AVENTURA EN LOS CÁRPATOS
POR SEGUNDO AÑO CONSECUTI3O BH BI(ES LAN7ABA UN CONCURSO A TRA3^S DE LAS REDES SOCIALES EN LA .UE BUSCABAN UN ACOMPAÑANTE PARA IR A DIS#RUTAR DE UNA NUE3A CARRERA POR ETAPAS ESTA 3E7 EL GANADOR DE LA E5PERIENCIA ME ACOMPAÑARÍA HASTA RUMANÍA, UN ENTORNO E5ȓTICO DONDE DISPUTARÍAMOS DEL LA III EDICIȓN DE LA CARPATHIAN MTB EPIC
La Carpathian MTB Epic es una prueba de categoría UCI S2 la cual consta de 4 jornadas (prólogo + 3 etapas) en la que nos adentraríamos de lleno en la cordillera de los Cárpatos. Una zona que como comprobaríamos “in situ” es tan bella y espectacular como hostil y salvaje, en la que tanto su desnivel como su meteorología nos pondrían a prueba, y de qué manera.
Poco o nada sabíamos sobre esta joven prueba, pero desde el principio nos dio la impresión de que todo el equipo de organización se estaba volcando por hacerse un hueco en el panorama de carreras por etapas internacionales. Tras varios candidatos en el sorteo organizado desde BH Bikes, la ganadora final fue Ada Xinxó, una biker catalana con amplia experiencia en pruebas internacionales y con un perfil muy “endurero” y técnico, algo que sin saberlo, le vendría como anillo al dedo para afrontar las etapas de esta aventura.
La sede de la prueba se ubicaba en el Hotel Resort Cheile –Gradistei, a escasos kilómetros de Fundata, en plena cordillera de los Cárpatos, y situada a 1.300 metros de altitud. Hasta allí nos dirigimos tras aterrizar en Bucarest y realizar un transfer de 4 horas en bus con el resto de participantes extranjeros (un total de 21 nacionalidades para los 152 participantes que tomamos la salida). Una espesa niebla nos recibe, llegando con el tiempo justo para poder divisar el castillo del Conde Drácula, deshacer maletas, montar la bici y comprobar que mi BH ha llegado sin imprevistos, cenar y descansar
para afrontar al día siguiente las verificaciones y el prólogo que sería por la tarde.
CORTINAS DE LLU3IA
Amanece un despejado día que nos regala unas vistas espectaculares desde el balcón de nuestra habitación. Frente a nosotros, y rodeando el pequeño valle en el que nos encontramos, unos escarpados picos de más de 2.000 metros de altura nos dan los buenos días con unas amenazantes nubes a lo lejos, que parecen estar esperándonos para recibirnos con sus cortinas de lluvias.
El prólogo se realiza sobre un circuito de 10 km y 550 metros de desnivel positivo al cual daremos una vuelta con salidas escalonadas de 20 segundos entre cada corredor. Tras reconocerlo por la mañana, precisamente cuando más llovía, nos dimos cuenta que estos cuatro días iban a ser más duros de lo que pensábamos, ya que la tónica general de las 3 etapas venideras iba a ser la misma que este prólogo: fuertes desniveles, senderos de infarto tanto en subidas como en bajadas, y barro, mucho barro. Este es el peaje que hay que pagar para poder disfrutar de un entorno tan verde, salvaje y frondoso como este, y es que la lluvia debe aparecer constantemente para mantener vivo este paraíso de puro MTB.
El prólogo se podía dividir en tres partes: una primera muy rápida sobre caminos bien asentados para dar paso a un sendero de bajada tan técnico e inclinado como resbaladizo y revirado, y acto seguido afrontar la última parte, otro precioso sendero, esta vez en subida que nos llevaría hasta la meta, escoltado por gigantescos pinos los cuales nos resguardaban de la fuerte lluvia con la que nos recibía la carrera y entre los cuales, se hacía literalmente de noche cuando te adentrabas en ellos. Debido al estado del terreno y el barro que abundaba, era imposible hacer montado la mayoría de tramos, por lo que nos tocó “patear” para poder completar la etapa.
