100 AÑOS DE CONFORT CITROËN
El confort es algo relativo, y hemos podido comprobarlo conduciendo en el mismo espaciotiempo varios modelos de Citroën, sus hitos en la evolución del confort en el automóvil.
A bordo de nueve modelos de todas las épocas para comprobar la evolución del confort a lo largo de sus últimos 80 años.
ALO MEJOR TE PARECERÍA QUE SAbes distinguir algo confortable de aquello que no lo es. Quizá no hayas caído en lo relativo que resulta, que algo tan “evidente” como el confort es, además, subjetivo y aprendido. Desde hace bastantes años un asiento de cuero predispone a pensar en lujo y comodidad. Frente a ellos, un recubrimiento aterciopelado y, no digamos ya, de tela, se considera algo para acabados básicos. Sin embargo, como el cuero frío resulta desagradable en invierno, requiere que los asientos tengan calefacción eléctrica para alguien lo pueda sentir como un lujo. En verano, después de estar aparcado al sol, el cuero quema, y con el calor, hace sudar. Necesita perforaciones para hacer permeable el cuero y esconder unos ventiladores para sacar la humedad. Además, el cuero resulta menos flexible que la tela, no cede, se siente duro y, encima, resbala . ¿A ver si el cuero no fuera algo cómodo “per sé”, ni una receta para el confort en un coche? Podríamos caer en la cuenta de que en los inicios de las berlinas, aquellos primeros automóviles que aún compartían espacio con los coches de caballos, el cuero solo existía para el conductor, porque no tenía derecho a techo. El cuero resistía mejor a la intemperie, y el conductor no era la persona a cuidar, sino “los señores” a los que se reservaba un cuidado interior aterciopelado. Si lo que se considera lo máximo del confort puede oscilar de un extremo a otro, ¿qué es confort?
CONFORT ERA UN CITROËN 2 CV. ¿Un 2CV? Sí, no todo el mundo era médico o con una profesión tan desahogada como para tener un coche como el Citroën Traction Avant, con su chasis de acero, proverbiales suspensiones y primer tracción delantera. Por eso, en 1936 comenzó el desarrollo de un coche que acabaría siendo el 2 CV, con esas mismas tres cualidades, pero para todos los públicos. Tardó en ver la luz, tuvo que acabar la segunda guerra mundial, y para entonces las exigencias al automóvil respecto del confort volvieron a ser muy básicas.
CITROËN: AÑOS ROMPIENDO MOLDES EN IMAGEN Y CONFORT
“Paraguas con ruedas”, como denominaban incluso en fábrica al 2CV, podría parecer hiriente, pero que se lo dijeran a aquellos cuya alternativa para ir a la capital era subirse al autobús de la mañana o esperar al día siguiente, o bien ir en bicicleta bajo la lluvia. Ir sentado, sin mojarse, sin mancharse de barro, a cualquier hora, como ibas en el 2 CV, eso sí era confort. Los asientos sucintos, la calefacción justita y aleatoria, las corrientes de aire, el ruido, incluso el olor a gases de escape que llegaban al interior, se asumían como “lo normal”. Ni siquiera se tomaba como sacrificios “razonables”, porque sus usuarios iban encantados, con la manera proverbial en que aquel coche se tragaba los baches que obligaban a aflojar la marcha a los coches normales.
El 2CV llegó a convivir con una berlina media llamada GS. Un tipo tan “atípico” como él, refrigerado por aire para no complicar nunca la vida a su conductor, y que trajo a ese segmento la suspensión oleoneu-
VOLVER A EMPEZAR: DE FORMA DE FLECHA A SALÓN CON RUEDAS
mática –rebautizada hidroneumática- de un coche de otra galaxia, el Citroën DS “Tiburón”.
