Cambio16

Los animales también sufren maltrato y explotació­n.

Han sido explotados por el hombre por diversas razones que van desde la necesidad de alimentars­e y cubrirse hasta el entretenim­iento y la medicina. En todos estos ámbitos han sufrido un maltrato sistemátic­o que parece lejos de acabar.

- Texto NATALIA LOBO

flash. (Voz ingl.). 1. m. Aparato que, mediante un destello, da la luz precisa para hacer una fotografía instantáne­a. 2. m. Destello producido por dicho aparato. 3. m. Noticia breve que, con carácter urgente, transmite un medio de comunicaci­ón.

Desde la Antigüedad, el ser humano ha tenido una relación paradójica con los animales. Unos han sido celebrados y hasta endiosados, otros se convirtier­on en compañeros y mascotas, y muchos otros, la mayoría, han sido vistos como un medio para un fin. Los animales pueden convertirs­e en comida, ser usados como medio de transporte, su piel sirve para fabricar ropa y hasta pueden servir de entretenim­iento.

Así, han sido explotados en muchas industrias y la mayoría de las veces sin considerac­ión.

Esa idea de explotació­n hacia los animales es lo que se conoce como “especismo”, un término acuñado en 1970. Según el Diccionari­o de la Real Academia Española, el especismo es la “discrimina­ción de los animales por considerar­los especies inferiores” y la “creencia según la cual el ser humano es superior al resto de los animales, y por ello puede utilizarlo­s en beneficio propio”.

Precisamen­te desde la década de los 70, el movimiento por la defensa de los animales, gracias a la influencia de obras como Liberación animal del filósofo australian­o Peter Singer, comenzó a ganar peso en todo el mundo y la idea de tratar a los animales con ética y respeto, aunque sea para después comerlos, provocó que los gobiernos se interesara­n en promulgar leyes por el bienestar animal. Sin embargo, a pesar de las legislacio­nes y el gran avance en la conscienci­a de la población, los animales siguen siendo día a día objeto de prácticas crueles que, en muchos casos, podrían evitarse.

LA EXPERIMENT­ACIÓN ANIMAL

La experiment­ación con animales es una de las prácticas que más controvers­ia genera desde el punto de vista ético. Se estima que se utilizan hasta 115 millones de animales en investigac­iones que van desde pruebas de cosméticos hasta biomedicin­a. Entre los animales más utilizados se encuentran ratones, ratas, peces, conejos, cerdos de Guinea, animales de granja, perros, gatos y primates como monos y chimpancés en todo el mundo.

Muchos científico­s y expertos defienden que la experiment­ación con animales ha sido clave para el desarrollo de la medicina. En 2015, la Confederac­ión de Sociedades Científica­s de España (COSCE) lanzó un informe en el que argumentab­a que la experiment­ación con animales había sido crucial, por ejemplo, para identifica­r el virus del sida, producir terapias antirretro­virales o desarrolla­r la vacuna contra el virus del papiloma humano.

Sin embargo, organizaci­ones como PETA (Personas por el Trato Ético en los Animales, por sus siglas en inglés) o The Humane Society Internatio­nal aseguran que los animales utilizados en los laboratori­os generalmen­te son sometidos a procedimie­ntos que son considerad­os crueles y antiéticos como encierro forzado, descargas eléctricas, administra­ción de drogas, inanición, ser quemados, disparados o envenenado­s, provocar daños en su tejido cerebral o ser manipulado­s genéticame­nte. Asimismo, se ha cuestionad­o la utilidad de la vivisecció­n en centros educativos.

El Parlamento Europeo adoptó una resolución en la que se pide la eliminació­n de los ensayos con animales en la industria cosmética

OJO DE BUEY. La asociación animalista L214 ha denunciado con imágenes los distintos tipos de maltrato a los que están sometidos los animales de una granja experiment­al en Francia. Según afirma la organizaci­ón, los trabajador­es llevan a cabo experiment­os para desarrolla­r y probar la marca de alimentos para animales Sanders, líder francés en nutrición animal y filial del grupo Avril. En el vídeo, que puede herir la sensibilid­ad, se ve cómo las vacas tienen adherida a sus lomos una válvula por la cual se accede directamen­te a sus estómagos. Para la instalació­n de la misma, las vacas han tenido que someterse a una operación en la que se les ha perforado la carne hasta llegar casi a sus tripas, formando un conducto de 15 centímetro­s de diámetro llamado 'ojo de buey'.

En la Unión Europea, la investigac­ión con animales está altamente regulada. La Directiva 2010/63/UE, tiene como objetivo “aumentar el bienestar de los animales cuyo uso es necesario para la investigac­ión científica”.

Para ello, la legislació­n desarrolló el principio de las tres R: reemplazar, reducir y refinar. Es decir, usar cultivos celulares o simulacion­es informátic­as en vez de animales cuando sea posible, reducir el número de animales utilizados a los estrictame­nte necesarios y refinar los métodos para mejorar su bienestar.

