OTRA TRANSPYR
Cuando la superación tiene todo el sentido del mundo.
PARTICIPAR EN UNA CARRERA O AVENTURA POR ETAPAS COMO LA TRANSPYR, ES TODA UNA LECCIÓN. NO TE VAS DE ALLÍ SIN HABER VIVIDO Y EXPERIMENTADO EL VALOR DE LAS COSAS DE UNA MANERA DISTINTA A COMO LO HACEMOS EN EL DÍA A DÍA. VIVIRLA CON COMPAÑEROS CON DISCAPACIDAD INTELECTUAL SE CONVIERTE EN UNA LECCIÓN MUCHO MÁS VALIOSA.
Es difícil resumir lo que el equipo #TressisALAPAR ha vivido en la semana del 9 al 16 de junio. El sumario podría ser tan corto como “hemos atravesado los Pirineos de este a oeste en bicicleta de montaña, casi 800 km, recorridos con casi 20.000 metros de desnivel acumulado y acompañando a 5 deportistas con discapacidad intelectual”. Este titular sería suficiente para ganarnos el respeto de cualquier deportista con unas mínimas nociones sobre pruebas de bici, además de calificarnos como “chalados”, ya que ninguno de los que formamos el equipo somos profesionales. Pero lo vivido supera con creces el reto deportivo. Lo extremo de la prueba, una de las diez más duras del mundo en bici de montaña, ha quedado eclipsada por la belleza de una causa abrazada con fuerza por un grupo heterogéneo de más de cincuenta
personas que han formado un equipo, o mejor dicho, una familia, desde la salida en Roses hasta la meta en Hondarribia. Los protagonistas del reto han sido cinco deportistas y dos voluntarios con discapacidad intelectual vinculados a la
Fundación A la Par. Su objetivo, participar en la Transpyr para dar visibilidad al deporte inclusivo. Para ello, debían completar, por relevos, los 800 kilómetros comentados. Sobre el papel, un reto imposible para gente sin una preparación extraordinaria. Sobre el terreno, una prueba solo al alcance de deportistas muy cualificados, tanto física como técnica y mentalmente… 7 etapas de más de 100 km cada una, por caminos, senderos, pistas, trialeras llenas de rocas y con desniveles de vértigo incluso para los más avezados. Climatología extrema, con viento, agua y nieve en muchas ocasiones. Barro, polvo, musgo, piedras,
raíces en gran parte del camino. Puertos interminables con pendientes superiores al 20% que obligaban a echar pie a tierra a los más fuertes participantes. Kilómetros de descensos vertiginosos que han provocado caídas y caminatas eternas en algunos miembros del equipo, como el que escribe esta crónica...
Nada de esto ha conseguido doblegar la voluntad de nuestros protagonistas, siempre acompañados por un grupo de deportistas populares, empleados, agentes y clientes de Tressis y de la Fundación A la Par. La misión del equipo era clara: conseguir que los 5 deportistas de la Fundación completaran los 800 km. A cada uno se le fue asignando un tramo de la ruta. Y todos y cada uno de ellos fueron completando su cometido con éxito a pesar de las dificultades, el cansancio, las caídas, la lluvia o el frío.
La dureza de la prueba ha podido dejar en segundo lugar, por momentos, la abrumadora belleza de los Pirineos (catalán, aragonés, navarro y vasco). A los amantes de la naturaleza siempre nos cautiva la montaña, pero los parajes que hemos recorrido quedarán para siempre en nuestra memoria. Formaciones rocosas caprichosas, bosques en apariencia impenetrables, praderas vírgenes a 2.000 metros de altura, senderos abiertos en exclusiva para la prueba y que seguramente ya vuelvan a estar ocultos. Los colores, las rocas, las flores, los árboles y arbustos nos han permitido disfrutar de uno de los parajes más bellos y variados de nuestra querida España. Una lástima que mi falta de pericia en la bici no me haya permitido plasmar en foto o en vídeo todas estas vivencias, pero ¡cualquiera se atrevía a soltar las manos del manillar!.
