Southern Ice
Robar un iceberg, un plan desesperado contra la sequía.
Las autoridades de Sudáfrica trabajan junto a ingenieros, glaciólogos y expertos financieros en el programa denominado Southern Ice, un megaproyecto que implica básicamente secuestrar un iceberg de la Antártida y remolcarlo hasta sus costas para proveer de agua a Ciudad del Cabo, la segunda ciudad más poblada del país.
El mundo está afrontando una de las mayores crisis de la historia. El daño al medio ambiente es incalculable y supone uno de los desafíos que enfrenta el hombre en los próximos años. El planeta demanda cada día menos contaminación y explotación, así como más sentido común
en cada una de las actividades que las personas desarrollen.
La amenaza que se cierne sobre millones de habitantes de nuestro planeta es la escasez del agua. La ausencia del vital líquido está atentando contra el bienestar y la salud de los seres humanos.
Un gesto tan cotidiano como abrir un grifo y que salga agua para beber o asearnos se ha convertido en un lujo en algunas regiones, principalmente en el continente africano y en el Medio Oriente.
Salim Ibrahim es un habitante de Yemen. Debe caminar dos horas cada ma
ñana para transportar 60 litros de agua. Y hace lo mismo al atardecer. Ni hablar de comprarla. Le costaría más de nueve dólares y carece de recursos. Algo similar vive día a día Akkoe Moussa, en Chad, con el agravante de que a veces le es imposible conseguir agua potable y no le queda otro remedio que tomarla “de un pozo lleno de gusanos”.
Las causas de la escasez se pueden atribuir a varias razones:
1) La contaminación de aguas dulces y de los mares, así como de la tierra o del aire.
2) El cambio climático, que potencia la aparición o desarrollo de las sequías, una situación que perdura por un tiempo prolongado, lo que afecta el consumo humano, los cultivos y la industria.
3) El desperdicio del líquido tanto a gran escala en las fábricas como dentro de los hogares.
Según las estadísticas de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y del World Resources Institute (WRI), en la actualidad hay más de mil millones de personas que viven en regiones con escasez de agua.
Las proyecciones de estos organismos no son alentadoras: para el año 2025, 3,5 millones más de habitantes padecerán la carencia de agua. Los países más afectados se encuentran en Medio Oriente y el norte de África, entre los que destacan Kuwait, Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Catar y Sudáfrica.
Precisamente, Ciudad del Cabo, capital sudafricana, fue afectada por una fuerte sequía a mediados de 2018 y estuvo a punto de convertirse en la primera ciudad en quedarse sin suministro de agua.
A pesar de que la sequía terminó, las autoridades locales, junto a un equipo interdisciplinario que combina a ingenieros, glaciólogos y expertos financieros, trabajan en un programa denominado Southern Ice.
Este proyecto implica básicamente secuestrar un iceberg de la Antártida, llevarlo hasta las costas del país y proveer de agua a las ciudades. Se estima que podría abastecer a unos cuatro millones de personas.
EL PLAN DE SLOANE
La idea nació del experto en salvamento marino sudafricano Nicholas Sloane, quien desde su perspectiva propuso “un plan desesperado para una situación extrema”. Según los cálculos de Sloane, el iceberg cubriría el 20% de las necesidades de agua de la capital sudafricana por un año.
El proyecto se desarrollaría en tres fases: la exploratoria, de acción y de distribución.
La fase exploratoria abarca todas las acciones de búsqueda para localizar un iceberg que pueda ser remolcado hasta sus costas. Para ello, se emplearán tecnologías de sonar y radar, similares a las de un submarino, para detectar los posibles fallos estructurales que puedan hacer inviable el desplazamiento.
Hay que tener en cuenta, que el 90% del iceberg está oculto bajo la superficie, por lo que es de suma importancia saber que se encuentra en perfecto estado. Tras ser analizado, si el resultado es positivo, llegaría el momento del desplazamiento.
Una vez localizado el iceberg apto para el traslado, comienza la segunda fase: su arrastre. Se realizaría con dos remolcadores que utilizarían dos redes especiales para evitar la fricción y una posible rotura. Estas herramientas están valoradas en 25 millones de euros cada una.
Los barcos arrastrarían por más de dos mil kilómetros el inmenso bloque de hielo. Según los estudios de los expertos que trabajan en el proyecto Southern Ice, el iceberg ideal debe ser de 1.000 metros de largo, 500 metros de ancho y 250 metros de profundidad. Asimismo, debería pesar 125 millones de toneladas.
Si el plan tiene éxito y logran trasladar el bloque de hielo hasta las costas sudafricanas sin incidencias, el siguiente paso es su administración y distribución a los consumidores.
Se prevé que el iceberg sea arropado con una capa térmica especial para protegerlo de elementos externos que acaben con su vida útil. Luego se cortaría el bloque en trozos para su almacenamiento y, finalmente, se distribuiría el agua de manera racional para atacar la escasez de forma efectiva.
El plan perfecto no existe y este no es la excepción. Trasladar un iceberg desde la Antártida hasta Sudáfrica evidentemente tendrá algunas dificultades y una de ellas es de carácter económico. Se estima que el costo total de toda la operación esté alrededor de los 200 millones de dólares. Sin embargo, dos entidades bancarias sudafricanas han afirmado que estarían dispuestas a costear todo el plan.
Otra limitación es que el traslado del iceberg sería una solución a corto plazo. Con el paso del tiempo el agua se agotará de nuevo y tendría que remolcarse otro bloque de hielo con los costos que eso implica.
Igualmente, esta no sería una solución inmediata. Se calcula que la operación del traslado del iceberg se prolongaría durante unos 90 días. Todavía falta por estimar el proceso de cortar los bloques, resguardarlos y la gestión administrativa del agua de manera efectiva.
Aunado a esto, los expertos afirman que el traslado sería engorroso y lo más probable es que el iceberg se rompa o que en la movilización pierda como mínimo el 8% de su volumen.
A principios de este año se registró un hecho que podría considerarse como un antecedente del plan de Sloane. Aunque no secuestraron un iceberg, sí robaron el agua proveniente de uno.
El suceso tuvo lugar en Canadá, donde un grupo de delincuentes robó 30.000 litros de agua que provenían de un iceberg. El agua pertenecía a una famosa empresa de licores que lo utiliza para la producción de vodka.
El líquido es altamente valioso para el desarrollo del licor, dado sus altos grados de pureza y baja contaminación. Hay que destacar que muchos icebergs se formaron antes de que la atmósfera se viera sofocada por las emisiones de gases industriales.
El robo, valorado en unos 9.000 dólares, se produjo en las instalaciones de la compañía, que asegura que todos sus licores son procesados con agua de bloques de hielo desgajados del Ártico.