Autopista

ECCLESTONE

- José María Rubio

Se las prometía muy felices cuando Senna se despidió de McLaren en 1993 con una victoria frente a los Williams, con quienes iba a correr en el 94. Para el británico el cambio de equipo de Senna era el contrapunt­o para frenar a la estrella emergente que tenía Benetton: Michael Schumacher. Sin embargo, con Williams no llegó a sumar ni un punto y su nom

BRE NO APARECE EN LA CLASIFICAC­IÓN del mundial de 1994. Un trompo en el inicio de la subida hacia la recta en Interlagos, un accidente en la salida en Aida y el accidente fatal en Imola. Esas tres carreras fueron su amarga despedida de la F1. Si hubiera tenido un carácter como el de Lauda o Fittipaldi no hubiera fallecido en Imola, porque no hubiera corrido. Emerson no corrió en Montjuich en 1975 por seguridad y Lauda se paró en Fuji cuando podía haber sido campeón en 1976. Pero Senna no contemplab­a esa “derrota”. Schumacher era su rival en 1994 y el brasileño no podía permitirle acumular más puntos dejándole correr al alemán solo en Imola. La obsesión de Ecclestone era que el circo tenía que seguir. La muerte de Ratzenberg­er el sábado no la consideró motivo

SUFICIENTE PARA CANCELAR LA CARRERA en señal de duelo, ya que era un piloto irrelevant­e y nadie lo iba a echar en falta. Y ese ha sido uno de los dramas en la vida de Ecclestone, hoy padre de un niño, hijo de la brasileña Fabiana Flosi, 46 años más joven que él. Bernie es un tipo duro, pero la losa de no haber suspendido aquella carrera le ha perseguido desde entonces. Sabe que su negativa a suspender la carrera provocó el accidente. Los arreglos en la columna de dirección del Williams de Senna fueron hechos a base de reducir diámetro en la caña, y eso nunca se hubiera realizado así en la fábrica.

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