OLEONEUMÁTICOS. Había más coches así en la época, contados, con una suspensión similar, con licencia Citroën. Era el confort con mayúsculas y se llamaban Maserati Quattroporte, Rolls-Royce Silver Ghost o Mercedes 450 SEL 6.9… más estos Citroën, que lo ofrecían a precios asequibles. Decimos éstos, porque al GS en seguida lo secundó un berlina de lujo para completar la gama en los años 70, el CX. Con su motor de 2,4 litros se convirtió en una poderosa y flotante alfombra mágica sobre la reciente red de nacionales Redia y primeras autopistas y autovías. Y aprovechando haber “claudicado” hacia la refrigeración por agua del motor, tenían calefacción constante, más potencia suficiente para ofrecer algo sibarita entonces, el aire acondicionado. Confort climático que diríamos hoy, hace más de 40 años. Luego vinieron las funciones antibalanceo del Xantia Activa, que limitaba a medio grado la inclinación de la carrocería, creando artificialmente un peralte virtual en las curvas y mejorar el confort de viaje. La obra cumbre de las suspensiones de Citroën, por elaborada y eficaz, fue con el C6 y la implantación masiva de la electrónica. Gracias a ella se podía ajustar en tiempo real y de forma independiente la amortiguación de cada rueda (hasta en 16 niveles de retención), incluso anticipar a la trasera lo que leían las ruedas delanteras. Por supuesto, con altura y flexibilidad ajustables.
¿Y qué tiene que ver esto con los actuales Citroën? Todo, porque de nuevo al margen de la corriente del mercado, su berlina C4 Cactus y el SUV C5 Aircross han vuelto a reimaginar las suspensiones. Han eliminado aquellos elementos activos, neumáticos, que ocupan espacio, pesan y consumen energía, factores que preocupan en la situación actual. En el ADN de Citroën está la solución disruptiva, en este caso, progresiva, implantando unos topes hidráulicos finamente calibrados dentro de los amortiguadores. Solución ligera, compacta, sin consumo adicional y, sin embar-
go, suficiente para absorber con suavidad las irregularidades de la carretera. Como en los viejos tiempos, pero sin los movimientos “flotantes” sobre buen firme que antiguamente algunos encontraban mareantes.
NO SOLO SUSPENSIÓN. Hoy se trata de confort holístico, con acolchados viscoelásticos en los asientos para que se adapten al cuerpo desde el primer minuto, ahora que los desplazamientos en coches tienden a ser cortos, en lugar de los largos viajes de aquel C 11 Ligero. Ese 2 CV con techo enrollable se reinterpreta en forma de techo de cristal ahumado, tanto en C4 Cactus como C5 Aircross, para llenar de luz el habitáculo y mejorar el aislamiento acústico cuando llueve. Encapsulamiento de motor, cobertura de bajos para evitar el ruido, ya no encontrarás ni olores a humo, ni chorros de aire, con la cuidada ventilación envolvente. El ser humano no ha cambiado, pero sí nuestro entorno y costumbres. Donde ayer podías ver un ruidoso motor de limpiaparabrisas en el Dyane 6, un derivado “ilustrado” del 2 CV, hoy encuentras la pantalla con la que conectas tu móvil –sea Android o Apple-, para escuchar música en streaming. Hoy confort no es suspensión, asientos, silencio, sino bienestar y ausencia de impedimentos, ni siquiera en nuestra actual vida comunicante y digital.
Así, cuando nos explicaron que aquel concepto C-Cactus traería la practicidad del 2 CV al siglo XXI creímos que volveríamos a un confort espartano, ausencia de salpicadero y un interior casi vacío. La realidad ha sido contraria, huecos específicos, como esa doble guantera –aunque para ello haya que inventar otra rareza, un airbag de pasajero en el techo- que caracteriza al C4 Cactus. Hoy se trata de disponer de asientos individuales, ajustables longitudinalmente en todas las plazas, plegables para tener más maletero como el C5 Aircross… Hemos hecho el viaje en el tiempo en una mañana de la mano de Citroën, para comprobar que, después de 100 años, el coche no para de cambiar para continuar siendo siempre una de nuestras principales zonas de confort.