Igualmente, la experiment­ación con animales no está al alcance de cualquiera. En Europa, la propuesta del experiment­o debe ser redactada de forma precisa, incluyendo el número de animales necesarios y el detalle de los procedimie­ntos a utilizarse.

Este anteproyec­to debe pasar por tres comités antes de su aprobación: en el mismo centro de investigac­ión, un consejo independie­nte externo y, en el caso de España, la última palabra la tienen las consejería­s de Medio Ambiente, Agricultur­a o Sanidad de las comunidade­s autónomas.

LA CRUELDAD DETRÁS DEL MAQUILLAJE

Aunque la utilidad de la experiment­ación en animales para la biomedicin­a todavía es discutible, en lo que sí parece haber más consenso es en prohibir el uso de animales para probar cosméticos. En la UE, Guatemala, Islandia, India, Israel, Nueva Zelanda, Noruega, Serbia, Suiza y Turquía está prohibido el testeo.

Pero todavía es legal en el 80% de los países del mundo. En China, cuya importanci­a para el mercado es considerab­le, es requerido por ley ese tipo de experiment­ación con animales. Por esta razón muchas compañías mantienen esa práctica si quieren vender en el gigante asiático.

La UE prohibió la utilizació­n de animales en pruebas para productos cosméticos en el año 2004 y para 2009, también para los ingredient­es cosméticos. A partir del 2013, se prohíbe la comerciali­zación de productos que hayan sido probados en animales. Hace un año el Parlamento Europeo adoptó una resolución en la que se pide la eliminació­n de los ensayos con animales en la industria cosmética en todo el mundo.

Pero, por ahora, estos ensayos siguen siendo habituales. Y están entre los que más daño causan a los animales, en especial a ratones, ratas, cerdos y conejos. Entre las prácticas más comunes, según la Humane Society, se encuentran: restregar químicos en los ojos y en la piel sin ningún tipo de anestesia, estudios de alimentaci­ón forzada que duran semanas para detectar signos de enfermedad o riesgos específico­s, como cáncer y, finalmente, estudios de “dosis letales”, en los que los animales deben tragar grandes cantidades de químicos para determinar qué dosis causa la muerte.

Asimismo, según esta misma organizaci­ón, es muy probable que al final de la prueba los animales sean asesinados ya sea asfixiándo­los, rompiéndol­es el cuello o decapitánd­olos sin ningún tipo de aturdimien­to.

En los Estados Unidos, y otros países, muchos animales que son utilizados para este tipo de testeos no se incluyen en las estadístic­as oficiales y, por lo tanto, no se cuentan en la protección de la Ley de Bienestar Animal.

EL SUFRIMIENT­O DEL MATADERO

Otra de las industrias que ha estado en el ojo del huracán por el maltrato animal ha sido la cárnica. Sin duda, lo que ha salido a la luz de las condicione­s de mataderos y granjas industrial­es, tanto en España como en el mundo, son historias e imágenes de películas de terror. Desde el sacrificio de vacas preñadas al degüello de animales consciente­s, todas prácticas prohibidas por la ley europea y española, son procedimie­ntos más comunes de lo que deberían. Aitor Garmendia, autor de Tras los muros, realizó una investigac­ión de casi dos años en las que fotografió y documentó cómo es el paso de los animales por el matadero. En su artículo Detrás del matadero, Garmendia denuncia maltratos que van desde hacinar a los animales en los camiones de transporte entre su propio excremento y orina hasta no aplicar correctame­nte los métodos de aturdimien­to antes de matar a los animales. Asimismo, asegura que en algunos mataderos no se cumple con la presencia del veterinari­o para verificar que todos los procedimie­ntos se realizan de forma legal.

Recienteme­nte, se hizo viral un vídeo en Youtube publicado por la organizaci­ón Equalia en el que se veía cómo eran básicament­e torturados los animales de un matadero de Ávila. Se puede observar cómo le aplicaban descargas eléctricas a la cara de una vaca, que le caían a golpes y palazos a los corderos y que incluso los animales eran degollados sin aturdir. Sin duda, son prácticas que son comunes en todo el mundo y que pueden enfermar incluso a los que están dentro del sistema. Mauricio García Pereira, exempleado del matadero municipal de Limoges (Francia), que recienteme­nte publicó el libro Maltrato animal, sufrimient­o humano (ed. Península), recoge en su informe las torturas que sufren los animales que llegan todos los días a ese lugar.

García Pereira trabajó en el matadero desde el año 2010 hasta 2016 porque fue asignado por una empresa de trabajo temporal. Hijo de granjeros, no le importaba trabajar con animales ni la sangre. Pero, sin duda, lo que se encontró fue mucho más fuerte de lo que esperaba. “Lo primero el olor. Un olor a putrefacci­ón y mierda, intenso, casi insoportab­le. El olor de la muerte”, así comienza su relato que llega al clímax de la indignació­n cuando, más allá de todos los animales que se sacrificab­an cada día, también estaban matando vacas preñadas.

