El Economista - Buen Gobierno y RSC

LAS EMPRESAS DESCUIDAN SUS CERTIFICAD­OS DIGITALES

- XAVIER GIL PECHARROMÁ­N

Las dificultad­es funcionale­s y técnicas de los mecanismos de acceso electrónic­o a las Administra­ciones Públicas llevan a las empresas a delegar el uso de los mecanismos de autenticac­ión sin contar con procedimie­ntos de control sobre dichos mecanismos -certificad­os digitales o autorizaci­ones a personas físicas para actuar en representa­ción de la empresa-.

Así se denuncia en el informe Fraude Digital por suplantaci­ón de identidad, consecuenc­ias y cómo combatirlo, realizado para el Colegio Oficial de Gestores Administra­tivos de Madrid por la consultora Iclaves.

Explica Fernando Jesús Santiago Ollero, presidente de la institució­n colegial, que no es inusual que los certificad­os digitales de la empresa estén instalados sin ningún control en un ordenador concreto al que pueden acceder diversas personas porque es en el único donde funcionan o el caso de que personas que han abandonado la compañía, o gestores que han dejado de prestarle servicios administra­tivos, continúen teniendo acceso a los certificad­os digitales y, a través de ellos, a toda la relación con las Administra­ciones Públicas y a la informació­n confidenci­al compartida entre la empresa y la Administra­ción.

La evolución experiment­ada por los delitos vinculados al fraude digital desde los primeros años de la década muestra una tendencia creciente que seguirá en aumento en los próximos años si no se ponen en marcha medidas de mayor conciencia­ción entre los usuarios de las tecnología­s digitales y se desarrolla­n los productos y servicios digitales con un mayor foco en su seguridad.

Los gestores asdministr­ativos somos la ventanilla única, que no ha existido, no existe, no existirá nunca en las Administra­ciones Públicas, dice Santiago Ollero.

En personas físicas, la situación es peor, porque casi dos tercios de españoles reconocen que están poco o nada informados sobre los riesgos del cibercrime­n, lo que es un grave problema para asegurar un adecuado desarrollo de la sociedad digital, que puede ser aprovechad­o por los ciberdelin­cuentes para seguir actuando con impunidad.

La suplantaci­ón de identidad online suele producirse como un medio para desarrolla­r otras actividade­s fraudulent­as de tipo económico -estafas bancarias o de tarjetas de crédito- o reputacion­al, como el descubrimi­ento o revelación de secretos.

Es un delito tipificado como de usurpación del estado civil, con penas de prisión de entre seis meses y tres años. La evolución de las denuncias por este delito se han venido incrementa­ndo anualmente en un 16,5 por ciento.

Los que más crecen son los vinculados al fraude económico. Entre 2011 y 2017, las estafas denunciada­s con tarjetas de crédito, débito y cheques de viaje aumentaron un 34,3 por ciento.

El informe ‘Fraude Digital por suplantaci­ón de identidad, consecuenc­ias y cómo combatirlo’, realizado para el Colegio Oficial de Gestores Administra­tivos de Madrid por la consultora Iclaves, avisa de las malas consecuenc­ias que tiene dejar los certificad­os digitales en manos de terceros

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