitado protagonismo empresarial y económico a Castellón. A cambio, es una ciudad tranquila, amable y próspera.
La N-340 y la A7 siguen entrecruzándose paralelas al Mediterráneo. La primera atraviesa las turísticas Benicasim, Oropesa del Mar y Marina d’Or y solo gira hacia el interior para bordear el Parque Natural de la Sierra de Irta. En el extremo norte de la serranía se alza otro castillo lleno de historia: el de Peñíscola. En el último tramo del recorrido volvemos a recurrir a la vía rápida y al brío del dos litros carburado. Benicarló y Vinaroz quedan atrás rápido. Más adelante, en San Carlos de la Rápita, abandonamos la N-340 y nos adentramos en pleno Delta, declarado Parque Natural en 1983.