Venezuela
El presidente Guaidó llama al cese de la usurpación.
Nicolás Maduro ha hecho hasta lo impensable para mantenerse en el poder. Ha disuelto el Parlamento, sumido al país en una crisis humanitaria sin precedentes, manipulado elecciones, ejercido la represión en las calles, encarcelado a opositores y ha obligado a casi un 10% de la población a huir al extranjero. Tiene a su favor el uso de la fuerza, pero en su contra están la ley, la comunidad internacional y la voluntad de los venezolanos.
Cuatro personas muertas, 240 detenidos, decenas de heridos y un blackout informativo es el saldo que arroja la brutal represión que deja el régimen de Nicolás Maduro tras las primeras 48 horas de las más recientes manifestaciones populares en Venezuela, lideradas por el presidente encargado, Juan Guaidó.
Estas acciones se iniciaron en la madrugada del 30 de abril y buscan el cese de la usurpación por parte Maduro, quien controla de manera ilegal e inconstitucional la mayoría de los poderes públicos de ese país.
La confusión ha dominado la escena en Venezuela desde que supo que Guaidó estaba liderando, junto al dirigente de Voluntad Popular, Leopoldo López, un movimiento en las cercanías de la base militar aérea de La Carlota, en el marco de la denominada ‘Operación Libertad’.
Las acciones fueron seguidas por manifestaciones de apoyo por parte de la población, duramente reprimidas por funcionarios policiales, militares y paramilitares del régimen de Maduro.
Los cuerpos represivos hicieron uso de gases lacrimógenos y armas de fuego contra de la población civil. Particularmente dantescas resultaron las imágenes de un vehículo blindado utilizado para arrollar a manifestantes desarmados que iban a pie. Posteriormente se informó que una de las personas atropelladas había fallecido.
Mientras, en el resto de Venezuela se reproducían movilizaciones similares. Algunas junto a instalaciones militares.
El mandatario encargado calificó todo lo courrido como un día histórico. También reivindicó la protesta como una vía que genera resultados. Para Guaidó, Venezuela tiene la posibilidad de una rebelión pacífica. Y para eso hay que seguir avanzando. Hay que rescatar la dignidad y la familia.
Ante estos hechos, muchos medios de comunicación internacionales comenzaron a hablar de las acciones de Guaidó como un “golpe de Estado”.
Sin embargo, y casi de inmediato, analistas políticos recordaron que no se puede hablar de golpe de Estado cuando está en tela de juicio la legitimidad de Nicolás Maduro, quien solo cuenta con el apoyo de la cúpula militar para ejercer el control en Venezuela.
Lo cierto es que, para llegar al poder y mantenerse en él, se ha valido de elecciones fraudulentas, disolución del poder legislativo, represión y persecución política, censura, apoyo militar extranjero y corrupción.
Un primer punto a tener en cuenta es el hecho de que Maduro ocupa la Presidencia de la República de Venezuela tras una serie de pasos previos que incluyen el desconocimiento de resultados electorales, nombramiento de funcionarios fuera del marco legal y constitucional, realización de elecciones sin
TAN SOLO 48 HORAS DESPUÉS DE INICIARSE LA PROTESTA CÍVICOMILITAR, LA REPRESIÓN DEL RÉGIMEN DE MADURO HABÍA DEJADO COMO SALDO CUATRO MUERTOS, DECENAS DE HERIDOS Y CASI 250 DETENIDOS
participación libre de partidos de oposición, usurpación de funciones legislativas y el uso desproporcionado de la fuerza pública.
La guinda del pastel fue la juramentación que hizo ante el Tribunal Supremo de Justicia, nombrado de manera ilegal y compuesto por operadores políticos del partido del propio Maduro.
Pero a pesar de lo cuestionable de estos hechos, se trata sólo de las más recientes acciones tras un camino de años de actos ilícitos e inconstitucionales, que ha permitido a la jerarquía chavista permanecer en el poder en contra de una voluntad popular que les es cada vez más adversa.