GRACIAS, ESA ES LA PALABRA
Desde el punto de vista deportivo, una prueba imprescindible para los amantes del mountain bike. Dura por la distancia, por el desnivel y por la dificultad técnica pero muy bien organizada y pensada para aprovechar los secretos mejor guardados del Pirineo en MTB. Todo ello pone todavía más en valor el mérito de nuestro equipo. Ya son varias pruebas las que he compartido con los deportistas de la Fundación A la Par
(Madrid-Lisboa non stop, Pilgrim Race...) pero no dejan de sorprenderme. La capacidad de superación, la alegría, la fortaleza física y mental, la entrega al resto de participantes y, sobre todo, el agradecimiento por el esfuerzo del resto del equipo y su cariño, han estado presentes en cada una de sus pedaladas. El sentido del humor y la fuerza de Antonio; la autenticidad de Julio, siempre pegado a mi rueda, buscando mi referencia pero cuidando al tiempo de mí; la sonrisa eterna de Juan Alberto; el espíritu de superación y la alegría de vivir de César y el entusiasmo de Sergio, con expresiones permanentes de agradecimiento y disfrute, serán todavía más difíciles de olvidar que los paisajes descritos.
Durante los cientos de kilómetros que hemos recorrido, he compartido momentos de disfrute, rodando a gran velocidad “a rueda”, disfrutando del paisaje en los momentos menos complicados o subiendo por un estrecho camino lleno de piedras siguiendo o tirando de algún compañero. La mayoría del tiempo he ido acompañado. Pero también he pasado maravillosos momentos de soledad empujando la bici durante kilómetros en los descensos más complicados... Una conclusión para el camino, extensible a la vida en general: ¡cuánto tengo que aprender todavía!
Es difícil describir el orgullo que, como máximo ejecutivo de una empresa, puedes llegar a sentir cuando un proyecto se entiende por todo el equipo, se comparte y se completa con éxito. Por si esto fuera poco, si el proyecto te ayuda a dar otra dimensión al significado de equipo, de entrega, o de compañerismo, la satisfacción es casi completa. Pero si además el proyecto sirve para demostrar que la discapacidad intelectual no es una barrera para superar metas imposibles, ¿qué más se puede pedir?.
GANAS DE VIVIR
La aventura acaba en la meta pero las anécdotas y las experiencias nos acompañan para siempre. En una etapa en la que nos llovió nevó y pasamos más frío y penurias “que un perro de lanas”, después de unas 5 horas escuchando un ruido que me iba volviendo loco y por más que miraba a mi bici no conseguía saber de dónde venía. Le pregunto a Julio si también lo oye algo y su respuesta fue:
“es mi aparato del oído que con la lluvia hace interferencias y no para de sonar”.
Si yo lo oía, imaginaos él. Y en ningún momento se quejó, ¿para qué? no iba ni a dejar de llover ni dejar de sonar, así que continuó dando pedales y disfrutando al 100%. Por cierto Julio iba con gorro de ducha y encima el casco para que se le mojase lo menos posible el audífono, por si algún día pensamos que nuestro casco no tiene ventilación suficiente. En otra ocasión, subiendo un puerto muy duro con Iñaki de Miguel, ex jugador de la selección de baloncesto, le comenta César: Su respuesta es contundente O la caída
“¿has visto que maravilla de paisajes?” “dan ganas de VIVIIIIIIIRRRRRR”.
de Antonio que le costó una herida bastante fea en el codo. Pese a ello no consintió parar porque iba a llegar tarde a dar el relevo a su compañero. Y por supuesto en toda la etapa no se quejó ni una vez de su codo. Esto es lo que el equipo
#TressisALAPAR ha vivido durante siete intensos días del mes de Junio. “Juntos transformamos la sociedad”, dice el lema de la Fundación A la Par. De momento, hemos conseguido transformar un pelotón de expertos ciclistas y un grupo de profesionales que han compartido su satisfacción y su sufrimiento con un equipo único de deportistas con discapacidad intelectual al que estoy seguro que no olvidarán. Hay una larga lista de personas a las que agradecer esta experiencia: Rafa, Carmelo, Ana y Loreto, Iñaki, Silver, Santiago, Pepa y Jesús, Monste, Sergio e Isidoro, Santi, nuestros amigos de Inversis, Allfunds, Carmignac, CNP Partners, Amundi, Columbia Threadneedle y Mercedes, gracias Almudena, Marcos y José Ángel por vuestro encomiable trabajo en la fundación, y gracias a toda la organización de Transpyr. Pero sobre todo gracias a los cinco protagonistas ciclistas: Antonio, César, Juan Alberto, Julio y Sergio por ser como sois y por hacer tanto por vuestros compañeros. Y a los dos voluntarios, Richi y Japo por alegrarnos cada avituallamiento con vuestros abrazos y cariño.