El Economista - Buen Gobierno y RSC
El río que nos lleva
Tras cuarenta años ya de trasvase Tajo-Segura y multitud de reivindicaciones pidiendo su más profunda reconsideración, sucesivas y recientes sentencias del Tribunal Supremo recaídas en relación al Plan Hidrológico del Tajo han extendido más allá del territorio que recorre este río la conciencia de que dicho trasvase supone una actuación insostenible en el más amplio de los términos económico, social y ambiental.
Precisamente, ahora que tanto se habla de los restos preconstitucionales, esta faraónica obra supone de estos el que mayores y más perniciosos efectos ha venido causando en parte de España desde el punto de vista económico, en cuanto ha perjudicado notoriamente las posibilidades de desarrollo de los territorios cedentes privándoles de un recurso imprescindible en pos de un modelo insostenible de explotación hídrica para regadíos en el levante; social, en cuanto ha servido en no pocas ocasiones para enfrentar a gobiernos y territorios del conjunto de nuestro país, en el marco de una solidaridad mal entendida y traducida en la privación y traslado de un recurso necesario; y finalmente, ambiental, el elemento por el que, finalmente, y en forma de sentencia, se ha denotado lo perverso de esta infraestructura hídrica.
Eran varias las voces, algunas notablemente autorizadas como la de la letrada de una de las asociaciones demandantes en la litis, Soledad Gallego, exdirectora General del Agua en Castilla-La Mancha, que ponían el acento en la cuestión ambiental del trasvase como posible punto de partida para su final. Y es que éste, tanto desde su génesis como desde sus efectos, resulta insostenibilidad ambientalmente a todas luces. En cuanto a su origen, solo hace falta considerar que de plantearse hoy esta infraestructura no soportaría ni la más sencilla evaluación ambiental ni en cuanto a su construcción ni en cuanto a su funcionamiento. Y en sus efectos, que es en lo que incidirán en el fondo los fallos emitidos por el Tribunal Supremo, en cuanto supone una merma de recursos que afecta a la propia vida del río y de los ecosistemas a él vinculados y de él dependientes.
El que la visita al Tajo de los eurodiputados pusiera el foco de atención en esta cuestión hace ya tres años a través de un nítido y contundente informe en lo que a los caudales ecológicos se refiere, con referencias expresas a la necesidad de que el Gobierno debería revisar éstos porque el caudal que había “no es suficiente” para lograr el buen estado del río, así como “para permitir una dilución suficiente de las aguas residuales