Feliz en Williams

A pesar de que tenía un carácter apacible y risueño, cuando se bajaba la visera sufría una profunda transformación de la que él mismo se asombraba. Era agresivo, tenía prisa por hacer las cosas bien y sobre todo siempre pensaba que el equipo no jugaba a favor suya cuando debía hacerlo. Sentía devoción por Michael y nunca cuestionó entonces su primacía en el equipo, sin embargo con la llegada de Fernando Alonso las cosas fueron diferentes. Llegaba un campeón a su feudo y además ganando y eso no lo pudo soportar. Le desquició el hecho de que llegara para ganar el título con Ferrari, cuando él estaba allí para intentar ganarlo, además después de su accidente en Hungría ganar un título con Ferrari le hubiera llevado a lo más alto de nuevo. Sufrió como pocos y aquel cuarto campeón a su lado le sacó de sus casillas hasta decidir marcharse y ser feliz en Williams, lejos de la política y la presión de Ferrari. Estar en el equipo británico fue una liberación absoluta. Encontró un ambiente muy diferente al de Ferrari, más familiar y sobre todo no sentía la presión de la prensa italiana ni de Fernando Alonso aplastándole en la pista y fuera de ella. Fue como una liberación. Ahí se dio cuenta de que sus posibilidades de ser campeón habían terminado, pero no podía más. El agotamiento mental que sufrió pudo más que sus ansias por ser campeón con Ferrari. Peleó contra cuatro campeones.