El Economista - Buen Gobierno y RSC
‘Joker’
Uno de los estrenos de la gran pantalla más esperados este año, y seguramente uno de los mayores éxitos, es la película de Todd Phillips, Joker, donde Joaquin Phoenix encarna de modo magistral un complejo personaje inserto en una espiral de caos y violencia dentro de una sociedad igualmente caótica y violenta.
El personaje de Arthur Fleck (Joker) se dibuja en la cinta como una doble víctima: Por un lado, arrastra desde su infancia una severa patología de la personalidad, y, a su vez, por otro, es víctima del rechazo y aislamiento más severo por parte de una sociedad insolidaria e injusta, donde el egoísmo colectivo con los más necesitados se dibuja en múltiples manifestaciones de desprecio hacia el personaje, su familia y entorno; pero que se concreta en el punto álgido de la película en el que, a causa de los recortes en los fondos públicos, se le expulsa al protagonista, como a tantos otros, de la acción social dispensada por las Administraciones competentes, lo que conlleva, incluso, a que pierda la medicación que hasta entonces recibía.
La cinta dibuja un paisaje feroz de contrataste entre dos únicas clases sociales: una opulenta y otra marginada. Todo ello en medio de un escenario urbano oscuro y sucio, en el cual quedan, en medio, los poderes públicos encarnados en el aspirante a alcalde de la ciudad, Thomas Wayne, que desprecia de un modo inusitado a todas aquellas personas sin recursos que quedan, de este modo, aún más lejos de un sistema ideado por y para unos pocos
La ebullición en el film nace con esa expulsión de Arthur Fleck del sistema público de asistencia social en base a esos recortes. Parece que queda lejos, pero no es tanto, el tiempo en que los recortes en las políticas públicas en nuestro país, principalmente en las sociales, fueron la respuesta de ciertos gobiernos con la base o la excusa de la crisis económica. Estos recortes dieron lugar a un debate, mayormente doctrinal -véase la obra de Ponce Solé, El derecho y la (ir)reversibilidad limitada de los derechos sociales de los ciudadanos-, de si había límite a dichos recortes y si éste estaba dibujado en la esencia de los derechos fundamentales de la persona.
En la película, la vivienda de Arthur Fleck y de su madre, así como la del resto de sus vecinos, me recordaron que aquellos