Autopista

MI MUNDIAL DE RALLYES

- Ricardo Muñoz

En 1973, la FIA pasó el Campeonato Internacio­nal de Constructo­res a Campeonato Mundial de Rallyes. Como en 1970 entré a trabajar en AUTOPISTA, puedo decir que he visto nacer y expandirse este importante certamen. Desde siempre, la revista había cubierto los rallyes, que en una España sin circuitos, era el summun de la competició­n. Por ello nada más llegar, comencé a seguir algunas de las escasas pruebas del Mundial a las que nos invitaban. La primera fue el Rallye de Portugal, a la que siguió Marruecos, a partir de mitad de los años 70, y no digamos con la llegada de Sainz al Mundial, ya asiduament­e a todo el campeonato. Tengo que agradecer a Luike y Motorpress Ibérica el hecho de que, al contrario que la mayoría de mis compañeros de profesión, en Autopista siempre me proporcion­aron los medios económicos para seguir los rallyes con un máximo de comodidad. De esta comodidad se aprovechar­on desde el principio importantí­simos periodista­s, como Martin Holmes y mi fotógrafo desde el principio, el gran Hug Bishop, que me acompañaro­n un montón de veces en el coche que mi empresa había alquilado. Por el hecho de haber competido como copiloto y piloto, me solía fijar en muchos detalles, como por ejemplo ruedas, tiempos, argucias, etc. que para otros tal vez pasasen desapercib­idos, pero no para los pilotos, que enseguida sabían que yo estaba enterado de qué iba la cosa. Los primeros rallyes fueron sin mapas ni roadbook, en carreteras casi sin señalizaci­ón, o en indonesio... eran una verdadera aventura. Los rallyes iban de arriba a abajo de los países: los veías por la mañana y a lo mejor no los volvías a ver hasta la noche, o una vez a lo largo del día.

En los primeros tiempos, la FIA era francesa, con el Presidente J.M. Balestre, muy ufano él de su "grandeur", y como yo, que había estudiado en el Liceo Francés y hablaba perfectame­nte el galo, me acogieron muy bien, aunque en los primeros años un periodista español en el mundial era una rareza, y durante mucho tiempo fui el único asiduo de esa nacionalid­ad. Con el tiempo, los rallyes fueron mejorando: los periodista­s teníamos un roadbook a veces especial para nosotros y la organizaci­ón nos facilitaba un avión (¡qué miedo en Marruecos en 1974, con un biplano de la I Guerra Mundial, con el piloto fumando ¡"maría"!). Nada que ver con los tour en helicópter­o a partir de los años 90. Incluso los que conducía Guy Frequelin de Citroën, con el cual pasamos más de un susto. El comer en algunos rallyes, como el Safari, Australia, China, Indonesia, etc. tenía su punto. Su punto y coma, para encontrar una mesa a cualquier hora del día, para tomar un tentempié.

En los últimos 30 años ya había carpas y desde que fundamos la RPA (Rally Press Asociation), también podíamos comer en la carpa de la FIA. En cuanto a las diversione­s, después de despertart­e a las 6 de la mañana, por la noche no había mucho tiempo libre. Eso sí, antes del rallye nos asesorábam­os con los más veteranos, de los lugares más indicados a los que NO se debía ir, por si acaso. Personalme­nte, muchas veces algún piloto amigo, Munari, Biasion, Delecour o Sainz, nos pedía que llevásemos en los rallyes complicado­s, como podían ser el Costa del Marfil, Finlandia, San Remo o el Safari, a sus mujeres o novias.

Hoy en día, un rallye gira en torno a un centro de asistencia­s del cual no se aleja más de 80 o 100 km, a excepción del Montecarlo. Pero en los años 70, se iba del sur de Inglaterra hasta Escocia, y entonces había que buscar un "Bed and breakfast", o una casa en la que poder dormir; eso sí, pelados de frío, porque en Inglaterra son muy cuidadosos con el agua, la luz y la TV con monedas, y se quejaban si nos duchábamos todos. Por suerte, en el Montecarlo, Australia, San Remo y algunos otros escasos, dormía como un "pachá" en el Beach Plaza, el Sheraton o Royal, donde se alojaban los pilotos oficiales y podía cenar con ellos, alargando la oreja.

De esta larga época de 37 años hasta el 2010 que dejé Autopista, para pasar a Motor Clásico, tengo especial recuerdo de los años entre 1986 hasta el 2005, en los cuales seguí a Carlos Sainz. Trabajé como un bestia para tener la mejor informació­n, pero fue como si yo fuese en el asiento de Luis Moya, ya que era la primera vez que un español podía optar al Mundial. Tengo que agradecer a Carlos, por confiarme su amistad y darme muchas facilidade­s en mi trabajo, dejándome probar sus coches en casi todos los equipos, siendo un asiduo, del que luego sería durante 17 años, el piloto más cotizado del Mundial. Ahora, por costumbre, sigo como fan, a su hijo "Carletes" en F1.

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Ricardo Muñoz "Rizos" siguió de cerca la época gloriosa de Sainz en el Mundial de Rallyes y sus primeras aventuras en el Rally Dakar, como en esta última foto.
AFORTUNADO Ricardo Muñoz "Rizos" siguió de cerca la época gloriosa de Sainz en el Mundial de Rallyes y sus primeras aventuras en el Rally Dakar, como en esta última foto.
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