.UERIDOS COMO EN CASA
Ya desde el primer día otra cosa nos quedaba muy clara, y es que la organización no escatimaba en detalles; como la cantidad de voluntarios que había por todo el recorrido, que con sus ponchos amarillos impermeables y con sus silbatos, no dejaban de animarnos cada vez que pasábamos junto a ellos, aguantando estoicamente la lluvia que sobre ellos, también caía sin discriminación. Al llegar meta, dejábamos la bici en el paddock de lavado, donde más voluntarios te la limpiaban y custodiaban hasta que fuese a recogerla, otro detalle de calidad.
Para hacer la espera más agradable, habían preparado otro paddock a modo de “zona de estar”, en la que con unos puffs, podías sentarte y relajarte mientras tomabas la bebida de recuperación que también te daban al llegar, junto con la bolsa picnic en la que estaba la comida para retomar fuerzas cuanto antes. Todo muy cómodo y bien pensado, que si a ello le sumamos la peculiaridad de esta prueba, en la que todos los días se comparte salida y llegada, te permite no tener que hacer y deshacer cada día la maleta, sino que lo dejas todo ordenado en los armarios del hotel. Y esto, a la larga, es un detalle que
también se agradece. Por otro lado, tiene la desventaja que no conoces tantos sitios como si te movieses a diario, pero estando en este marco inigualable, ¿quién querría moverse?
La cena es temprano, a las 19:30 h estamos todos en el comedor junto con los demás bikers, lo cual también genera un extraordinario ambiente de ciclismo, y podemos compartir impresiones de la prueba y recorrido con los demás, otro punto a favor que genera buena sintonía entre todos los participantes. Después del brieffing nos vamos a dormir, ya que a las 07:30 horas tenemos que estar desayunando, para tomar la salida a las 10:00 h de la primera etapa en línea, 44 km con 2.200 metros de desnivel que puede parecer poco, pero que como al día siguiente comprobaríamos, si los primeros tardaron mas de 2 horas en realizarla, iba a ser muy dura. El día amanece lluvioso con pequeñas cortinas de agua que refrescan aún más el húmedo ambiente, y los rodillos de los principales bikers que optan a la victoria se encargan de calentar y contrarrestar con su zumbido característico. Empieza la cuenta atrás y comenzamos una primera etapa que tendrá un denominador común: senderos de todo tipo, tanto de subida como de bajada, entre frondosos bosques y escarpadas colinas, con un tramo en particular sobre la cresta del punto más alto de la prueba, en la que rozamos los 2.000 metros de altura por un sendero entre rocas y piedras que había que esquivar, a la par que algunas vacas y becerros con los que tuvimos que compartir trayecto en algunos tramos. Un nivel de estrés añadido que hacía mas exigente si cabe la etapa, ya que había que poner toda la carne en el asador para afrontar las fuertes y constantes pendientes de más del 20%, y también había que extremar todas las precauciones para esquivar las raíces de los árboles en los senderos de bosques que atravesábamos.
Pues con todos estos épicos ingredientes, conseguimos completar la primera etapa. Una etapa que había tenido de todo menos afortunadamente, lluvia. Una lluvia que haría acto de presencia, ¡y de qué manera! el tercer día…
̦AGUA AGUA
Durante el desayuno del viernes, todos estábamos pendientes de las predicciones meteorológicas con los teléfonos móviles, ya que la organización había avisado que si llovía en cantidad, tendrían que acortar 8 km la etapa para evitar un tramo complicado, pasando la etapa de 45 a 37 km, pero de nuevo con 2.000 metros de desnivel positivo, eso no nos lo quitaba nadie.
