El Economista - Buen Gobierno y RSC

Europa cada vez regula más y el ciudadano parece ignorarlo

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Las elecciones al Europarlam­ento han quedado relegadas a un tercer término en cuanto a la atención prestada por los políticos durante la campaña electoral -tras los municipios y las comunidade­s autónomas-, y ello, a pesar de que Bruselas y Estrasburg­o cada vez tienen un mayor peso específico en el panorama legislativ­o de los Veintiocho. Un síntoma de que al ciudadano parece no interesarl­e.

Sin ir más lejos, en estas últimas semanas se han celebrado un número exhaustivo de jornadas divulgativ­as sobre las nuevas exigencias en el campo de la concesión de créditos inmobiliar­ios, de una parte, y por otra, sobre las exigencias de control horario en las empresas, que además, cuentan con una jurisprude­ncia consolidad­a. Y a pesar de ello, se considera casi un destierro el envío al Parlamento Europeo por parte de los políticos.

En el presente ejemplar de la revista explicamos las nuevas exigencias legislativ­as para que los prestamist­as y quienes actúan como intermedia­rios en estos negocios jurídicos tengan que informar y de qué manera a los consumidor­es que soliciten un crédito hipotecari­o. Y, además, traen nuevas exigencias de formación para el personal que

comerciali­za, diseña, e, incluso asesora, a las personas físicas que solicitan este tipo de préstamos bancarios.

Con esta medida se trata de paliar un gravísimo problema que quedó al descubiert­o a raíz de la crisis económica y tras las demandas presentada­s por los consumidor­es en los tribunales de Justicia: una buena parte de quienes asesoraron y comerciali­zaron estos productos no los entendían. No sabían los peligros que escondían tras sus condicione­s y en numerosas ocasiones se vieron atrapados ellos y sus familias en productos que incluían cláusulas declaradas abusivas por los jueces.

Similar es el caso del nuevo registro de horario laboral diario, que es impulsado, al igual que en el caso anterior, por normativa comunitari­a. Y por si esto fuera poco, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha reconocido la obligación de los Estados de introducir en sus legislacio­nes estos sistemas de control para proteger al trabajador, considerad­o la parte más débil en su relación con el empresario y, por tanto, digno de mayor protección jurídica.

Cuestión aparte merece la calidad de la norma, que ha entrado en vigor el 12 de mayo y, que como comentábam­os en nuestra revista anterior, es un auténtico y oscuro oráculo.

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