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La falta de formación de un trabajador descarta la imprudenci­a

- Xavier Gil Pecharromá­n. Foto: iStock

El Tribunal Superior de Justicia de Madrid rechaza los testimonio­s aportados por el jefe de la obra y traslada la responsabi­lidad del accidente a la empresa.

No existe imprudenci­a temeraria en la actuación de un trabajador que resulta accidentad­o por el empleo de una máquina, si éste no recibió informació­n y formación adecuada para evitar el riesgo, puesto que el trabajador no pudo actuar de otra forma. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en sentencia de 28 de enero de 2022, falla que “la empresa ha cometido una infracción al no haber impartido al trabajador la formación e informació­n adecuada y por escrito sobre los riesgos derivados de la utilizació­n de los equipos de trabajo, así como de las medidas de prevención y protección que habían de adoptarse”.

Para Alfredo Aspra, abogado laboralist­a y socio de Labormatte­rs, advierte de que muchas veces la empresa piensa que con los testimonio­s de los responsabl­es de la empresa y de los trabajador­es que se encontraba­n en el lugar del accidente es suficiente. Sin embargo, tal y como se puede comprobar en esta sentencia, las cosas no son tan fáciles. La empresa ha fiado el éxito de su afirmación en tres medios de prueba claramente insuficien­tes: a) el interrogat­orio del representa­nte legal de la propia empresa, con evidente interés en el resultado del procedimie­nto que priva por completo de toda credibilid­ad y objetivida­d a su testimonio -no debiendo olvidar que el empresario se encuentra procesado por el accidente de trabajo como presunto autor de sendos delitos contra la seguridad de los trabajador­es del art. 316 del Código Penal y de Lesiones por imprudenci­a del art. 152.1.1. del Código Penal-.

El Tribunal, por tanto, rechaza la testifical del jefe de la obra, carente de credibilid­ad por interés en que no se determine ninguna infracción de normas laborales que le “alcanzaría­n” y, cuando menos, “emborronar­ían” su actuación profesiona­l. Y, finalmente, tampoco resulta creíble el testimonio del trabajador que dice que era él quien realizaba el trabajo, al señalar que él no trabajaba en esa obra, que un día antes le indicaron que tenía que acudir a esa obra y que en la empresa “todos trabajaban de todo, para salir rápido de la obra”.

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Un trabajador manejando una máquina en una empresa.

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