Nos dirigimos a los cajones de salida y a falta de escasos 2 minutos para el pistoletazo de salida, empieza a llover. Por suerte, los primeros 12 km son en subida hasta coronar el puerto a 1.800 metros de altura. La lluvia arrecia sobre nuestras espaldas, acompañados mientras remontamos un camino convertido en río, en el cual el agua nos llega en algunos tramos hasta los pedales, con fuertes relámpagos y una tormenta que nos explica los motivos por los cuales los Cárpatos relucen esplendor por sus cuatro costados. Al llegar al primer avituallamiento, los voluntarios que allí aguantan heroicamente las sacudidas de la tormenta que nos está golpeando, nos informan que la etapa se reduce tal y como nos explicaron anoche. Algo normal, porque durante la primera hora y media de carrera no paró de llover, y cuando lo hizo, dio paso a una densa niebla que impedía que el sol llegase hasta nosotros. Por suerte, las bajadas no eran muy rápidas y esto evitaba que el aire enfriase nuestros empapados cuerpos, que luchaban a partes iguales por mantener la temperatura y mantener el equilibrio sobre los resbaladizos senderos. Senderos tan bellos como la niebla que entre los gruesos troncos de los pinos y abetos que íbamos esquivando, luchaba por hacerse paso para poder llegar hasta nosotros.
Por fin, cuando ya estamos llegando a meta, el sol consigue vencer en su lucha por aparecer y proporcionarnos calor, para llegar secos a meta, aunque con la cara y los ojos salpicados por un barro que ha hecho de esta tercera etapa, sin duda una de las más épicas que he disputado jamás. El desgaste de hoy ha sido más alto de lo normal, prueba de ello son las más de 4 horas que muchos participantes necesitaron para completar la etapa. Durante la noche, la tranquilidad del hotel se ve alterada por los constantes ladridos de los perros que el guarda del complejo tiene. Unos ladridos que van a más hasta que de repente, se escucha el estruendo de varios petardos… ¿Qué estará pasando? ¿a qué se debe este alboroto? nos preguntábamos todos. Al día siguiente en el desayuno, nos informaron que un oso se había acercado demasiado al complejo.
Y tras este susto, amanece el último día para afrontar la definitiva etapa reina, que con sus 60 km y 2.500 metros de desnivel, no se lo va a poner nada fácil a aquellos que deseen la ansiada medalla de “finisher”. El día amanece nublado pero sin previsiones de lluvias, un detalle que agradecemos tras el “festival” de ayer. Arrancamos con un terreno rompe piernas por rápidos caminos en buen estado, que alternamos con tramos de senderos sin muchas complicaciones hasta llegar a la primera cota del día, un puerto de 10 km que es complicado describir con palabras. Por un camino tan estrecho que apenas veíamos el cielo azul y despejado; nos adentrábamos en un enorme cañón de interminables paredes que nos franqueaban a ambos lados, y tan frondoso y vivo que las rocas de sus paredes apenas se veían con los árboles y lianas que sobre el trepaban, una vez más espectacular. Y por si esto fuera poco, el ruido del transparente agua que río abajo, se cruzaba en nuestro sentido mientras nosotros remontábamos y ella descendía por el caudal del margen izquierdo, un puerto idílico de esos que no olvidarás en la vida.
Durante esta etapa, nos adentramos en una zona rural en la que atravesamos varios pueblos y en los que el denominador común era el mismo: la amabilidad y simpatía de sus habitantes, que de la misma manera que los voluntarios, no dejaban de animarnos, ya fuese entre las callejuelas de sus pueblos o al cruzar unos caudalosos ríos que constantemente atravesábamos, unas veces sobre puentes rústicos de madera sobre los que únicamente podía pasar una persona, y otras veces sobre el propio cauce, mojándonos hasta casi las rodillas, pero que lejos de ser una faena, lo agradecíamos para poder limpiar nuestras embarradas bicicletas que sufrieron tanto o más que nosotros mismos. Y de esta manera, se completaba esta última etapa, quizás la menos técnica de todas, pero probablemente la más bella, y que tan buen sabor de boca nos dejó a todos los participantes. Así termina una nueva aventura que sin duda alguna, nos ha cautivado y enamorado a la mayoría de los participantes. Un mountain bike diferente, en un marco inigualable, con un ambiente espectacular y unas condiciones hostiles y épicas. ¿Qué más se puede pedir?.
RAYOS, TRUENOS... Y UN CAMINO QUE SE HABÍA CONVERTIDO EN UN RÍO...