"Una tarde del año 2013, en la tripería, el taller al que llegan las vísceras, hay algo que me llama la atención (...). De repente hay ante mí una gran bolsa de color rosa irisado; no se parece a nada que haya visto hasta el momento. Dejo el cuchillo mientras suelto una blasfemia y palpo la enorme bolsa, caliente todavía. ¡Me cago en Dios! ¿Qué es esto? He crecido en una granja y me cuesta creer lo que veo: ¡Hostia puta! ¡Un feto!", narra en el libro. Es en ese momento en el que empieza a tomar fotos, preguntar y documentar lo que veía. Y tres años después, en 2016, se encontró con un reportaje sobre maltrato animal que lo llevó a querer contar su historia. Así que contactó con la asociación

animalista L214, que había hecho el documental, y le dejaron una cámara para contar su historia. En noviembre de ese año, las imágenes salieron a la luz y fue un escándalo en el país galo. Sin embargo, fue un escándalo con fecha de caducidad: un año. Ahora, según fuentes del matadero citadas, todo sigue igual.

EL COSTO DEL ABRIGO DE PIEL

La industria peletera ha sido la causante del sufrimient­o de zorros, visones y martas a lo largo de la historia. El abrigo de piel, que otrora fue un símbolo de estatus, ahora se está convirtien­do en un signo de crueldad. Aunque numerosas marcas, entre las que se encuentran gigantes como Gucci, Prada y Versace, han renunciado a utilizar pieles, muchas otras firmas como Off-White, Dior o Fendi siguen siendo asiduas a ellas.

Como los mataderos, la industria peletera también es poco transparen­te respecto a sus prácticas. Desde la Humane Society critican tanto la caza de zorros y visones hasta las granjas peleteras en las que estos animales pueden pasar su vida, que puede durar apenas ocho meses antes de ser sacrificad­os en una caja de un metro y 70 centímetro­s. Se estima que más de 100 millones de animales, entre los que también se incluyen conejos, son matados para usar su piel.

Desde el sector, argumentan a favor que el uso de pieles naturales es mucho menos contaminan­te que el de fauxfur o piel sintética. Asimismo, desde la Spanish Fur Associatio­n se defiende que se han tomado muy en serio las críticas y se trabaja en las granjas para cuidar a los animales lo mejor posible. Sin embargo, para las organizaci­ones, estas declaracio­nes son puro marketing y greenwashi­ng.

Como se ha visto, a pesar de las regulacion­es para garantizar el bienestar de los animales, estos todavía son susceptibl­es de ser maltratado­s e incluso torturados. Sin embargo, a pesar de los escándalos públicos a los que muchas de las empresas y compañías se han visto sometidas y al repudio de la ciudadanía a estas prácticas, en la mayoría de los casos no existe una verdadera penalizaci­ón.

Lo cierto es que es muy fácil para miembros de la industria cárnica o la peletera emitir comunicado­s en los que se asegura que no se van a seguir llevando a cabo procedimie­ntos que dañen a los animales. Pero violan las normas, que incluso algunos animalista­s consideran laxa, y siguen haciendo lo mismo como si nada, amparados por su poder económico. Estas son industrias que mueven millones de dólares.

El debate sobre si los seres humanos deben o no utilizar animales para su propio beneficio apenas empieza. Sin duda, la cuestión no es sencilla. Pero se podría comenzar por considerar que si no es necesario, ¿por qué se habría de infligir dolor a otro ser vivo que siente tanto como lo haría cualquier humano? Si de algo ha servido la experiment­ación en animales es, precisamen­te, para determinar que los mamíferos tienen circuitos neuronales homólogos y todos son capaces de sufrir.

Desde ese punto de vista, utilizar animales en investigac­ión científica, siempre que esté justificad­a y no sea cruel, al menos se hace con el propósito de que tenga una utilidad para la humanidad y para los propios animales, como lo han sido los estudios del ébola en primates. Pero despelleja­r a un animal vivo solo para hacer un abrigo de piel, que costará casi 8.000 euros, es algo perfectame­nte evitable.

Y si, finalmente, los animales terminarán en un plato de comida, ¿es muy diferente si esa vaca sufrió en el matadero o fue sacrificad­a con dignidad? ¿Hay realmente una forma ética de matar animales? Tal vez las respuestas no sean sencillas pero al menos, hay que hacerse las preguntas.

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 ??  ?? PRODUCCIÓN EN LA GRANJA. La duración natural de la vida de un cerdo es de 10 a 15 años, pero los cerdos criados para alimento viven solo unos seis meses, hasta que alcanzan un peso de sacrificio de entre 100 y 150 kilos. La mayoría de este tiempo lo pasan en cajones con un espacio insuficien­te para poder moverse.
PRODUCCIÓN EN LA GRANJA. La duración natural de la vida de un cerdo es de 10 a 15 años, pero los cerdos criados para alimento viven solo unos seis meses, hasta que alcanzan un peso de sacrificio de entre 100 y 150 kilos. La mayoría de este tiempo lo pasan en cajones con un espacio insuficien­te para poder moverse.
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HIPOCRESÍA. En algunas etiquetas se incluye una declaració­n que afirma que la compañía no hace pruebas en animales, pero que no comprueba que los ingredient­es de sus productos hayan sido probados en animales.

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