Celeste Crianza, cerca del cielo

Son muy pocos los vinos que aguardan al crepúsculo para rendirse a la fascinación del firmamento, pero Celeste es uno de ellos.

Un vino que atesora la frescura, la emoción y la intensidad de una noche estrellada, porque nace a casi 900 metros sobre el nivel del mar, donde las viñas y el cielo estrellado establecen una mágica conexión. En el corazón de este paraíso vinícola se encuentra Pago del Cielo, bodega castellana que aúna la experiencia y el compromiso con la calidad, la esencia más auténtica de esta ancestral tierra de vinos. Los mejores vinos no esconden secretos: son un fiel reflejo del lugar del que proceden. Por tanto, su excelencia es consecuencia de la singularidad de su origen, Fompedraza, la localidad vecina del Campo de Peñafiel (Valladolid) donde se asienta Pago del Cielo, es un lugar excepcional. Se sitúa a 895 metros sobre el nivel del mar, en las cotas más altas de la D.O. Ribera del Duero, donde las viñas y el cielo estrellado establecen una mágica conexión. Celeste Reserva fue el primer vino elaborado en Pago del Cielo. La bodega aúna tradición y compromiso con el trabajo, la pasión y el conocimiento técnico de un equipo liderado por Juan Ramón García, vinculado a la bodega desde hace más de doce años. Pago del Cielo lanza estas Navidades su Celeste Crianza 2015, envuelto en un estuche cilíndrico que reproduce las estrellas que decoran su etiqueta, el regalo perfecto esta Navidad. La intensidad aromática de Celeste Crianza le permite maridar a la perfección con recetas clásicas de carne, como solomillo Wellington, pavo, presa ibérica, chuletón, carrillera, rabo de toro, capón o cabrito, así como con platos más ligeros.