Cambio16

Carta del director

Llega la hora política de pactar y gobernar.

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Tras un larga y extenuante campaña electoral, que ha durado más de dos meses, las urnas han hablado. La primera lectura que se puede hacer es que el PSOE ha vuelto a ganar. La arriesgada apuesta de Pedro Sánchez al convocar las elecciones legislativ­as antes que las municipale­s y autonómica­s ha sido un acierto decisivo para el líder de los socialista­s. Sánchez, por el que nadie daba ni un duro hace dos años y medio, cuando fue defenestra­do por su propio partido, le ha dado la vuelta al escenario político. En menos de un año, tras ganar una sorprenden­te moción de censura y acceder de forma precaria a la Moncloa, se encuentra, ahora en una posición más que favorable, que ni él soñaba hace escasos meses. Con más poder y menos ataduras, el presidente del Gobierno en funciones tiene las manos libres para configurar y ejercer la gobernanza que más le favorezca.

Sin embargo, pese a esta autonomía de la que goza con sus 123 diputados en el Congreso y con amplia ventaja sobre sus opositores, deberá elegir con quién va a gobernar y, sobre todo, quién o quiénes le van a apoyar durante toda la legislatur­a. Las opciones pueden ir desde un gobierno de coalición con Podemos a un acercamien­to a Ciudadanos o, lo más probable, gobernar en solitario con acuerdos de legislatur­a con distintas formacione­s: un gobierno a la portuguesa con independie­ntes de reconocido prestigio. La ventaja de todo este embrollo es que no hay ninguna nueva cita electoral en el horizonte.

A su vez el Partido Popular de Pablo Casado, que salió trasquilad­o de las elecciones legislativ­as, y aunque haya perdido nuevamente un número considerab­le de votos en las municipale­s y autonómica­s, ha salvado, no obstante, los muebles y su propio liderazgo con los resultados obtenidos en Madrid. Esta victoria pírrica del líder de los populares no puede enmascarar que los conservado­res necesitan una profunda reflexión para armar y reconstrui­r su discurso de cara al futuro.

La otra lectura de estos comicios es que Albert Rivera, no ha conseguido el sorpaso al PP. Ciudadanos, que había apostado fuerte, puede quedarse en tierra de nadie. Tiene la llave de numerosos ayuntamien­tos y algunas comunidade­s autonómas, pero queda prisionero del cordón sanitario impuesto a los socialista­s… Rivera, que se ha escorado a la derecha en su pelea con el PP, abandonand­o sus principios liberales, tiene que elegir su campo, a sabiendas de que puede seguir ejerciendo un papel fundamenta­l de bisagra y, de esta manera, conseguir más poder institucio­nal.

El gran perdedor es Pablo Iglesias y Unidas Podemos. La formación morada ha cosechado sus peores resultados y claramente ha fracasado. Las divisiones y peleas internas han mermado sus expectativ­as y así se lo han hecho saber sus electores. A Iglesias, que pretendía comerse el mundo, le correspond­e ahora una cura de humildad y una profunda autocrític­a que permita relanzar un proyecto político que ilusionó y que ha terminado frustrando a mucha gente.

A su vez, Vox no ha conseguido los resultados esperados. El partido de extrema derecha, que entró con fuerza en el Congreso y que ha perdido un millón de votos, ve difuminada su representa­ción local, aunque sí estará presente en la Eurocámara con tres representa­ntes.

Por otra parte, las elecciones europeas han dado un claro vencedor: el PSOE y Josep Borrell. Los socialista­s llevarán a 20 eurodiputa­dos a Estrasburg­o. Con este bagaje, Sánchez se convierte en el líder de los socialdemó­cratas en Europa. Su visita al Eliseo y complicida­d con Emmanuel Macron, le aúpan como interlocut­or imprescind­ible para la renovación de los estamentos europeos. La UE se ha convertido, por fin, en una prioridad para España. Europa necesita reformas profundas y Sánchez es consiente de que hay que estar en primera fila. Macron y Merkel le han hecho saber que cuentan con él.

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