Y es que luego de que Hugo Chávez falleciera, Maduro se presentó para sucederle en las elecciones presidenciales del año 2013. Su contrincante fue el líder opositor Henrique Capriles, quien meses antes había perdido las elecciones contra el mismo teniente coronel.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció la victoria de Maduro por escasos 200.000 votos. El “heredero” de Hugo Chávez se hizo con la Presidencia, pero con una legitimidad dudosa y con la mitad del país en su contra. Tras esta situación, se registraron protestas en todo el país y los cuerpos de seguridad de Maduro no podían imponer el control. La represión de Maduro fue tal que dejó decenas de
muertos, varios estudiantes entre ellos. La comunidad internacional intervino y propuso el diálogo entre las dos facciones políticas. Representantes del Gobierno y la oposición se sentaron en una mesa y conversaron. No obstante, las reuniones fueron infructuosas.
De esa forma, llegó 2015, año en que se realizaron las elecciones a la Asamblea Nacional. La oposición obtuvo una mayoría abrumadora, reduciendo la hegemonía del Gobierno en los poderes públicos. No obstante, Maduro jugó sus cartas rápidamente y, antes de que la oposición tomara el control de la Asamblea Nacional, sus diputados salientes nombraron, ilegalmente, a los nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia.
Este Tribunal Supremo emitió una sentencia declarando a la Asamblea Nacional en desacato, quitándole todas sus competencias y creando una Asamblea Nacional Constituyente que tomó arbitrariamente todas las atribuciones del Parlamento. De esta manera, el régimen disolvió, de hecho, el Poder Legislativo, sustituyéndolo por un cuerpo deliberativo conformado por operadores políticos de su propio partido. Además, Maduro se negó a efectuar las elecciones a gobernadores, que debían realizarse en 2016.
Esto indignó nuevamente a los ciudadanos, quienes atendieron el llamado de la oposición a protestar en las calles. En 2017 se registraron protestas durante cuatro meses y la respuesta de Maduro fue una represión aún más fuerte. Centenares de personas fueron asesinadas por los cuerpos de seguridad y por allegados al oficialismo identificados como “colectivos” (especie de paramilitares), mientras que dirigentes de la oposición y militares disidentes fueron detenidos y torturados.
Posteriormente, y tras aplacar las protestas, se llevaron a cabo las elecciones de goEl bernadores. Según los boletines emitidos por el Consejo Nacional Electoral (cuya directiva está conformada por activistas del chavismo), el régimen de Maduro logró una gran mayoría, dejando a la oposición solo con cuatro Estados.
Los resultados fueron nuevamente dudosos, polémicos e incluso hasta bochornosos en algunos casos, por lo que la oposición volvió a denunciar el fraude electoral.
Para las elecciones presidenciales, el régimen de Maduro violó todos los acuerdos, inhabilitó políticamente a sus principales opositores y adelantó los comicios con el mismo Consejo Nacional Electoral.
resultado fue el mismo: Maduro ganó ampliamente las elecciones, según los resultados del CNE. Por su parte, la Asamblea Nacional legítima y la comunidad internacional desconocieron esos comicios por falta de transparencia en el proceso.
En sus discursos y arengas, Maduro acusa a sus opositores de propiciar una “intervención extranjera” para derrocarlo. Ante Venezuela y el mundo, se presenta como el defensor de la soberanía y la autodeterminación. Pero sus acciones apuntan en otra dirección.
El apoyo de Rusia y China parece incondicional para que Maduro se mantenga en el poder, a tal punto que ambos países ingresaron personal militar entre marzo y abril. La función de esos militares no está clara. La prensa se hace eco de que son asesores militares, lo que llevaría el conflicto a otro nivel.
La reacción de la Casa Blanca fue declarar que Rusia debe salir de Venezuela y dejar el apoyo a Maduro. Pero Putin hace caso omiso y sigue elevando la apuesta. Rusia anunció que abrió un centro de entrenamiento para pilotar helicópteros en Venezuela, cuya ubicación no fue develada. La participación del gobierno de Pekín ha sido más discreta.
Otro aspecto en la agenda de Maduro ha sido generar, o al menos permitir, una crisis humanitaria compleja, que afecta a la gran mayoría de la población venezolana.
