SUPERCOMPARATIVA
Parten de la misma plataforma común y comparten muchas similitudes, pero cada fabricante ha sabido dar a su modelo una personalidad bien diferenciada, con un punto de equilibrio particular. ¿Cuál se adapta mejor a tus gustos?
Enfrentamos al Citroën C5 Aircros, Peugeot 3008 y Opel Grandland, tres modelos que parten de la misma plataforma.
Aten plataforma, motor y cambio, los tres SUV de esta comparativa son lo bastante diferentes entre sí como para que no haya que considerarlos clones exactos. Por concepto, son claros ejemplos de la evolución del mercado en los últimos años, copado por un creciente número de modelos con carrocería elevada, cuya cualidad más apreciada suele ser, más que la posibilidad de circular fuera del asfalto, la mayor versatilidad y facilidad de acceso que ofrecen sus habitáculos. En cierta medida recuperan algunas características de los ya casi extintos monovolúmenes, pero con un formato más atractivo y actual. Quizá por este motivo, el Grupo PSA ha huido por el momento de soluciones como la tracción total, algo que sí encontramos en la mayoría de sus competidores con nivel de potencia equivalente al de nuestros protagonistas, y que llegará a PSA con futuras versiones híbridas enchufables. Mientras tanto, se ha confiado al sistema Grip Control y a los neumáticos M+S (como op-
TANTO EL MOTOR COMO EL CAMBIO DE 8 MARCHAS SON MUY BUENAS REFERENCIAS
ciones conjuntas o independientes, según cada marca) la labor de proporcionar motricidad al cambiar el asfalto por terrenos moderadamente complicados, donde podemos vernos sorprendidos gratamente por su buen funcionamiento y eficacia, sobre todo si se combinan con unas manos habilidosas. Y aunque el barro y el campo no sea el terreno prioritario al que están destinados, se puede observar el cuidado por los detalles gracias a soluciones que demuestran que estamos ante auténticos vehículos multiusos, como por ejemplo los laterales protegidos por la parte inferior de las puertas, para evitar que se acumule suciedad con la que mancharnos al entrar o salir del coche. Pero este no es el único detalle que permite apreciar que estamos ante automóviles bien hechos.
MARCANDO TENDENCIAS. Como ya hemos dicho, cada uno tiene su propia personalidad y, de no saber que están basados en la misma arquitectura, pocos elementos delatan su procedencia común: apenas algunos menús de la pantalla táctil, en el Opel; mientras que en el Citroën y en el Peugeot hay más similitudes, por ejemplo en el manejo del cuadro de mandos digital (a pesar de contar con diseños diferentes), el selector del cambio, las levas del volante, los mandos de los intermitentes y limpiaparabrisas, el botón de arranque o el freno de mano eléctrico. El Grandland X, que es el que más elementos propios incorpora, se reconoce como un Opel desde el principio. En general, sus acabados son algo más austeros, aunque a la hora de conducirlo muchos pueden encontrar ventajas en su mayor simplicidad, o en la posibilidad de manejar el cambio en modo secuencial desde la propia palanca (Peugeot y Citroën únicamente mediante las levas). El C5 Aircross, por su par-
te, cuenta con un aspecto muy moderno, con un toque desenfadado pero con mucha sensación de orden y de espacio. En cuanto al 3008, basta sentarse a sus mandos para notar que estamos ante un concepto más lujoso, con materiales muy cuidados y una estética más particular, además de una disposición espacial del volante y del cuadro de instrumentos que puede gustar o no, pues se ha diseñado para llevar el pequeño volante en una posición muy baja. Al tener un diámetro tan reducido, requiere movimientos más precisos por nuestra parte, quizá por ello, para no obtener como resultado un coche nervioso, la dirección no es excesivamente directa. Pese a todo, te acostumbras rápido a utilizarlo, aunque en maniobras se hace un poco raro
el contorno tan cuadrado del aro, ya que está achatado por arriba y por abajo. Tampoco ayuda la cámara trasera, mal calibrada en los tres casos, pues en la vista cenital (que se activa automáticamente al acercarnos mucho a un obstáculo) indica más distancia de la que queda realmente y no sirve como referencia 100% precisa.
