¿QUÉ ES EL GRAVEL?
El concepto gravel lleva con nosotros muchos años, lo que ocurre es que cada uno lo interpretábamos de una manera. Unos utilizando su bici de carretera para unir tramos por pistas; otros rodando con su MTB a toda velocidad por caminos sencillos. La industria de la bicicleta ha dado muchos palos de ciego últimamente -los diferentes estándares de pedalier en carretera o las fat bikes en MTB, como ejemplos recientes-, pero acusarla de que el gravel es un invento para vender bicis, o para crear nuevas necesidades, no es del todo acertado, sino que podemos extraer una lectura positiva para el usuario. Dejando de lado que el negocio de las marcas es lograr que cada uno tengamos una bici de este estilo, la popularización del segmento ha conseguido que haya un número cada vez más grande de opciones para el ciclista, sobre todo por las grandes diferencias que podemos encontrar en los distintos modelos que nos ofrece cada marca. Cuando comenzamos a descubrir las bicis de gravel, en el sector había una especie de reticencia por la indefinición de la modalidad, algo que parecía que podría pasar factura retrasando su desarrollo. Por eso, algunas marcas se limitaron al principio a cumplir el expediente con bicis derivadas del ciclocross, evitando desarrollar un modelo específico. Sin embargo, en la actualidad la modalidad sigue creciendo aunque aún no quede muy claro qué es el gravel. Esa amplitud de concepciones queda patente en las 18 bicicletas que hemos probado en este número especial. Desde las que tienen un perfil más cercano al de la carretera, como la Eddy Merckx Strasbourg71 o la Scott Addict, hasta la BMC URS, un modelo que la marca suiza ha desarrollado inspirándose en la geometría de las bicis de montaña, combinando un tubo horizontal muy largo con una potencia muy corta. En el medio, diferentes posibilidades con sistemas de microsuspensión, como el de la propia URS o la Cannondale Topstone, la última evolución de una bici de gran fondo -la Trek Domane- o incluso una bicicleta eléctrica -Specialized Turbo Creo- que amenaza con ser una referencia. Seguramente podríamos afrontar las rutas con bicis de montaña con cubiertas finas o con bicis de ciclocross, pero a las dos les falta algo: a las MTB, simplicidad y sensaciones de ligereza; a las de CX, que se han concebido como bicis de competición y quizá su geometría sea demasiado agresiva para un uso rutero. En cambio, sí podemos trazar un perfil más o menos aproximado del ciclista al que le ha enganchado: experto, que lleva pedaleando muchos años, y que cuando opta por pedalear sobre una gravel busca recordar las sensaciones de cuando lo hacía sobre una bici de MTB simple, totalmente rígida y que obligaba a poner los cinco sentidos en su conducción. En resumen, lo que hacíamos cuando nos aficionamos a pedalear en la adolescencia, cuando el tamaño de las ruedas no nos impedía utilizar indistintamente caminos o carreteras. Quizá por eso, por la reminiscencia al pasado tan íntimamente ligada al placer de pedalear sin destino, sólo por diversión, está teniendo éxito este concepto, que amenaza con revisar nuestros hábitos sobre ruedas. Eso sí, con neumáticos tubeless de 40 mm, manillares con las puntas ligeramente abiertas y cuadros y ruedas resistentes.