El país atraviesa una notable escasez de alimentos. Además, según la Encuesta sobre Condiciones de Vida Venezuela 2017, la pobreza por ingreso alcanza al 87% de los hogares. En un contexto hiperinflacionario como el que sufre el país, todos los hogares venezolanos están por debajo de una línea de pobreza inalcanzable. Del total de pobreza poco más de la mitad (56%) es reciente y el 30% crónica, de acuerdo el estudio.
NICOLÁS MADURO SE MANTIENE EN LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DE VENEZUELA, VALIÉNDOSE DE UNA SERIE DE ACCIONES FUERA DEL MARCO LEGAL Y CONSTITUCIONAL, ADEMÁS DEL USO DESPROPORCIONADO DE LA FUERZA PÚBLICA
El detrimento de la calidad de vida del venezolano se agudiza con el resurgimiento de enfermedades vectoriales (agente que transmite un patógeno) desde el año 2014. Destacan afecciones como mal de chagas, dengue, paludismo, zika, chikungunya, entre otras.
En torno a la sanidad, existe un déficit de quimioterapias del 60%, 67% de material médico en los hospitales, 61% en material médico quirúrgico y 65% de catéteres y sondas, según datos facilitados por el diputado a la Asamblea Nacional José Manuel Olivares.
Esta crisis ha asfixiado al ciudadano, al punto que cada vez más venezolanos han optado por abandonar el país. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en la actualidad más de tres millones de venezolanos (10% de la población) vive fuera de su país y, según previsiones de Naciones Unidas, la cifra ascenderá a 5,3 millones a finales de 2019, lo que significa la mayor crisis humanitaria de América Latina en tiempos de paz.
Llegado el año 2019, Juan Guaidó asumió la presidencia de la AN en representación del partido Voluntad Popular (VP) y se encontró con la coyuntura del nuevo mandato presidencial. En este sentido, declaró a Maduro como usurpador. De esta forma, Guaidó se juramentó como presidente encargado de Venezuela con la promesa de acabar con la usurpación de Maduro, ejercer un gobierno de transición y convocar elecciones libres.
En esta coyuntura se produjo el pronunciamiento del pasado 30 de abril. Al inicio de esa jornada, Maduro había decidido irse y su ministro de Defensa, Vladimir Padrino, tenía previsto salir a respaldar al presidente interino Juan Guaidó. Sin embargo, Rusia echó por tierra esos planes. Así lo aseguró el secretario de Estado Mike Pompeo. El gobernante venezolano planeaba huir a La Habana, pero al final cambió de opinión.
Por su parte, John Bolton, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, aseguró que además de Padrino, en esas reuniones estuvieron involucrados el presidente del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, Maikel Moreno, y el comandante de la Guardia de Honor Presidencial, Iván Rafael Hernández.
Sin embargo, la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, negó estas afirmaciones y aseguró que las declaraciones de Pompeo forman parte de la "guerra de información" de Estados Unidos.
Por la noche, Leopoldo López, junto a su esposa, Lilian Tintori, y sus hijos, pidió protección diplomática en la embajada española en Caracas. Al día siguiente, Tintori denunció que su vivienda fue allanada en Caracas. La acción policial se produjo la noche del martes, según la esposa de López, quien acusó de esta incursión a agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN).
Un tribunal de Caracas emitió una orden de captura contra López, instando al SEBIN a aprehenderlo y trasladarlo a la cárcel militar de Ramo Verde.
Tras conocerse las actividades emprendidas por Juan Guaidó, junto a Leopoldo López, líderes internacionales se pronunciaron en relación con el tema.
Iván Duque fue el primer presidente latinoamericano que se manifestó para respaldar el llamado de Juan Guaidó. Le siguieron los mandatarios de Brasil, Jair Bolsonaro; Chile, Sebastián Piñera, y Argentina, Mauricio Macri. Del mismo modo, se pronunció el secretario general de la OEA, Luis Almagro.
También el presidente Estados Unidos, Donald Trump, se refirió a la situación y reafirmó su respaldo al gobierno de Guaidó.
LA CRISIS HUMANITARIA HA LLEVADO A CASI UN 10% DE LA POBLACIÓN VENEZOLANA A EMIGRAR FUERA DEL PAÍS