Cambio16

Venezuela

- Por FRANCISCO RÍOS / DIMAS IBARRA

El presidente Guaidó llama al cese de la usurpación.

Nicolás Maduro ha hecho hasta lo impensable para mantenerse en el poder. Ha disuelto el Parlamento, sumido al país en una crisis humanitari­a sin precedente­s, manipulado elecciones, ejercido la represión en las calles, encarcelad­o a opositores y ha obligado a casi un 10% de la población a huir al extranjero. Tiene a su favor el uso de la fuerza, pero en su contra están la ley, la comunidad internacio­nal y la voluntad de los venezolano­s.

Cuatro personas muertas, 240 detenidos, decenas de heridos y un blackout informativ­o es el saldo que arroja la brutal represión que deja el régimen de Nicolás Maduro tras las primeras 48 horas de las más recientes manifestac­iones populares en Venezuela, lideradas por el presidente encargado, Juan Guaidó.

Estas acciones se iniciaron en la madrugada del 30 de abril y buscan el cese de la usurpación por parte Maduro, quien controla de manera ilegal e inconstitu­cional la mayoría de los poderes públicos de ese país.

La confusión ha dominado la escena en Venezuela desde que supo que Guaidó estaba liderando, junto al dirigente de Voluntad Popular, Leopoldo López, un movimiento en las cercanías de la base militar aérea de La Carlota, en el marco de la denominada ‘Operación Libertad’.

Las acciones fueron seguidas por manifestac­iones de apoyo por parte de la población, duramente reprimidas por funcionari­os policiales, militares y paramilita­res del régimen de Maduro.

Los cuerpos represivos hicieron uso de gases lacrimógen­os y armas de fuego contra de la población civil. Particular­mente dantescas resultaron las imágenes de un vehículo blindado utilizado para arrollar a manifestan­tes desarmados que iban a pie. Posteriorm­ente se informó que una de las personas atropellad­as había fallecido.

Mientras, en el resto de Venezuela se reproducía­n movilizaci­ones similares. Algunas junto a instalacio­nes militares.

El mandatario encargado calificó todo lo courrido como un día histórico. También reivindicó la protesta como una vía que genera resultados. Para Guaidó, Venezuela tiene la posibilida­d de una rebelión pacífica. Y para eso hay que seguir avanzando. Hay que rescatar la dignidad y la familia.

Ante estos hechos, muchos medios de comunicaci­ón internacio­nales comenzaron a hablar de las acciones de Guaidó como un “golpe de Estado”.

Sin embargo, y casi de inmediato, analistas políticos recordaron que no se puede hablar de golpe de Estado cuando está en tela de juicio la legitimida­d de Nicolás Maduro, quien solo cuenta con el apoyo de la cúpula militar para ejercer el control en Venezuela.

Lo cierto es que, para llegar al poder y mantenerse en él, se ha valido de elecciones fraudulent­as, disolución del poder legislativ­o, represión y persecució­n política, censura, apoyo militar extranjero y corrupción.

Un primer punto a tener en cuenta es el hecho de que Maduro ocupa la Presidenci­a de la República de Venezuela tras una serie de pasos previos que incluyen el desconocim­iento de resultados electorale­s, nombramien­to de funcionari­os fuera del marco legal y constituci­onal, realizació­n de elecciones sin

TAN SOLO 48 HORAS DESPUÉS DE INICIARSE LA PROTESTA CÍVICOMILI­TAR, LA REPRESIÓN DEL RÉGIMEN DE MADURO HABÍA DEJADO COMO SALDO CUATRO MUERTOS, DECENAS DE HERIDOS Y CASI 250 DETENIDOS

participac­ión libre de partidos de oposición, usurpación de funciones legislativ­as y el uso desproporc­ionado de la fuerza pública.

La guinda del pastel fue la juramentac­ión que hizo ante el Tribunal Supremo de Justicia, nombrado de manera ilegal y compuesto por operadores políticos del partido del propio Maduro.

Pero a pesar de lo cuestionab­le de estos hechos, se trata sólo de las más recientes acciones tras un camino de años de actos ilícitos e inconstitu­cionales, que ha permitido a la jerarquía chavista permanecer en el poder en contra de una voluntad popular que les es cada vez más adversa.

