LA AUTONOMÍA NO IMPORTA (CASI)
Actualmente todo coche eléctrico tiene una autonomía suficiente para los desplazamientos cotidianos de la mayoría de los usuarios. Durante 2019, en Europa un coche recorrió una media semanal inferior a 220 km (fuente: Enerdata) y esa cifra no ha dejado de bajar desde 2000. Es decir, casi cualquier coche eléctrico del mercado podría circular una semana con una sola carga. Ciertamente, hay usuarios que no están en la media y necesitan más autonomía. Pero son mayoría los que no la necesitan pero sí la quieren. Es algo muy común en el automóvil: motores muy potentes que jamás llegan al régimen y a la carga en donde dan todos sus caballos; coches de siete plazas en los que solo van siete personas la semana después de comprarlos; maleteros inmensos casi siempre vacíos; cuatro ruedas motrices que nunca llegan a pisar otra cosa que asfalto. Y, por supuesto, durante un periodo muy prolongado, versiones Diesel que jamás se llegaron a amortizar.
Más que la tecnología, lo que impulsaría la difusión del coche eléctrico sería un cambio de mentalidad que no cabe esperar. Comprar lo que hace falta y nada más llevaría a coches eléctricos de bajo coste, con unos 150 km de autonomía y pensados para los trayectos cotidianos.
No sé cómo sería posible propiciar algo así, pero sí que se está haciendo justo lo contrario. En su día la potencia del motor era la escala principal del automóvil: cuantos más caballos, más caros y “mejores”. Con el coche eléctrico eso sigue ocurriendo y, además, se introduce la variable de la autonomía. Las marcas manejan esa cifra como una de las medidas del valor del coche. El resultado: la mayoría de los usuarios cree que 200 km es poco y bien compra un coche eléctrico que realmente no necesita, o bien no compra ninguno porque no se puede permitir uno con la autonomía que cree necesitar.