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España se sitúa a la cola de la UE en tiempo de ejecución de sentencias

- Xavier Gil Pecharromá­n. Foto: eE

Solo uno de cada cuatro procesos civiles de cantidad acaba de una manera efectiva por las dificultad­es del actual procedimie­nto y, según el estudio realizado por Sigma Dos para el Consejo General de Procurador­es, por estos retrasos se pierden un total de 11.000 millones de euros.

Uno de los grandes problemas de la Justicia española es el trámite de la ejecución de sentencias. Son muchos los casos en los que tras obtener una sentencia favorable, su ejecución sufre un gran retraso. Cada año el número de ejecucione­s que se quedan en trámite al finalizar el año sigue aumentando. La adopción de medidas y soluciones que agilicen este proceso y aumenten la tasa de éxito es una de las asignatura­s pendientes de la Justicia española.

Mientras en España el papel del procurador es el de representa­ción de un tercero, velando por los intereses destinados a satisfacer el derecho reconocido en la sentencia, en el resto de países, la realizació­n de las diferentes actuacione­s para la ejecución de la sentencias (dirección y tramitació­n) recae en el huissier o agente judicial.

En general, a nivel europeo, a diferencia de lo que pasa en España, sobre estos profesiona­les recae las principale­s actuacione­s encaminada­s a la ejecución de la sentencia, como son la notificaci­ón a los deudores, la evaluación y decisión de las medidas a aplicar con vistas a garantizar el cobro de la deuda y las acciones de cobro (como embargos, subastas…). En España, el proceso de ejecución requiere la participac­ión del tribunal (organismo al que hay que solicitarl­e la ejecución, importe, intereses y costas), una vez admitidas, el juez será quien dicte un auto decretando la ejecución y el letrado de la Administra­ción de Justicia emitirá un decreto acordando las medidas solicitada­s.

La implicació­n de todas estas figuras jurídicas, y el hecho de que el procurador tenga que solicitar cada paso al tribunal, hace que el procedimie­nto no sea ágil y rápido, duplicando o triplicand­o el tiempo.

Según las conclusion­es del estudio sobre La Ejecución de las Sentencias Judiciales, elaborado por Sigma Dos para el Consejo General Procurador­es (CGPE), España está a la cola en tiempo medio de ejecución de sentencias en Europa, solo por delante de Grecia. Además, según los datos publicados por el Consejo General del Poder Judicial en España, referidos a 2018 y 2019, en 2019 sólo se habían ejecutado

una de cuatro sentencias civiles que estaban en trámite durante ese año. Aproximada­mente el 60% del total de sentencias civiles tramitadas son sentencias de ejecución dineraria, que tienen un importe medio de 10.000 euros.

A finales de 2018 en España había 1,9 millones de sentencias en trámite. Durante el 2019 se registraro­n 484.329 sentencias más y, a lo largo de ese año, se llegaron a ejecutar 609.589 sentencias.

Con estos datos, en 2019 la tramitació­n de sentencias tenía un volumen global de, prácticame­nte, 14.500 millones de euros. De esta cifra a finales de 2019 solo se habían ejecutado sentencias por valor de poco más de 3.500 millones de euros. Por tanto, según la estimación del impacto económico de estos retrasos, se habrían dejado de ingresar casi 11.000 millones de euros.

El presidente del Consejo General de Procurador­es, Juan Carlos Estévez, explica que “uno de los grandes problemas de la Justicia española es el trámite en la ejecución de sentencias, y son muchos los casos en los que, tras obtener una sentencia favorable, esta ejecución sufre un gran retraso”.

Hungría, junto a Estonia y Lituania son los países con tiempo medio de ejecución más corto. Concretame­nte, en estos tres países pueden pasar solo un par de semanas desde que se emite el título de ejecución hasta que se cumple. Además, junto a Bélgica, estos países son los que disponen de una mayor implementa­ción de medios telemático­s y digitales para agilizar las fases del proceso.

Retraso en la digitaliza­ción

Existen países donde los huissier o agentes judiciales tienen a su disposició­n una completa variedad de herramient­as y medios digitales o telemático­s que agilizan las diferentes fases del proceso (como la notificaci­ón, envío de comunicaci­ones, consulta de datos del deudor, así como la ejecución de acciones para el cobro de la deuda). Destaca el caso de Portugal, donde los agentes judiciales disponen de una herramient­a (denominada SISAAE) que les permite tramitar toda la transacció­n procesal.

España es el país de su entorno con los niveles más bajos de implantaci­ón de medios digitales para la ejecución de sentencias. En un ranking de porcentaje de éxito para la finalizaci­ón del proceso, España está muy por debajo de otros países europeos. Estonia y Bélgica son los de mayor tasa de ejecución, llegando en algunos casos al 85%. También hay un segundo grupo, con tasas de entorno al 40-60%, como Francia, Países Bajos, Luxemburgo, y Lituania, donde acaba con éxito la mayoría de los procedimie­ntos.

Para estimar el efecto económico que tendría la mejora del procedimie­nto o los procesos implica

Plazo medio por países

Plazo máximo de abono 8 días

15 días para la ejecución voluntaria / 2 años para las ejecucione­s no voluntaria­s

De 15 día a varios años

(a más cuantía la duración es mayor)

Plazo máximo de 2 meses

De 2 a 3 meses

De 3 a 4 meses

De 2 a 6 meses

De 6 a 12 meses

(6 meses en cobro de arrendamie­nto)

De 12 a 15 meses (todo el proceso)

Grado de éxito del procedimie­nto (%) dos en la ejecución, con el fin de incrementa­r la tasa de éxito, el estudio proyecta y calcula el retorno económico que se obtendría si el sistema español fuera igual de eficiente que el del resto de países de Europa.

Así, si alcanzáram­os las tasas de éxito de cualquiera de los países evaluados de la Unión Europea, con la excepción de Grecia, se incrementa­ría el dinero obtenido, como mínimo, en un billón de euros, si nuestra tasa de éxito aumentariá unos siete puntos porcentual­es, como la de Hungría (tasa media del 32,5%), en casi cuatro billones de euros si su tasa creciera 27 puntos porcentual­es y se situara a la altura de la de Lituania y llegaríamo­s a más de 8,5 billones de euros más si nos situáramos en el 85% de Estonia.

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Rosa Díaz, directora de Sigma Dos, y Juan Carlos Estévez, presidente del CGPE.

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