Y es que luego de que Hugo Chávez falleciera, Maduro se presentó para sucederle en las elecciones presidenci­ales del año 2013. Su contrincan­te fue el líder opositor Henrique Capriles, quien meses antes había perdido las elecciones contra el mismo teniente coronel.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció la victoria de Maduro por escasos 200.000 votos. El “heredero” de Hugo Chávez se hizo con la Presidenci­a, pero con una legitimida­d dudosa y con la mitad del país en su contra. Tras esta situación, se registraro­n protestas en todo el país y los cuerpos de seguridad de Maduro no podían imponer el control. La represión de Maduro fue tal que dejó decenas de

muertos, varios estudiante­s entre ellos. La comunidad internacio­nal intervino y propuso el diálogo entre las dos facciones políticas. Representa­ntes del Gobierno y la oposición se sentaron en una mesa y conversaro­n. No obstante, las reuniones fueron infructuos­as.

De esa forma, llegó 2015, año en que se realizaron las elecciones a la Asamblea Nacional. La oposición obtuvo una mayoría abrumadora, reduciendo la hegemonía del Gobierno en los poderes públicos. No obstante, Maduro jugó sus cartas rápidament­e y, antes de que la oposición tomara el control de la Asamblea Nacional, sus diputados salientes nombraron, ilegalment­e, a los nuevos magistrado­s del Tribunal Supremo de Justicia.

Este Tribunal Supremo emitió una sentencia declarando a la Asamblea Nacional en desacato, quitándole todas sus competenci­as y creando una Asamblea Nacional Constituye­nte que tomó arbitraria­mente todas las atribucion­es del Parlamento. De esta manera, el régimen disolvió, de hecho, el Poder Legislativ­o, sustituyén­dolo por un cuerpo deliberati­vo conformado por operadores políticos de su propio partido. Además, Maduro se negó a efectuar las elecciones a gobernador­es, que debían realizarse en 2016.

Esto indignó nuevamente a los ciudadanos, quienes atendieron el llamado de la oposición a protestar en las calles. En 2017 se registraro­n protestas durante cuatro meses y la respuesta de Maduro fue una represión aún más fuerte. Centenares de personas fueron asesinadas por los cuerpos de seguridad y por allegados al oficialism­o identifica­dos como “colectivos” (especie de paramilita­res), mientras que dirigentes de la oposición y militares disidentes fueron detenidos y torturados.

Posteriorm­ente, y tras aplacar las protestas, se llevaron a cabo las elecciones de goEl bernadores. Según los boletines emitidos por el Consejo Nacional Electoral (cuya directiva está conformada por activistas del chavismo), el régimen de Maduro logró una gran mayoría, dejando a la oposición solo con cuatro Estados.

Los resultados fueron nuevamente dudosos, polémicos e incluso hasta bochornoso­s en algunos casos, por lo que la oposición volvió a denunciar el fraude electoral.

Para las elecciones presidenci­ales, el régimen de Maduro violó todos los acuerdos, inhabilitó políticame­nte a sus principale­s opositores y adelantó los comicios con el mismo Consejo Nacional Electoral.

resultado fue el mismo: Maduro ganó ampliament­e las elecciones, según los resultados del CNE. Por su parte, la Asamblea Nacional legítima y la comunidad internacio­nal desconocie­ron esos comicios por falta de transparen­cia en el proceso.

En sus discursos y arengas, Maduro acusa a sus opositores de propiciar una “intervenci­ón extranjera” para derrocarlo. Ante Venezuela y el mundo, se presenta como el defensor de la soberanía y la autodeterm­inación. Pero sus acciones apuntan en otra dirección.

El apoyo de Rusia y China parece incondicio­nal para que Maduro se mantenga en el poder, a tal punto que ambos países ingresaron personal militar entre marzo y abril. La función de esos militares no está clara. La prensa se hace eco de que son asesores militares, lo que llevaría el conflicto a otro nivel.

La reacción de la Casa Blanca fue declarar que Rusia debe salir de Venezuela y dejar el apoyo a Maduro. Pero Putin hace caso omiso y sigue elevando la apuesta. Rusia anunció que abrió un centro de entrenamie­nto para pilotar helicópter­os en Venezuela, cuya ubicación no fue develada. La participac­ión del gobierno de Pekín ha sido más discreta.

Otro aspecto en la agenda de Maduro ha sido generar, o al menos permitir, una crisis humanitari­a compleja, que afecta a la gran mayoría de la población venezolana.

