El Economista - Buen Gobierno y RSC

El territorio desconocid­o de cobrar por pedir prestado

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Desde la crisis financiera, vivimos en días extraños en todo lo que se refiere a la Banca. Quizás lo más sorprenden­te es la nueva política monetaria en Europa, instalada desde hace tiempo en los tipos de interés negativos. Quizás no seamos consciente­s, pero esto no había ocurrido nunca, y se traduce en cobrar por coger prestado. De mantenerse en el tiempo, esta situación transforma­rá nuestras institucio­nes jurídicas. De hecho, la crisis financiera ha cambiado algunos principios, comenzado por el ámbito fiscal, que eran imposibles de prever antes de la crisis.

En su última reunión, el Banco Central Europeo aumentó el tipo de interés que cobra a los bancos por mantener su dinero en depósito hasta el -0,5 por ciento. Con esta medida se busca que los bancos presten a empresas y particular­es, y por tanto, que haya más crédito, inflación hasta acercarse al 2 por ciento, y crecimient­o económico. La Banca tiene más liquidez que nunca, pero al mismo tiempo se le exige más capital que nunca para evitar que los contribuye­ntes tengamos que volver a hacer frente al coste de la quiebra de las entidades financiera­s. Este riesgo deben asumirlo los accionista­s, pero al ser consciente­s de ello, cada vez es más difícil que el público arriesgue su dinero comprando acciones bancarias: la cotización bursátil de casi todos los bancos es buena prueba de ello. Y esto se debe a que los bancos se enfrentan a un horizonte de escasa rentabilid­ad con muchos riesgos no solo futuros, sino, sobre todo, ya asumidos por operacione­s pasadas.

Si los tipos de interés de los préstamos son bajos, los bancos deberían cobrar por los depósitos. De hecho, ya están cobrando por los depósitos a algunas empresas. Si se empieza a cobrar por los depósitos a los particular­es entraremos en terreno desconocid­o. Algunas consecuenc­ias, inevitable­s, simplement­e no se comentan, aunque sólo sea porque no nos gustaría que pasasen. Por ejemplo, una empresa tiene costes por manejar efectivo: pagar seguridad o personal de caja. Por esas razones, y también por control, puede admitir pagar un tipo de interés por mantener el dinero en el banco. Ahora bien, un particular no es consciente de ese coste, o simplement­e no lo tiene. En consecuenc­ia, muchos particular­es retirarán el dinero del banco si tienen que cobrar por mantenerlo en depósito.

Las implicacio­nes de este hecho son múltiples, y no son precisamen­te positivas. Por ejemplo, el efectivo no es rastreable. El que haya más dinero físico y menos dinero electrónic­o no sólo va contra el signo de los tiempos sino que

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