Beef!

La sorpresa de la barbacoa: tarántulas y escorpione­s

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Los escorpione­s fritos crujientes a la parrilla no son nada raros en países asiáticos. Pero las tarántulas solo se comen en pocas zonas del mundo, por ejemplo en Brasil o en Camboya. Al igual que el pez globo, las tarántulas, que en la selva amazónica de Venezuela llegan a medir 12-28 cm con las patas extendidas, necesitan una mano firme. Las especies sudamerica­nas hay que degustarla­s con especial cuidado: su vientre está recubierto de pelos urticantes venenosos que pueden provocar reacciones alérgicas en la piel y en las vías respirator­ias. Las especies asiáticas son menos complicada­s: tras quemar cuidadosam­ente los pelos (foto 1) se fríen, se retiran las puntas de las patas y las pinzas de la boca no comestible­s y ya se pueden consumir. Por cierto: nuestro cocinero nos dice que saben un poco a carne de pollo.

De las 2.350 especies de escorpione­s que se conocen en el mundo, que pueden alcanzar una longitud de hasta 21 cm, solo unas pocas son peligrosas o incluso mortales para el ser humano. Al freírlos, se neutraliza el veneno que todavía puedan contener. Pero, antes de hincarles el diente, debes cortarles el último segmento posterior engrosado que contiene la glándula del veneno, así como el aguijón (foto 2). El sabor del escorpión frito recuerda el de un bollo salado crujiente. ¡Algunos también dicen que sabe a hígado de cerdo asado! Atención: las partes duras de bordes afilados que tiene el caparazón de quitina las tienes que masticar a fondo.

COMPRA Hay tarántulas y escorpione­s frescos en tiendas de terrario, y también se pueden comprar por Internet. Según la especie y el tamaño, pueden costar unos 25 euros la unidad.

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