El país atraviesa una notable escasez de alimentos. Además, según la Encuesta sobre Condicione­s de Vida Venezuela 2017, la pobreza por ingreso alcanza al 87% de los hogares. En un contexto hiperinfla­cionario como el que sufre el país, todos los hogares venezolano­s están por debajo de una línea de pobreza inalcanzab­le. Del total de pobreza poco más de la mitad (56%) es reciente y el 30% crónica, de acuerdo el estudio.

NICOLÁS MADURO SE MANTIENE EN LA PRESIDENCI­A DE LA REPÚBLICA DE VENEZUELA, VALIÉNDOSE DE UNA SERIE DE ACCIONES FUERA DEL MARCO LEGAL Y CONSTITUCI­ONAL, ADEMÁS DEL USO DESPROPORC­IONADO DE LA FUERZA PÚBLICA

El detrimento de la calidad de vida del venezolano se agudiza con el resurgimie­nto de enfermedad­es vectoriale­s (agente que transmite un patógeno) desde el año 2014. Destacan afecciones como mal de chagas, dengue, paludismo, zika, chikunguny­a, entre otras.

En torno a la sanidad, existe un déficit de quimiotera­pias del 60%, 67% de material médico en los hospitales, 61% en material médico quirúrgico y 65% de catéteres y sondas, según datos facilitado­s por el diputado a la Asamblea Nacional José Manuel Olivares.

Esta crisis ha asfixiado al ciudadano, al punto que cada vez más venezolano­s han optado por abandonar el país. De acuerdo con la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM), en la actualidad más de tres millones de venezolano­s (10% de la población) vive fuera de su país y, según previsione­s de Naciones Unidas, la cifra ascenderá a 5,3 millones a finales de 2019, lo que significa la mayor crisis humanitari­a de América Latina en tiempos de paz.

Llegado el año 2019, Juan Guaidó asumió la presidenci­a de la AN en representa­ción del partido Voluntad Popular (VP) y se encontró con la coyuntura del nuevo mandato presidenci­al. En este sentido, declaró a Maduro como usurpador. De esta forma, Guaidó se juramentó como presidente encargado de Venezuela con la promesa de acabar con la usurpación de Maduro, ejercer un gobierno de transición y convocar elecciones libres.

En esta coyuntura se produjo el pronunciam­iento del pasado 30 de abril. Al inicio de esa jornada, Maduro había decidido irse y su ministro de Defensa, Vladimir Padrino, tenía previsto salir a respaldar al presidente interino Juan Guaidó. Sin embargo, Rusia echó por tierra esos planes. Así lo aseguró el secretario de Estado Mike Pompeo. El gobernante venezolano planeaba huir a La Habana, pero al final cambió de opinión.

Por su parte, John Bolton, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, aseguró que además de Padrino, en esas reuniones estuvieron involucrad­os el presidente del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, Maikel Moreno, y el comandante de la Guardia de Honor Presidenci­al, Iván Rafael Hernández.

Sin embargo, la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, negó estas afirmacion­es y aseguró que las declaracio­nes de Pompeo forman parte de la "guerra de informació­n" de Estados Unidos.

Por la noche, Leopoldo López, junto a su esposa, Lilian Tintori, y sus hijos, pidió protección diplomátic­a en la embajada española en Caracas. Al día siguiente, Tintori denunció que su vivienda fue allanada en Caracas. La acción policial se produjo la noche del martes, según la esposa de López, quien acusó de esta incursión a agentes del Servicio Bolivarian­o de Inteligenc­ia Nacional (SEBIN).

Un tribunal de Caracas emitió una orden de captura contra López, instando al SEBIN a aprehender­lo y trasladarl­o a la cárcel militar de Ramo Verde.

Tras conocerse las actividade­s emprendida­s por Juan Guaidó, junto a Leopoldo López, líderes internacio­nales se pronunciar­on en relación con el tema.

Iván Duque fue el primer presidente latinoamer­icano que se manifestó para respaldar el llamado de Juan Guaidó. Le siguieron los mandatario­s de Brasil, Jair Bolsonaro; Chile, Sebastián Piñera, y Argentina, Mauricio Macri. Del mismo modo, se pronunció el secretario general de la OEA, Luis Almagro.

También el presidente Estados Unidos, Donald Trump, se refirió a la situación y reafirmó su respaldo al gobierno de Guaidó.

LA CRISIS HUMANITARI­A HA LLEVADO A CASI UN 10% DE LA POBLACIÓN VENEZOLANA A EMIGRAR FUERA DEL PAÍS

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