Autopista

Ambos lados de la realidad

- MICHAEL SCRÖDER / BS (TEXTO). FOTOS: ARTURO RIVAS.

Habría sido un emocionant­e duelo de súper coches en los años 70: Mercedes C 111-II frente al Lamborghin­i Countach LP 400, pero el ala de gaviota suabo siguió siendo un prototipo. Hoy, cumplimos ese sueño y lo llevamos a la carretera, donde el Lambo nos espera.

QUÉ DUELO HABRÍA SIDO EN NUES

tras carreteras en los años setenta! La revolucion­aria tecnología Wankel contra el brutal V12 italiano. Pero en la vida no se cumplen todos los deseos, por desgracia ni siquiera los de los ingenieros de Mercedes, a quienes les llegó el momento de abandonar su visionario proyecto del C-111.

Al menos, fabricaron varios prototipos de un súper deportivo vanguardis­ta con motor central, puertas de ala de gaviota y faros abatibles. Muchos lo considerar­on el sucesor del 300 SL. Sin duda, el salvaje Lamborghin­i era el rey de la carretera en los años setenta. Pero el Mercedes también habría captado la atención hace cinco décadas, si alguna vez hubiera pasado a la producción en serie más allá de su uso como vehículo de investigac­ión y experiment­ación. Quedó como póster en muchas habitacion­es de adolescent­es y talleres o como codiciada miniatura de Märklin, Schuco o Wiking.

Hoy, sin embargo, ambos están frente a mí a escala 1:1, con sus puertas abiertas de par en par y las llaves en el contacto. A la izquierda, ese pez en forma de cuña de Sant’Agata Bolognese, nacido en 1976, de solo 1,07 metros de altura, cuyo nombre completo es LP 400 «Periscopio» y que procede de la colec e rm l a a e la a e t tt art El color oro metalizado se adapta a este deportivo de altas prestacion­es poco convencion­al, diseñado por Marcello Gandini. Sus abruptos contornos y las armoniosas tomas de aire de refrigerac­ión le hacen parecer un avión de combate sobre ruedas, no hay otra forma de describir la extraña belleza del Countach original.

Frente a él se encuentra el C 111-II de la colección Mercedes-Benz Classic, diseñado de forma increíblem­ente atemporal por Bruno Sacco, cuya carrocería de plástico luce naturalmen­te un color naranja intenso. «Otoño blanco» fue el nombre que dieron a esta brillante tonalidad, elegida en su día por Mercedes como color simbólico del progreso. Fabricado en 1970, es uno de los seis únicos ejemplares de la segunda serie del C 111, que se presentó solo unos meses antes durante el Salón de Fráncfort, en otoño de 1969.

AMBOS SE DISEÑARON A FINALES DE LOS 60, CON UN ESTILO TAN ORIGINAL COMO LLAMATIVO

EL MOTOR DEL COUNTACH ES COMO UNA ESCULTURA QUE LLEVA EL EMBRAGUE Y LA CAJA DE CAMBIOS

Ya en la primavera de 1970 sustituyer­on el motor rotativo original de tres rotores, con una cilindrada de 600 cm³ cada uno y 280 CV, por uno de cuatro rotores, la misma cilindrada unitaria y 350 CV a 7.200 r m ra as a esa te a a s s st a a aer - námica, el C 111-II podía alcanzar unos impresiona­ntes 300 km/h, la prestigios­a barrera contra la que los demás deportivos hasta entonces se habían estrellado. Para la época, el esprint de 0 a 100 también era de otro mundo: solo 4,8 segundos.

Desgraciad­amente, ya no es posible recrear y, sobre todo, revivir todo esto; el último motor Wankel, denominado internamen­te M 950, fue degradado a pieza de museo en 1989, sin esperanza de revivirlo. En lugar del enorme motor de cuatro rotores, hoy en día se encarga de la propulsión un V8 de la serie M 116, con 3,5 l y desgraciad­amente solo 205 CV. Que este motor esté en esta unidad del C 111-II no es descabella­do desde el punto de vista histórico: este V8, probado miles de veces, ya se utilizaba en 1970 para realizar recorridos comparativ­os en el C 111-II que tengo ahora delante y que espera una vuelta.

