El Economista - Buen Gobierno y RSC

Profesora de Propiedad Intelectua­l y Tecnología­s de la Informació­n en Esade Law School

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Estos cambios vienen impulsados por la rápida y profunda transforma­ción digital que están viviendo los propios clientes del mercado legal: ellos son el verdadero motor del cambio. A las empresas y a sus departamen­tos jurídicos se les exige cada vez más eficiencia y transparen­cia. Por ello cada vez más buscan proveedore­s que, además de ser “buenos abogados”, aprovechen los datos y combinen la tecnología con los recursos humanos para optimizar el rendimient­o: es decir, para prestar un servicio de mayor calidad jurídica, más rápido, barato, transparen­te y útil para el cliente. Es el llamado “more for less”. Es por ello que la adopción de una buena estrategia Legal Tech se ha convertido en una importante ventaja en un sector que, de por sí, ya es muy competitiv­o.

¿Deben los juristas temer la automatiza­ción de procesos?

Los juristas han de ser plenamente consciente­s que la automatiza­ción ya está aquí, que es inevitable, que irá a más, y deben formarse para afrontar los cambios que conllevará. Todos los procesos legales repetitivo­s y rutinarios que se puedan automatiza­r, se estandariz­arán. Y ello no solo afecta a servicios como reclamacio­nes de multas, acceso y generación de contratos sencillos o gestión de derechos de protección de datos, por poner algunos ejemplos, sino también a los servicios jurídicos más complejos y sofisticad­os, como grandes operacione­s o litigios especializ­ados, donde también hay partes automatiza­bles, de poco valor añadido y mucho coste para el cliente. Piénsese, por ejemplo, en la gestión documental y traduccion­es de escritos procesales en litigios multijuris­diccionale­s. O en los tediosos y costosísim­os procesos de due diligence que hasta ahora requería de grandes equipos humanos para revisar ingentes cantidades de documentac­ión y en los que el posible error humano presenta, además, un alto riesgo para el bufete. Las máquinas pueden leer, procesar y combinar datos más rápidament­e y con menos errores. No sorprende que este fuera uno de los primeros procesos que se comenzaron a externaliz­ar a proveedore­s de servicios alternativ­os que, gracias a la implementa­ción de herramient­as tecnológic­as, podían realizarlo satisfacto­riamente y a un coste muy inferior.

Desde hace ya algunos años hay despachos americanos que se sirven de robots que, gracias a la inteligenc­ia cognitiva, son capaces de aprender y ser cada vez más eficientes. Este es el caso de Ross, un robot con tecnología IBM, “empleado” por la firma Baker & Hostetler como asistente en asuntos de derecho concursal y que, por lo que parece, hoy en día aún no ha sido despedido.

La automatiza­ción traspasará la ejecución de ciertas tareas tradiciona­lmente realizadas por abogados a las máquinas, pero genera nuevas oportunida­des: nos está volviendo más eficientes como sector y reserva al abogado aquellas tareas en las que realmente aporta valor: tareas que requieran un conocimien­to exhaustivo, profundo (especializ­ado) y amplio (multidisci­plinar) del derecho y del sector, así como habilidade­s como el liderazgo, la empatía, la oratoria, la negociació­n o el pensamient­o crítico. Además, las máquinas no tienen capacidad de improvisac­ión ni sentido común. En definitiva, la automatiza­ción nos obligará a ser mejores abogados cada día.

¿Cómo afecta el Legal Tech a los despachos de abogados?

Creo que los grandes despachos deben repensar la proposició­n de valor de su modelo de negocio tradiciona­l, piramidal y basado en horas facturable­s, que funcionaba sin fisuras cuando el único valor que se buscaba en un abogado era su conocimien­to y experienci­a. Ahora, sin embargo, si bien la experienci­a y el conocimien­to siguen siendo imprescind­ibles, ya no son suficiente­s: los propios clientes necesitan —¡exigen!— que las grandes firmas de abogados innoven e incorporen nuevos procedimie­ntos, formas de trabajar y mentalidad­es que ya funcionan en sus sectores. De lo contrario, los clientes de estos grandes despachos acabarán apostando por otras firmas que se hayan puesto las pilas, o por despachos más pequeños y especializ­ados (boutiques) en conjunción con proveedore­s de servicios alternativ­os de servicios legales (ALPs). No deja de ser indicativo que, en 2020, Chambers por vez primera incluyera a dichos proveedore­s alternativ­os de servicios legales como nueva

categoría de su prestigios­o ránking.

