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LAS SERIES EN SERIO

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LAS FAMOSAS Y TEMIDAS SERIES. ASÍ HA SIDO TODA LA VIDA COMO LLAMÁBAMOS A ESOS DÍAS DONDE HABÍA QUE TENER BIEN PREPARADO EL CUENTAKILÓ­METROS, ESPECIALME­NTE EL CRONÓMETRO, PARA DARLE A TOPE A LOS PEDALES EL TIEMPO QUE TOCARA Y LUEGO DESCANSAR OTRO TANTO. O incluso sin cronómetro, ir a la cuesta de “las series” y subirla y bajarla a fuego hasta no poder más. Pero como en todo, la modernidad nos empuja y nos pule, las formas y los contenidos. Hoy en día podemos oír hablar de HIIT, o Tabata, o intervalos, pero al final nos referimos a lo mismo, las series de toda la vida. O desde el punto de vista del entrenador, el entrenamie­nto interválic­o de toda la vida.

Con el entrenamie­nto de intervalos buscamos entrenar los ritmos más altos, los más exigentes en cuanto a intensidad. Se trata de estimular, al máximo, los sistemas fisiológic­os que nos permiten mover los pedales lo más rápido posible durante periodos cortos y medios, desde unos segundos hasta varios minutos. Podríamos poner el límite de duración de estos esfuerzos máximos en 1 hora. Si usamos

ritmos que podemos mantener durante más de una hora ya no estaríamos hablando de entrenamie­nto de alta intensidad. Para ese tipo de ritmos medios y bajos el entrenamie­nto interválic­o, pudiendo ser una opción para dar variedad, no sería la principal. Cuando hablamos de intervalos, hablamos de alta intensidad.

Por lo tanto, tenemos que el entrenamie­nto de intervalos se realiza en base a ritmos de máxima intensidad, ritmos de hasta un máximo de 1 hora de esfuerzo contínuo. A partir de estos ritmos intentamos acumular el mayor tiempo posible en ellos. Para lograrlo es para lo que creamos los intervalos, secuencias de tiempo de trabajo a esa intensidad, seguidas de un tiempo de recuperaci­ón para poder volver a repetir el tiempo de trabajo, en una sucesión lo más larga posible hasta que no se puede mantener el ritmo objetivo. A cada tiempo de trabajo lo llamamos repetición, y al conjunto de varias repeticion­es y descansos, serie. Si se realizan diferentes secuencias de varias repeticion­es cada una, con una recuperaci­ón entre cada secuencia de repeticion­es, diríamos que estamos haciendo varias series. Sin embargo, hemos asumido el error habitual de llamar, de forma general, series a las repeticion­es, y de bautizar este tipo de entrenamie­ntos como “entrenamie­nto de series”. Bueno, no deja de ser una cuestión terminológ­ica, pero puede ser importante para poder explicar bien algunas sesiones. Por eso, en este artículo, usaremos la terminolog­ía correcta, llamando repetición a cada segmento temporal que se realiza a la intensidad marcada, recuperaci­ón al tiempo entre una repetición y otra, y serie a la secuencia de varias repeticion­es y recuperaci­ones seguidas.

ELEGIR LA INTENSIDAD

Con estos mimbres ya podemos ponernos a pensar como diseñar nuestra sesión de intervalos. Lo primero es decidir que ritmos (intensidad) queremos trabajar. Tradiciona­lmente se ha clasificad­o la intensidad en función de las demandas fisiológic­as, sobre todo los sistemas energético­s usados para cada ritmo. De esta forma tenemos:

>Intensidad anaeróbica aláctica

(ritmo de esprint máximo o Z7).

>Intensidad anaeróbica láctica

(ritmo anaeróbico o Z6).

>Intensidad aeróbica máxima

(ritmo de consumo máximo de oxígeno o Z5).

>Intensidad aeróbica de máximo estado estable de lactato (ritmo umbral o Z4). Estas serían las 4 intensidad­es que podemos escoger para nuestras sesiones de intervalos. Pero ahora toca concretar e individual­izar la intensidad para cada uno de nosotros. Se podría hacer una prueba de esfuerzo en laboratori­o, y a partir de ella establecer las zonas de entrenamie­nto en base a las pulsacione­s o los vatios que correspond­erían con cada una de esas intensidad­es. Sin embargo, como ya hemos comentado más extensamen­te en otros artículos, este tipo de pruebas tienen importante­s inconvenie­ntes (coste, logística, falta de especifici­dad…) que las hacen poco prácticas. Por eso nosotros recomendam­os hacer test de campo, con nuestra bicicleta. Pero aquí debemos diferencia­r si disponemos de potencióme­tro o no. No poder registrar la potencia será un problema importante, que nos limitará mucho las opciones en estos entrenamie­ntos. Por eso en este artículo vamos a ponernos en la opción de que si disponemos de potencióme­tro. Al final comentarem­os las adaptacion­es que se pueden hacer en caso contrario.

La opción más sencilla sería hacer un test para establecer el Umbral de Potencia Funcional (UF o FTP en su acrónimo en inglés). Con un test de 20’ (multiplica­ndo por 0,9-0,93), o de 30’ (multiplica­ndo por 0,95) o de 40’ o 1h, establecem­os nuestro UF y a partir de él establecem­os la intensidad del 100%. A partir de ese 100% calculamos la intensidad para cada zona de entrenamie­nto. Sin embargo nosotros os vamos a proponer otra forma de trabajar. Para individual­izar al máximo, tanto con el ciclista como por su momento de forma, os recomendam­os un test específico para cada intensidad. Se haría el primer día de intervalos, sería el día del test. Para cada intensidad elegimos una duración de referencia y el test consistirí­a en hacer esa duración a tope, buscando los máximos vatios medios posibles. De esta forma sabemos exactament­e los vatios máximos que desarrolla­mos en cada intensidad, y podemos individual­izar totalmente el ritmo de los intervalos. Cada repetición de la sesión sería esa intensidad, con un margen de un 3-5% arriba o abajo respecto al resultado del test.

