MERCEDES GLA
El GLA se ha reinventado y ha dejado de insinuarse como SUV para convertirse en auténtico coche de esta especie, pero orientándose más que nunca hacia la comodidad, el espacio y bienestar a bordo.
El GLA se ha reinventado con este auténtico SUV que se orienta más que nunca hacia la comodidad, el espacio y bienestar a bordo.
UNOS FRÍOS DATOS TE AYU
darán a entender nuestra teoría, aunque tal vez te falte ponerte al volante para corroborar este cambio de personalidad que ha dado la nueva generación del GLA. Y es que, Mercedes ha empezado por replantear el continente mediante una carrocería claramente más alta —1,61 m en total, nada menos que 10 más que antes— aunque, eso sí, con una altura libre al suelo de sólo 143 mm, unos 20 mm menos que la generación saliente, dejando claro que este modelo no pretende mancharse de barro ello y cuente con uno de los mejores sistemas de tracción total. Pero también hay importantes cambios en el contenido corrigiendo los males endémicos de espacio —más que eso, de libertad de movimientos— con los que nació la anterior generación. Y la verdad es que basta subirse para comprobarlo sin necesidad de una cinta métrica, porque no sólo hay mucho más espacio real, sino también mayor - zando por un puesto de conducción con nuevos parámetros, más orientados al bienestar. Altura más dominante, más profundidad en la cabina y más altura libre al techo alinean este nuevo GLA con el GLB, mientras que en las plazas posteriores el cambio es también abismal. Para que te hagas una idea, sólo en espacio de piernas Mercedes ha conseguido sacar 12 cm más que la generación saliente, mejorando también el espacio entre hombros. Los nuevos asientos son también claramente más cómodos —se agradece que su base tenga una longitud bastante generosa—, pueden contar con banqueta deslizante —14 cm de recorrido— y tienen de serie respaldos con 7 posibles regulaciones de inclinación, consiguiendo en la más vertical de ellas 435 litros de capacidad de maletero. La verdad es que no son demasiados en comparación con los 530 y 505 litros que anuncia el Audi Q3 o el BMW Q1, pero por sus formas y el divisor de altura, sí permiten poner orden.
Del ambiente, y al igual que ocurre con el Clase A, hay que descubrirse nuevamente frente a sus calidades y buen gusto, pero quitarse el sombrero supone invertir bastante dinero si quieres tener una presentación similar a la de esta unidad de pruebas aca
bada con madera, cuero y, sobre todo, equipada con las pantallas digitales opciones, las de 10,25 pulgadas, ya que las de serie son las de 7 pulgadas, algo que desmerece en un producto caro —con este mismo nivel de potencia y transmisión, un Q3 o un X1 cuestan, de media, 3.000 euros menos—. Para terminar plazas cuesta 2.000 euros más, mientras que en el compacto Clase A, el 220d es siempre de tracción delantera y tiene un precio de 38.930 euros. Eso sí, es claramente más pequeño... algo ha querido cambiar Mercedes de una generación a otra de GLA es, precisamente, eso, cómo se "conecta" su nuevo SUV con el conductor y ocupantes, abogando ahora por un producto más familiar y rutero y también más seguro. Y es que esta nueva generación puede tener ayudas a la conducción por doquier, aunque muchas de ellas haya que pagarlas. Para que te hagas una idea, si de entre sus más de 20 páginas de opciones eliges los elementos más exóticos, el sobrecoste podría dispararse en más de 20.000 euros.
COMODIDAD VS AGILIDAD. En concreto, y de la misma manera que ocurre con el Mercedes Clase B, hay un elemento rupturista con esa nueva Mercedes que nos venía ofreciendo productos con más ambición en la dinámica, y que en el GLA supone, en cierto modo, reencontrase con esas suspensiones "made in Mercedes" de hace décadas. Lo curioso es que, aunque la calidad de rodadura es verdaderamente sorprendente, la amortiguación no admite de buen grado las oscilaciones de alta frecuencia, tal vez por la amplitud de la amortiguación en extensión, pero en tér exquisito, característica que Mercedes tam
bién ha trabajado con un cuidadísimo aislamiento interior —ahora, lo que predominan son ruidos electrónicos o avisos de asistentes de conducción, a veces, demasiado molestos — y una aerodinámica muy depurada que permite rodar a velocidades altas sin que el viento suponga una molesta fuente de ruido.
Eso sí, el GLA ha perdido carácter en la misma proporción que ha ganando calidad de rodadura... y peso. Aunque todo sea dicho, tal vez sus claros balanceos —curiosamente, el cabeceo está mucho mejor controlado— puedan el comportamiento sólo por esa característica yor altura del puesto de conducción—, y aunque a decir verdad sí restan agilidad al GLA, también lo es que no afectan a la precisión de trayectoria ni mucho menos seguridad real al volante, siempre que asimiles que el testigo del control de estabilidad juega con roles muy lejos del primer atisbo de posible pérdida de trayectoria. La dirección es también muy agradable y, a buen juicio, Mercedes sólo combina la opción de dirección directa con cualquiera de las suspensiones opcionales, no con las más suaves que monta de serie, evitando que reac
ciones espontáneas puedan derivar en correcciones algo bruscas. Pero es un elemento de conexión con la carretera bastante informativo y, como todos aquellos otros en los que el funcionamiento es óptimo, no ha sido noticia en ningún momento de la prueba de conducción, ni tan siquiera cuando los distintos ajustes de conducción varían el reparto de par entre ejes, pasando del 80/20% estándar en eje delantero/trasero a un 70/30% en modo Sport, y hasta un 50/50% puntual
POTENCIA Y ECONOMÍA. El buen rendimiento y entrega de par del motor 2.0 litros contribuyen en cierto modo a no sentir que el GLA sea una pesada masa en movimiento, bien por encima de los 1.700 kilos, demasiados para un coche de su tamaño. También el cambio 8G-DCT, el último doble embrague desarrollado por la marca para motores transversales aporta suavidad y ra - ticular sonido del motor —ya en otras ocasiones te hemos comentado que nos resulta algo ronco, aunque su sonido no sea para nada poco agradable— proporcionan un fácil andar aprovechando el buen bajo régimen que tiene el motor entre 1.600 y 2.200 rpm, en los que marcha a marcha logra una constante ganancia de velocidad sin apa - mente una lógica larga octava relación con - les y a ritmos suaves. Consigue un consumo ligeramente por encima de los 5 l/100 km, subiendo hasta entre seis y medio y siete en un más realista escenario de carretera con cambios de ritmos y velocidades mayores. Por su parte, la capacidad prestacional está también asegurada aún cuando el mejor valor de este motor no es su capacidad de giro, sino sus poderosos medios. Una característica que incluso en conducción dinámica el cambio de marchas intenta siempre aprovechar en la media de lo posible, encontrando entre 3.000 y 3.500 una capacidad de empuje mucho más óptima que a regímenes superiores, guardando también la parte mecánica una coherente relación con el resto de apartados del coche. Para muchos, será un desafortunado adiós al anterior crossover GLA; para otros, el nuevo SUV GLA será una grata bienvenida.