LA MARCA QUE DESTACA
SIEMPRE CREATIVOS
“Quien no arriesga no gana” es algo que habremos escuchado mil veces por lo menos. Y si hay una marca de bicis que refleja esta filosofía, esa es Cannondale. Siempre indagando cómo mejorar lo existente, explorando vías alternativas y atreviéndose con el camino menos lógico. Con sus propias horquillas o tecnologías que han sentado precedentes, como el Flex Pivot usado en las vainas de las primeras Scalpel (año 2002), bautizado como EPO en aquél momento. Una veces con éxito (Lefty), otras veces todo lo contrario.
El mejor ejemplo lo encontramos en su propia moto de Enduro que llevó a la quiebra a la empresa. Su historia está repleta de sistemas de suspensión únicos en los que han intentado ofrecer soluciones creativas, como representa una de sus bicis míticas, la Fulcrum y su peculiar sistema multi-transmisión. La complejidad de platos y cadenas solo trataba de matener el sistema independiente del tamaño de plato, para evitar la interacción de la tensión de la cadena (la principal de las 3 que lleva) con la suspensión. Sistemas como el Hatchet Drive del modelo Moto (2008) fueron una época de transición hasta la llegada de las Jekyll de nueva generación (2011), que estrenaron el amortiguador DYAD RT de dos recorridos, que el ingeniero Peter Denk trajo a la marca tras su paso por Scott y diseñar el Equalizer (el de las primeras Genius), basado en la misma idea.
Jerome Clementz se proclamó como el primer campeón mundial de Enduro con la Jekyll en el año 2013. Hoy día no han abandonado su afán de experimentar a pie de circuito con numerosos prototipos, tal y como hemos visto en los últimos años con varios cuadros de DH en los que se han probado diferentes configuraciones, hasta llegar a una muy parecida a la de la actual Jekyll. Larga vida a esta forma de pensar.