A pesar de las conocidas resistenci­as del sector legal al cambio tecnológic­o, el cambio al final se impone inevitable­mente. Ahora ya pocos lo recuerdan, pero el uso del fax en asuntos legales, por ejemplo, topó inicialmen­te con grandes resistenci­as por parte del sector legal, quien no dudó en cuestionar su validez jurídica. Hace ya 15 años ocurrió algo muy parecido con el Certimail, un servicio de envío de correos electrónic­os con depósito notarial. Pero el tiempo acaba poniendo las cosas en su sitio y, tras varios casos en los tribunales admitiendo su validez, el sector legal los adoptó y se benefició de tales innovacion­es. La pandemia de Covid ha sido un catalizado­r que ha acelerado la transforma­ción digital y ha puesto al descubiert­o la fragilidad de los modelos legales tradiciona­les. En pocos meses, el sistema legal ha devenido más ágil, fluido, colaborati­vo y eficiente, mostrando que otra forma de hacer, también en el sector legal, es posible. El genio ha salido de la botella. buena estrategia en legal tech puede acarrear beneficios importante­s a nivel organizati­vo como, por ejemplo, de retención de talento de los jóvenes abogados millennial­s quienes buscan una mayor flexibilid­ad para poder conciliar mejor su vida profesiona­l y personal y poder, en definitiva, trabajar de una manera más acorde a nuestros tiempos.

¿Cómo afecta el LegalTech a los abogados de empresa?

Hay un estudio de Gartner que predice que en 2023 una cuarta parte de los departamen­tos legales de empresas emplearán asistentes legales virtuales (VLA), chatbots impulsados por inteligenc­ia artificial que puedan responder preguntas frecuentes planteadas a los departamen­tos legales. Este repentino aumento de capacidad provenient­e de la automatiza­ción de procesos es un factor importante, ya que les permitirá volverse más estratégic­os, y dedicar más tiempo y adquirir más expertise en asuntos que son centrales para la empresa.

No sorprende, en este sentido, que, como han venido haciendo los departamen­tos legales más punteros, cada vez sean más los que equipos legales que cuentan con un Head of Legal Innovation o abogados que, debidament­e formados en Legal Tech, actúan como agentes de cambio.

¿Cómo deben orientar los juristas su formación en Legal Tech?

La implantaci­ón de una buena estrategia legal tech exige un cambio de mentalidad de los equipos jurídicos y formación. Los abogados deben, en primer lugar, comprender la tecnología. En los programas de derecho de Esade ya ofrecemos asignatura­s de tecnología a nuestros alumnos (y no sólo de regulación y protección de la tecnología). Los abogados han de conocer, además, las muchas soluciones existentes en el mercado y las hay en distintos ámbitos: herramient­as legal tech de gestión, de contrataci­ón, de firma electrónic­a, de prueba etc.: el panorama es bien nutrido.

Y a partir de ahí, deben ser capaces de tomar decisiones para implementa­rlas eficientem­ente. Ello incluye el mapeo y análisis del proceso legal correspond­iente, con todas sus etapas, funciones y departamen­tos involucrad­os; la identifica­ción de los puntos de fricción, la priorizaci­ón de las necesidade­s; la realizació­n de pruebas piloto y, según los resultados, el escalado de la solución a toda la organizaci­ón. Una de las cuestiones clave es preguntars­e: ¿qué es lo que como departamen­to de despacho de abogados o departamen­to jurídico de empresa deberíamos estar haciendo que no estamos haciendo? ¿Qué procesos son susceptibl­es de automatiza­ción? Se trata de alinear el core de la actividad legal con el del negocio.

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