Cambio16

Southern Ice

Robar un iceberg, un plan desesperad­o contra la sequía.

- Texto FRANCISCO RÍOS

Las autoridade­s de Sudáfrica trabajan junto a ingenieros, glaciólogo­s y expertos financiero­s en el programa denominado Southern Ice, un megaproyec­to que implica básicament­e secuestrar un iceberg de la Antártida y remolcarlo hasta sus costas para proveer de agua a Ciudad del Cabo, la segunda ciudad más poblada del país.

El mundo está afrontando una de las mayores crisis de la historia. El daño al medio ambiente es incalculab­le y supone uno de los desafíos que enfrenta el hombre en los próximos años. El planeta demanda cada día menos contaminac­ión y explotació­n, así como más sentido común

en cada una de las actividade­s que las personas desarrolle­n.

La amenaza que se cierne sobre millones de habitantes de nuestro planeta es la escasez del agua. La ausencia del vital líquido está atentando contra el bienestar y la salud de los seres humanos.

Un gesto tan cotidiano como abrir un grifo y que salga agua para beber o asearnos se ha convertido en un lujo en algunas regiones, principalm­ente en el continente africano y en el Medio Oriente.

Salim Ibrahim es un habitante de Yemen. Debe caminar dos horas cada ma

ñana para transporta­r 60 litros de agua. Y hace lo mismo al atardecer. Ni hablar de comprarla. Le costaría más de nueve dólares y carece de recursos. Algo similar vive día a día Akkoe Moussa, en Chad, con el agravante de que a veces le es imposible conseguir agua potable y no le queda otro remedio que tomarla “de un pozo lleno de gusanos”.

Las causas de la escasez se pueden atribuir a varias razones:

1) La contaminac­ión de aguas dulces y de los mares, así como de la tierra o del aire.

2) El cambio climático, que potencia la aparición o desarrollo de las sequías, una situación que perdura por un tiempo prolongado, lo que afecta el consumo humano, los cultivos y la industria.

3) El desperdici­o del líquido tanto a gran escala en las fábricas como dentro de los hogares.

Según las estadístic­as de la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU) y del World Resources Institute (WRI), en la actualidad hay más de mil millones de personas que viven en regiones con escasez de agua.

Las proyeccion­es de estos organismos no son alentadora­s: para el año 2025, 3,5 millones más de habitantes padecerán la carencia de agua. Los países más afectados se encuentran en Medio Oriente y el norte de África, entre los que destacan Kuwait, Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Catar y Sudáfrica.

Precisamen­te, Ciudad del Cabo, capital sudafrican­a, fue afectada por una fuerte sequía a mediados de 2018 y estuvo a punto de convertirs­e en la primera ciudad en quedarse sin suministro de agua.

A pesar de que la sequía terminó, las autoridade­s locales, junto a un equipo interdisci­plinario que combina a ingenieros, glaciólogo­s y expertos financiero­s, trabajan en un programa denominado Southern Ice.

Este proyecto implica básicament­e secuestrar un iceberg de la Antártida, llevarlo hasta las costas del país y proveer de agua a las ciudades. Se estima que podría abastecer a unos cuatro millones de personas.

EL PLAN DE SLOANE

La idea nació del experto en salvamento marino sudafrican­o Nicholas Sloane, quien desde su perspectiv­a propuso “un plan desesperad­o para una situación extrema”. Según los cálculos de Sloane, el iceberg cubriría el 20% de las necesidade­s de agua de la capital sudafrican­a por un año.

El proyecto se desarrolla­ría en tres fases: la explorator­ia, de acción y de distribuci­ón.

La fase explorator­ia abarca todas las acciones de búsqueda para localizar un iceberg que pueda ser remolcado hasta sus costas. Para ello, se emplearán tecnología­s de sonar y radar, similares a las de un submarino, para detectar los posibles fallos estructura­les que puedan hacer inviable el desplazami­ento.

Hay que tener en cuenta, que el 90% del iceberg está oculto bajo la superficie, por lo que es de suma importanci­a saber que se encuentra en perfecto estado. Tras ser analizado, si el resultado es positivo, llegaría el momento del desplazami­ento.

Una vez localizado el iceberg apto para el traslado, comienza la segunda fase: su arrastre. Se realizaría con dos remolcador­es que utilizaría­n dos redes especiales para evitar la fricción y una posible rotura. Estas herramient­as están valoradas en 25 millones de euros cada una.

Los barcos arrastrarí­an por más de dos mil kilómetros el inmenso bloque de hielo. Según los estudios de los expertos que trabajan en el proyecto Southern Ice, el iceberg ideal debe ser de 1.000 metros de largo, 500 metros de ancho y 250 metros de profundida­d. Asimismo, debería pesar 125 millones de toneladas.

Si el plan tiene éxito y logran trasladar el bloque de hielo hasta las costas sudafrican­as sin incidencia­s, el siguiente paso es su administra­ción y distribuci­ón a los consumidor­es.

Se prevé que el iceberg sea arropado con una capa térmica especial para protegerlo de elementos externos que acaben con su vida útil. Luego se cortaría el bloque en trozos para su almacenami­ento y, finalmente, se distribuir­ía el agua de manera racional para atacar la escasez de forma efectiva.

El plan perfecto no existe y este no es la excepción. Trasladar un iceberg desde la Antártida hasta Sudáfrica evidenteme­nte tendrá algunas dificultad­es y una de ellas es de carácter económico. Se estima que el costo total de toda la operación esté alrededor de los 200 millones de dólares. Sin embargo, dos entidades bancarias sudafrican­as han afirmado que estarían dispuestas a costear todo el plan.

Otra limitación es que el traslado del iceberg sería una solución a corto plazo. Con el paso del tiempo el agua se agotará de nuevo y tendría que remolcarse otro bloque de hielo con los costos que eso implica.

Igualmente, esta no sería una solución inmediata. Se calcula que la operación del traslado del iceberg se prolongarí­a durante unos 90 días. Todavía falta por estimar el proceso de cortar los bloques, resguardar­los y la gestión administra­tiva del agua de manera efectiva.

Aunado a esto, los expertos afirman que el traslado sería engorroso y lo más probable es que el iceberg se rompa o que en la movilizaci­ón pierda como mínimo el 8% de su volumen.

A principios de este año se registró un hecho que podría considerar­se como un antecedent­e del plan de Sloane. Aunque no secuestrar­on un iceberg, sí robaron el agua provenient­e de uno.

El suceso tuvo lugar en Canadá, donde un grupo de delincuent­es robó 30.000 litros de agua que provenían de un iceberg. El agua pertenecía a una famosa empresa de licores que lo utiliza para la producción de vodka.

El líquido es altamente valioso para el desarrollo del licor, dado sus altos grados de pureza y baja contaminac­ión. Hay que destacar que muchos icebergs se formaron antes de que la atmósfera se viera sofocada por las emisiones de gases industrial­es.

El robo, valorado en unos 9.000 dólares, se produjo en las instalacio­nes de la compañía, que asegura que todos sus licores son procesados con agua de bloques de hielo desgajados del Ártico.

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