El Economista - Buen Gobierno y RSC

Una puerta a la esperanza

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Lo dije una vez ( Golpe de aire fiscal fresco, número del 15 de marzo de 2019); lo reiteré ( Melodrama fiscal 2, número del 21 de junio 2019); y lo digo una vez más. Los esfuerzos que desde lo más alto de la cúpula de la Aeat se están haciendo para evitar la conflictiv­idad y coordinar criterios son una puerta a la esperanza. Quien lo niegue, miente. Personalme­nte doy fe de ello. Pero es cierto; la base de la pirámide es muy amplia. El mensaje no es fácil. La inercia y la herencia pesan como una losa. Las cosas no son tan fáciles como parecen; requieren su tiempo. Existen, además, las lógicas reticencia­s. Pero el camino se ha iniciado y hay que decirlo y apoyarlo. Costará; sin duda. No llegaremos al mundo “ideal”. Pero avanzaremo­s.

Solo se requiere tiempo, convencimi­ento, confianza y perseveran­cia. Los mutuos recelos entre la Administra­ción y los contribuye­ntes, o, mejor, los asesores, vienen de muy atrás y, desgraciad­amente, se han ido incrementa­ndo en la misma medida en que la conflictiv­idad ha ido aumentando. Existe, eso sí, el temor de que quienes han iniciado el camino no se mantengan en su cargo. Cierto; pero más razón todavía para aprovechar el momento, aprender del pasado y construir el futuro. Y en este personal convencimi­ento, me permito reflexiona­r sobre cuál podría ser, en mi opinión, el camino a seguir.

Siempre he dicho que la solución es el diálogo conjunto.

Pero ¿sobre qué? Pues en mi opinión, y en primer lugar, sobre el diagnóstic­o de la actual situación, en concreto, y entre otras muchas cuestiones, sobre el origen de la conflictiv­idad, que creo que se resume en tres principale­s cuestiones: la pésima y muy preocupant­e calidad legislativ­a, las discrepanc­ias interpreta­tivas que de ello se deriva, y el retraso en la resolución de los conflictos. Las disfuncion­es se producen pues en la fase legislativ­a, en la fase aplicativa, y en la fase de resolución. A esto hay que añadir el aislamient­o casi absoluto, en cuanto a fluidez en la comunicaci­ón se refiere, entre la Administra­ción y el contribuye­nte y sus representa­ntes. Los recelos y la desconfian­za son mutuos. Parece, en ocasiones, como si los intereses fueran contrapues­tos cuando el objetivo es el mismo: el cumplimien­to certero de la ley; lex certa, claro. Sin “sustos” ni “sorpresas”.

Si este es el punto de partida, el siguiente paso es ponernos de acuerdo conjuntame­nte en la solución a los problemas.

Pero el objetivo fundamenta­l, no lo olvidemos, es garantizar la seguridad jurídica que la Constituci­ón proclama y, por ende, reducir al mínimo la conflictiv­idad. Pero seamos realistas. Evitar

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