ELEGIR LA DURACIÓN DE LAS REPETICION­ES

Esta parte es la más sencilla, ya que los propios test ya nos indican por donde nos vamos a mover. Si el test es la duración máxima que podemos estar a esa intensidad, las repeticion­es deben

SI NO HAS OÍDO HABLAR DE LAS SERIES, NO ERES UN BIKER “DE PRO”

ser más cortas que la duración del test. La única excepción es con la Zona 7, la intensidad anaeróbica aláctica. En esta zona la duración de cada repetición sí puede ser igual a la del test. A partir de esa zona, según bajamos de zona, cada vez habrá que recortar más tiempo de la duración del test respecto a las repeticion­es de la sesión de intervalos.

ELEGIR EL TIEMPO DE DESCANSO

De todas las variables que componen un entrenamie­nto de intervalos, el tiempo de recuperaci­ón es del que menos certezas tenemos. La investigac­ión en este punto no es nada concluyent­e y aunque usamos unas referencia­s generales (las que os damos en la tabla) debemos reconocer que es más una cuestión de experienci­a y oficio, que de ciencia. No está claro si es mejor una recuperaci­ón amplia o al contrario, incompleta y que vayamos acumulando mucha fatiga de una serie a otra. Solamente en las series de Z5 hay cierta evidencia que recomienda que las recuperaci­ones no sean completas, para que en la siguiente serie, el consumo de oxígeno, que es de respuesta lenta, tarde menos en alcanzar los valores máximos. Además del tiempo de recuperaci­ón también es motivo de debate el ritmo al que hacer esa recuperaci­ón. Puede ser totalmente pasiva, en parado o bajando sin dar pedales, o por el contario activa, a una intensidad baja o media. Puedes probar distintos formatos, teniendo también en cuenta el terreno donde las hagas. Si es una subida larga puedes probar recuperaci­ones a ritmos medios, pero si es una subida más corta, pues no te queda otra que bajarla y subirla.

ELEGIR EL NÚMERO DE REPETICION­ES

Una vez que ya sabemos la intensidad de las repeticion­es, su duración y el tiempo de recuperaci­ón, debemos programar el volumen total. Este volumen estará determinad­o por el número de repeticion­es que hagamos en la sesión. La idea es intentar alcanzar el máximo tiempo posible en la intensidad objetivo. Un fórmula puede ser hacer todas las repeticion­es que se puedan mientras mantengamo­s la intensidad marcada. Esta opción es muy exigente pero nos garantiza exprimirno­s al máximo. Si preferimos tener más claro a que nos enfrentamo­s en la sesión usa la tabla que te mostramos. En ella tienes unos rangos con el tiempo total que deberían sumar todas las repeticion­es en función de la zona de intensidad que estemos entrenando.

Una buena opción es programar 4 o 5 sesiones de una intensidad y diseñarlas con una progresión en el volumen. Empezando con menos repeticion­es, más cerca de la parte baja de los rangos que te mostramos, e ir subiendo hasta la parte alta del rango. Con estos mimbres ya podríamos diseñar cientos de sesiones diferentes, ya solo es cuestión de las ganas de sufrir de cada uno.

̦Y SI NO TEN$O POTENCIȓME­TRO

Desde luego para este tipo de entrenamie­nto es un hándicap importante. Y no solo por la dificultad de marcar correctame­nte la intensidad de las repeticion­es si no sobre todo por la falta de referencia válida para poder ver si se mejora o no. Para saber si en una sesión estamos mejor o peor (y cuanto de mejor o de peor) que en otra.

Pero aún así, está claro que no debemos dejar de programar estas sesiones aunque no tengamos medidor de vatios. La mejor forma de hacerlas es por sensacione­s y percepción de esfuerzo, mejor que por pulsacione­s. Las pulsacione­s tienen una respuesta muy lenta, y eso las hace muy poco útiles para estas intensidad­es. Además pueden variar mucho de un día a otro por factores externos, que no tienen que ver con la capacidad física de ese día. Si bien si es muy útil para ritmos bajos y medios, en ritmos altos pierde esa utilidad.

Lo mejor será hacer esos mismos test que te hemos propuesto con los vatios. Pero en este caso será importante hacerlos en el mismo lugar donde vayamos a hacer las repeticion­es. Con ese test nos tenemos que hacer una idea del esfuerzo percibido de esa intensidad, y luego intentar replicarla en las sesiones. Si las hacemos en subidas protegidas del viento y firme estable, también podemos usar la velocidad media o la VAM (velocidad de ascenso media) para guiarnos.

Hacer a tope la última repetición de la sesión nos servirá para ver si hemos calculado bien o mal el ritmo en las otras. Si mejoramos por mucho las referencia­s de las anteriores es que hemos sido muy conservado­res, y si ni siquiera podemos terminar esa repetición, es que hemos sido excesivame­nte optimistas. Al final es una cuestión de experienci­a el ir afinando bien estos ritmos por sensacione­s.

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Mejor con potencióme­tro. Aunque está claro que no todos somos un Alban Lakata...

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