Pero primero echo un vistazo bajo el capó del LP 400: no es una sala de máquinas de aspecto improvisad­o como la del C 111, sino pura estética V12. Con sus tapas de culata barnizadas, una impresiona­nte ater a e ar ra res ara a a la e l r s unos cables de encendido rojos, el motor es como una escultura que lleva el embrague y la caja de cambios. Podría mirar esta obra de arte V12 de 375 CV durante horas. Pero quiero conducirlo.

Me deslizo por el ancho umbral, con el pie derecho r ela te e el ltra as e t t a et r - fundamente contornead­o del Countach, cuyo habitáculo está parcialmen­te forrado de cuero en un brillante tono «Senape» (mostaza). La originalid­ad casi intacta de este deportivo continúa en el interior, aunque cuesta un poco acomodarse entre el pontón lateral de la puerta y el voluminoso túnel central que alberga la transmisió­n. En el espacio para los pies, ligerament­e desplazado hacia la derecha, las cosas están aún más apretadas.

La visión de la carretera es buena, probableme­nte también porque el panel de instrument­os, con sus

ocho indicadore­s redondos necesariam­ente bastante pequeños, se mantiene muy plano. Sin embargo, los testigos solo son perceptibl­es a segunda vista porque quedan ocultos detrás del radio izquierdo del volante.

El V12 de 3,9 l se pone en marcha con toda su fuerza enseguida. No deja ninguna duda, incluso al ralentí, de que le encantaría girar en un circuito. Pero a nosotros, el impetuoso Lambo y su tenso conductor, nos viene muy bien el camino de acceso, como se llama la pista de pruebas de Mercedes-Benz en Untertürkh­eim, que hoy está reservada exclusivam­ente para nosotros. Solo la legendaria curva peraltada con un ángulo de inclinació­n de hasta 90 grados se le niega al Countach y más tarde también al C 111. Está reservada exclusivam­ente a los pilotos de pruebas de la casa.

Afortunada­mente, en el otro extremo de las dos largas rectas está la contra curva que recibe al Countach. Me costó dos o tres vueltas hacerme con él. El embrague y la palanca de cambios son duros, la re re ta tam e e s ma s rmes. Pero nos hicimos amigos. Dejo que corra cada vez más deprisa, acompañado de un tremendo rugido de ira.

Por encima de 5.000 rpm se produce una explosión acústica en el habitáculo. El cuentavuel­tas sigue disparado hacia la marca de los 6.000, clack, tercera marcha, el pie pisa a fondo hasta que se vislumbra el extremo opuesto de la pista, donde una horquilla reemplaza a la gran curva peraltada. El Lambo desconoce por completo la inclinació­n lateral. Va calzado sobre ruedas de 14 pulgadas, que hoy en día parecen diminutas, y cada orden de dirección se ejecuta directamen­te. Las curvas le sientan bien, especialme­nte las rápidas, si estás preparado para adaptarte a ellas. El Countach sigue siendo un coche de carreras es e le l e e t ta t s a m emocionalm­ente.

Al llegar al Mercedes, se siente una extraña sensación en el estómago: ¿cómo entrar en un coche con las puertas de ala de gaviota levantadas? Tal vez sea una

PARA TENERLO OPERATIVO, ESTE C 111 TIENE UN MOTOR V8, NO EL ROTATIVO ORIGINAL

buena idea no dejarse llevar, simplement­e inclinarse sobre el umbral igualmente ancho, bajo el que está uno de los dos depósitos, como en el Lamborghin­i. Y después, dejarse caer en el asiento.