CUESTIÓN DE ASIENTOS. El esfuerzo de cada fabricante en personalizar su vehículo se ve claramente en los asientos delanteros, de excelente factura en los tres casos. Citroën, dentro de su programa Advanced Comfort, emplea un mullido de alta densidad, con varias capas que dan como resultado la eliminación de puntos de presión, ya que se reparte nuestro peso de ma- nera muy uniforme. Son realmente cómodos, a pesar de que los de nuestra unidad no contaban con reglaje lumbar, algo que queda reservado para los asientos con regulación eléctrica. En los del Opel nos encontramos con la certificación AGR (del alemán Campaña para las Espaldas Saludables), avalada por un equipo de médicos expertos en ergonomía. Cuentan con mayor número de reglajes (incluida la extensión de la banqueta), en este caso eléctricos, y resultan bastante firmes, pero también se adaptan a la perfección a nuestro cuerpo. En un punto intermedio de dureza, y sin nada que envidiar a sus rivales, el Peugeot cuenta con unos llamativos asientos tapizados en piel y Alcantara, adornados con costuras romboidales, que tam-
bién cumplen su función sobradamente, aunque en su caso la banqueta resulta algo más corta. También encontramos diferencias interesantes en la fila trasera de asientos, donde el Citroën da un paso al frente con sus tres banquetas independientes, deslizantes longitudinalmente y con posibilidad de colocar el respaldo en varios ángulos, algo que encontramos en el Peugeot 5008, pero no en este 3008, ni en el Opel. Por sí solo, es un elemento interesante, ya que aporta un plus de practicidad respecto a sus contrincantes, brindando la posibilidad de incrementar la capacidad del maletero, o más confort a los pasajeros traseros —se pueden colocar las banquetas en diferentes posiciones, para evitar estar hombro con hombro en caso de que viajen tres ocupantes—, además de permitir modular el habitáculo para distintas necesidades
de carga. Eso sí, incluso colocando los asientos traseros en su posición más retrasada, el espacio para las rodillas es menor que en el Opel y el Peugeot, que ofrecen 5 centímetros adicionales en esta medición, “robados” del maletero y que equivalen a 70 litros menos de capacidad. Aun así se trata de maleteros muy amplios, con 500 litros verificados por nuestro Centro Técnico, dotados de portón de accionamiento eléctrico y con apertura gestual pasando el pie por debajo del parachoques. En el Citroën podemos variar la capacidad entre 570 y 710 litros sin necesidad de abatir asientos, algo que resulta más fácil de hacer en el Opel y el Peugeot, que cuentan con un resorte en el propio maletero para desbloquear los asientos traseros, mientras que en el Citroën debemos hacerlo desde los propios asientos a través de las puertas traseras, además carece de ganchos para colgar bolsas de la compra. A favor del Peugeot hay que decir que su plano de carga queda en una posición más baja, y que su portón, una vez abierto, queda a mayor altura y es más difícil golpearnos la cabeza con él.
AFINACIÓN DINÁMICA. Y si al examinarlos visualmente pocos dirían que se trata del mismo coche interpretado por tres marcas, al conducirlos también encontramos bastantes matices diferenciadores. No tanto entre el Peugeot y el Opel, que tienen una puesta a punto más convencional, pero sí en el Citroën, que se decanta ostensiblemente por el confort, gracias a sus denominados amortiguadores progresivos hidráulicos, que filtran tanto las pequeñas
irregularidades como los baches pronunciados con una eficacia sobresaliente, a costa de unos movimientos de la carrocería algo más amplios. Es un poco menos ágil que sus oponentes, pero mucho más cómodo, y no renuncia al aplomo en su pisada ni a una alta estabilidad lineal. Si te bajas del Citroën y te subes al Peugeot, además de una dirección mucho menos asistida, por comparación da la sensación de que la suspensión es “rebotona”, demasiado firme y con peor filtrado de las imperfecciones de la carretera. Y muy similar resulta el Opel, aunque su mayor ligereza permite un mejor punto de equilibrio, también en su comportamiento ante situaciones muy exigentes, donde resulta el más fluido de los tres, quizá porque no está condicionado por los neumáticos M+S que monta el Peugeot, que le restan algo de eficacia al límite. Por motor y caja de cambios automática, los tres gozan de absoluta solvencia y agrado de uso, aunque el Opel es más rápido y con una entrega todavía más redonda en toda la franja de revoluciones, sin duda por esos kilos de menos que ha arrojado frente a nuestra báscula. En definitiva, son productos similares, llenos de cualidades prácticas y satisfactorios en todos los ámbitos, pero distan mucho de ser idénticos.