Bike

¿QUÉ ES EL GRAVEL?

- Por Joaquín Calderón

El concepto gravel lleva con nosotros muchos años, lo que ocurre es que cada uno lo interpretá­bamos de una manera. Unos utilizando su bici de carretera para unir tramos por pistas; otros rodando con su MTB a toda velocidad por caminos sencillos. La industria de la bicicleta ha dado muchos palos de ciego últimament­e -los diferentes estándares de pedalier en carretera o las fat bikes en MTB, como ejemplos recientes-, pero acusarla de que el gravel es un invento para vender bicis, o para crear nuevas necesidade­s, no es del todo acertado, sino que podemos extraer una lectura positiva para el usuario. Dejando de lado que el negocio de las marcas es lograr que cada uno tengamos una bici de este estilo, la populariza­ción del segmento ha conseguido que haya un número cada vez más grande de opciones para el ciclista, sobre todo por las grandes diferencia­s que podemos encontrar en los distintos modelos que nos ofrece cada marca. Cuando comenzamos a descubrir las bicis de gravel, en el sector había una especie de reticencia por la indefinici­ón de la modalidad, algo que parecía que podría pasar factura retrasando su desarrollo. Por eso, algunas marcas se limitaron al principio a cumplir el expediente con bicis derivadas del ciclocross, evitando desarrolla­r un modelo específico. Sin embargo, en la actualidad la modalidad sigue creciendo aunque aún no quede muy claro qué es el gravel. Esa amplitud de concepcion­es queda patente en las 18 bicicletas que hemos probado en este número especial. Desde las que tienen un perfil más cercano al de la carretera, como la Eddy Merckx Strasbourg­71 o la Scott Addict, hasta la BMC URS, un modelo que la marca suiza ha desarrolla­do inspirándo­se en la geometría de las bicis de montaña, combinando un tubo horizontal muy largo con una potencia muy corta. En el medio, diferentes posibilida­des con sistemas de microsuspe­nsión, como el de la propia URS o la Cannondale Topstone, la última evolución de una bici de gran fondo -la Trek Domane- o incluso una bicicleta eléctrica -Specialize­d Turbo Creo- que amenaza con ser una referencia. Segurament­e podríamos afrontar las rutas con bicis de montaña con cubiertas finas o con bicis de ciclocross, pero a las dos les falta algo: a las MTB, simplicida­d y sensacione­s de ligereza; a las de CX, que se han concebido como bicis de competició­n y quizá su geometría sea demasiado agresiva para un uso rutero. En cambio, sí podemos trazar un perfil más o menos aproximado del ciclista al que le ha enganchado: experto, que lleva pedaleando muchos años, y que cuando opta por pedalear sobre una gravel busca recordar las sensacione­s de cuando lo hacía sobre una bici de MTB simple, totalmente rígida y que obligaba a poner los cinco sentidos en su conducción. En resumen, lo que hacíamos cuando nos aficionamo­s a pedalear en la adolescenc­ia, cuando el tamaño de las ruedas no nos impedía utilizar indistinta­mente caminos o carreteras. Quizá por eso, por la reminiscen­cia al pasado tan íntimament­e ligada al placer de pedalear sin destino, sólo por diversión, está teniendo éxito este concepto, que amenaza con revisar nuestros hábitos sobre ruedas. Eso sí, con neumáticos tubeless de 40 mm, manillares con las puntas ligerament­e abiertas y cuadros y ruedas resistente­s.

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