Pero el muy venerado C 111 me recibe más abajo de lo esperado. Delante veo grandes instrument­os VDO y un volante tomado del SL R107. Incluso los interrupto­res y también la Becker Grand Prix instalada en el borde son en parte del salpicader­o del descapotab­le. Pero, por otra parte, la posición baja del asiento y el cinturón de seguridad de cuatro puntos te recuerdan estar sentado en un súper deportivo, aunque parece inacabado en algunos lugares porque nunca pasó de ser un prototipo. Con un lazo, tiro de la puerta hacia abajo y dejo que caiga. ¿Sueño o realidad? Por el momento, ambas cosas son ciertas.

El V8 de 3,5 litros se enciende con el primer giro de la llave, sonando tan familiar como el SLC de mi vecino, aunque un poco más fuerte. Salimos a la pista y rápidament­e nos calentamos el uno al otro, a pesar de la caja de cambios algo lenta. Con sus 205 CV, el C 111-II obviamente no puede igualar al Countach, pero el V8 ofrece un delicioso “staccato” a régimen alto, que al menos empieza a reconcilia­r la sensación de frustració­n por no poder disfrutar del motor Wankel de cuatro rotores. La brillante suspensión de doble horquilla podría fácilmente contar con más caballos.

Así que el C 111-II sigue siendo visualment­e un súper deportivo, pero su propulsión no está a la altura e esta rma l al m rta a as a que emana de este coche único es inigualabl­e.

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 ?? ?? CAMINOS DIVERGENTE­S En MercedesBe­nz cuidaron una aerodinámi­ca fluida; Gandini (Bertone) tiró de escuadra y cartabón.
CAMINOS DIVERGENTE­S En MercedesBe­nz cuidaron una aerodinámi­ca fluida; Gandini (Bertone) tiró de escuadra y cartabón.
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 ?? ?? SIN CORTAPISAS Increíbles siluetas para nuestros dos protagonis­tas. El interior del Countach es futurista y el motor, un V12 a lo grande: 4 litros y seis Weber dobles.
SIN CORTAPISAS Increíbles siluetas para nuestros dos protagonis­tas. El interior del Countach es futurista y el motor, un V12 a lo grande: 4 litros y seis Weber dobles.
 ?? ?? UN DISEÑO MUY PECULIAR Voluminoso túnel central que alberga la transmisió­n en el LP-400. Cambio manual de 5 relaciones.
UN DISEÑO MUY PECULIAR Voluminoso túnel central que alberga la transmisió­n en el LP-400. Cambio manual de 5 relaciones.
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 ?? ?? OBRAS DE ARTE
Fabricado en 1970, el C 111-II es uno de los seis únicos ejemplares de la segunda serie del C 111. El Countach, nacido en 1976, de solo 1,07 metros de altura, cuyo nombre completo es LP 400 «Periscopio», fue diseñado por Marcello Gandini.
OBRAS DE ARTE Fabricado en 1970, el C 111-II es uno de los seis únicos ejemplares de la segunda serie del C 111. El Countach, nacido en 1976, de solo 1,07 metros de altura, cuyo nombre completo es LP 400 «Periscopio», fue diseñado por Marcello Gandini.
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 ?? ?? SUEÑO HECHO REALIDAD Espectacul­ar duelo de la revolucion­aria tecnología Wankel contra el brutal V12 italiano.
SUEÑO HECHO REALIDAD Espectacul­ar duelo de la revolucion­aria tecnología Wankel contra el brutal V12 italiano.
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 ?? ?? MENOS FANTASÍA El interior es prácticame­nte el de los SL R107. Detrás, este motor V8 apócrifo permite usarlo cuando se quiera.
MENOS FANTASÍA El interior es prácticame­nte el de los SL R107. Detrás, este motor V8 apócrifo permite usarlo cuando se quiera.
 ?? ?? LEJOS DE LO CONVENCION­AL Los alemanes optaron por puertas del tipo alas de gaviota; los italianos, por apertura de tijera.
LEJOS DE LO CONVENCION­AL Los alemanes optaron por puertas del tipo alas de gaviota; los italianos, por apertura de tijera.

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