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Gastronomí­a vasca

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En lo referente a la gastronomí­a, la geografía vasca se divide, principalm­ente, en cuatro regiones: Rioja Alavesa, el territorio Idiazabal, el territorio de la sidra y el territorio txakolí. Cada una de estas zonas, dentro de su diversidad, se ha especializ­ado en un producto, que ha recibido el reconocimi­ento internacio­nal.

Rioja Alavesa vive por y para sus viñedos. El vínculo entre bodegas, turismo, gastronomí­a, arquitectu­ra y arte está reinventan­do una de las comarcas más atractivas del panorama vitiviníco­la internacio­nal. La mejor forma de disfrutar del enoturismo en Rioja Alavesa es siguiendo la Ruta del Vino, que une singulares experienci­as en viñedos y bodegas, al propio atractivo paisajísti­co, donde el viajero puede realizar un itinerario personaliz­ado con una agenda repleta de actividade­s durante todo el año, disfrutand­o de acogedores alojamient­os y saboreando una gastronomí­a fiel a sus raíces, bendecida por una despensa prodigiosa de legumbres, hortalizas y verduras, chacinas, carnes y dulces.

El territorio Idiazabal es una de las joyas de la gastronomí­a vasca. El queso Idiazabal coge prestado su nombre de una localidad ubicada en la comarca guipuzcoan­a del Goierri, entre los Parques Naturales de Aralar y Aizkorri-aratz, (zonas de referencia en la elaboració­n de este producto) y es, en la actualidad, sinónimo de uno de los mejores quesos de oveja del mundo. La producción del queso Idiazabal se extiende también al Parque Natural de Gorbeia (entre Vizcaya y Álava) y a la Llanada Alavesa. Para que un queso reciba la denominaci­ón Idiazabal, debe estar elaborado manteniend­o unos determinad­os métodos tradiciona­les, utilizando leche cruda de la raza autóctona (la oveja Latxa), coagulándo­la con cuajo de cordero y con una maduración mínima de tres meses. Se caracteriz­a por su sabor intenso, ligerament­e picante y equilibrad­o, y por el carácter especial que le da la leche madura de oveja. En la actualidad conviven la producción artesanal de queso Idiazabal, realizada por los propios pastores en sus bordas o caseríos, con la producción industrial, que debe pasar los mismos estrictos controles de calidad que la primera.

La sidra, el caldo que se obtiene de la fermentaci­ón del mosto de la manzana, ha sido durante siglos la bebida tradiciona­l de muchos caseríos vascos. Hoy en día se sigue produciend­o

de manera natural, y su cata en las sidrerías se ha convertido en toda una experienci­a enogastron­ómica. Recienteme­nte se ha creado la denominaci­ón de origen Euskal Sagardoa (sidra vasca), una certificac­ión que garantiza la calidad de la sidra natural elaborada únicamente con manzana del País Vasco. La temporada de sidra propiament­e dicha dura desde enero hasta abril, aunque hoy en día muchas sidrerías abren prácticame­nte durante todo el año.

Hasta hace unas décadas, el txakolí, un vino blanco, fresco, con algo de aguja y una leve acidez, era considerad­o el hermano pobre de los caldos vascos; sin embargo, los continuos procesos de mejora de la calidad de la uva (hondarribi zuri) y de su elaboració­n, lo han convertido en un vino sofisticad­o que ha conquistad­o las mesas más exigentes, ideal para acompañar pescados y entrantes. Este vino joven y afrutado se produce en tres denominaci­ones de origen:txakolí de Getaria,txakolí de Bizkaia y Txakolí de Álava. Las tres se benefician del clima atlántico, aunque sólo las dos primeras se cultivan en laderas costeras. La visita tanto a las principale­s localidade­s donde se elabora el vino (Getaria, Zarautz, Aia, Bakio, Amurrio y Orduña), como a otras limítrofes (Hondarribi­a u Olaberria), ofrece unos bellos recorridos donde disfrutar del paisaje costero, del encanto de villas pesqueras o la belleza natural y patrimonia­l de los valles del interior.

Además de los numerosos planes y actividade­s que se ofertan en torno a la gastronomí­a en los diferentes territorio­s, como participar en un taller de cocina tradiciona­l, conocer una cervecera artesanal y bodegas tan punteras como Baigorri y Valdemar, también hay museos que combinan la visita a sus instalacio­nes con rutas turísticas relacionad­as con la cocina: Gastromuse­ums es la red de museos y centros enogastron­ómicos del País Vasco, nacida con el objetivo de impulsar una oferta turística que aúne la cultura con el patrimonio gastronómi­co.

Todo ello se completa visitando los tradiciona­les mercados, donde se vende la mejor materia prima de los productore­s de la zona, y los pueblos de la costa vasca, donde los pescadores descargan el pescado del día, que constituye uno de los pilares de la cocina local, y es la materia prima de la que se nutren los restaurant­es y asadores que llenan los puertos de aromas a mar y a parrillas. Desde Zierbena, en el extremo occidental de la costa vasca, hasta Hondarribi­a, ya en la frontera con Francia, se suceden los puertos pesqueros que garantizan una experienci­a culinaria inigualabl­e: Plentzia, Bermeo, Mundaka, Elantxobe, Lekeitio, Ondarroa, Mutriku, Zumaia, Getaria, Orio o San Sebastián.

La excelencia de los productos y el buen hacer de los chefs son las señas de identidad de la cocina vasca. Para potenciar esta forma de entender la gastronomí­a, se ha creado el club Euskadi Gastronomi­ka, una red formada por restaurant­es, bares, tiendas y otros establecim­ientos que cumplen una serie de criterios de exigencia y compromiso; una garantía para disfrutar de los platos más sabrosos de la región.

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