¡DA LA BRASA!
Seis pasos para convertir el fuego en un lecho de brasas sobre el que preparar un asado infernalmente bueno
1. Preparar y encender Se necesita madera dura o de frutal seco (haya, roble, cerezo, ciruelo...) sin tratar y cortada en leños de grosor similar a un brazo, se puede adquirir en tiendas. Primero se apilan sobre suelo llano y firme virutas finas de madera dura y luego trozos de corteza secos en capas sueltas; se les prende fuego. 2. Atizar el fuego protegiéndolo del viento
Poner encima unas 2 capas sueltas de virutas, de un grosor máximo similar al de un lápiz sin sofocar las primeras llamas. Si fuera necesario, colocar leños gruesos a los lados que eviten el paso de las ráfagas de viento y protejan el fuego.
3. Dejar arder Dejar que las virutas ardan por completo hasta que prenda una llama fuerte.
4. Reponer Colocar alrededor virutas más gruesas y los primeros trozos de madera, de unos 3 cm de grosor, formando una hoguera. Poner la madera en capas no compactas para que el fuego tome oxígeno, arda limpiamente y no humee.
5. Apilar y calcinar Cuando la pila de madera arda con llamas claras, añadir capas de leños gruesos de encina de 25 - 30 cm de largo para lograr suficientes brasas. ¡Siempre en capas sueltas y poco compactas! Advertencia: tirar colillas, papel u hojas de periódico es un sacrilegio ¡en una hoguera de brasas nunca se quema basura! Dejar arder hasta que solo salgan pequeñas llamas incoloras (alrededor de 1 hora).
6. Romper el montón de brasas En cuanto los leños se deshagan en trozos de carbón, distribuirlos formando un lecho de brasas de unos 2 cm de espesor. Entresacar los trozos humeantes. Volver a apilar los carbones restantes junto al lecho de brasas y atizarlos. Dejar que se pongan al rojo para reponer el lecho de brasas. Repartir los alimentos sobre las brasas y removerlas para aumentar el aporte de oxígeno y evitar el humo.