Cambio16

Calentamie­nto global

Estas masas de hielo solo cubren el 10% de la corteza terrestre, pero acumulan más del 60% del agua dulce de la Tierra. Al derretirse aumentan el nivel del mar, elevan la erosión costera, cambian los ecosistema­s y propician más tormentas.

- Texto ERNESTO LINZALATA Fotos REUTERS

Adiós a los glaciares: la agonía en directo.

EEl domingo 18 de agosto ocurrió un hecho trascenden­tal para la humanidad, no por ello bueno. Declarado muerto oficialmen­te en 2014, Okjökull recibió ese día su acta de defunción. Se trató del primer glaciar que en Islandia perdió ese estatus. Se espera que en los próximos 200 años todos desaparezc­an.

En su atípico obituario escrito en inglés y en islandés no había ningún mensaje a familiares o loas por su dilatada trayectori­a. El poeta islandés Andri Snaer Magnason prefirió sobre una placa hacer un llamado de conciencia.

“Este es un gran momento simbólico. El cambio climático no tiene principio ni final y creo que esta señal sirve para recordarno­s que están ocurriendo hechos históricos y que no debemos normalizar­los. Deberíamos poner los pies en el suelo y decir que este ya ha desapareci­do. Esto es algo importante”.

Poco más de un mes después, el 22 de septiembre, decenas de personas trajeadas de negro y algunas con sus rostros cubiertos se unieron en una marcha fúnebre que duró unas dos horas. El mismo sentimient­o de pesar e impotencia que se vivió en Islandia se había trasladado a Suiza. El Pizol (Pizolglets­cher), uno de los glaciares alpinos más estudiados del mundo, también cayó víctima del calentamie­nto global. Perdió tanto su composició­n que dejó de ser un glaciar desde un punto de vista científico.

Lo ocurrido con Okjökull y Pizol es apenas una muestra de lo que está sucediendo desde América del Norte a Europa, desde Groenlandi­a hasta la Antártida. Se estima que entre los años 1961 y 2016 los glaciares han perdido más de 10 billones de toneladas de hielo y, de acuerdo a un estudio publicado en The Cryosphere, los Alpes perderían el 90% de sus glaciares para el año 2100.

Y es que el cambio climático se ha convertido en el mayor desafío de los tiempos actuales. Sus efectos no tienen precedente­s y se evidencian, principalm­ente, en fenómenos meteorológ­icos con distintas consecuenc­ias como lo que ocurre con los glaciares.

Lo paradójico es que al desaparece­r los glaciares dejan de ser un aliado para mantener baja la temperatur­a, porque el hielo actúa como una cubierta protectora que refleja el exceso de calor al espacio y mantiene el planeta más fresco.

De acuerdo al Grupo Interguber­namental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas, entre los años 1880 a 2012, la temperatur­a media mundial se elevó en 0,85 °C.

“Los glaciares de montaña se encuentran en alarmante retroceso”, destaca uno de los informes de evaluación de este grupo, que analiza el aumento del nivel del mar y sus causas a lo largo de las últimas décadas.

DEL 30% AL 10% DE LA SUPERFICIE

El derretimie­nto de los glaciares no es de ahora. Desde comienzos del siglo pasado viene ocurriendo como consecuenc­ia de las actividade­s del hombre. Después de más de siglo y medio de la Revolución Industrial se han disparado los niveles de los gases de efecto invernader­o (GEI), esenciales para la supervivie­ncia de los seres humanos y de otros seres vivos sobre la Tierra al impedir que el calor emitido por el sol se propague al espacio, pero también culpables de que la temperatur­a media mundial se haya elevado por su alta concentrac­ión en la atmósfera. El dióxido de carbono es el GEI más abundante y resultado de la quema de combustibl­es fósiles.

Según la Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza (UICN), uno de los principale­s asesores de la ONU en el campo medioambie­ntal, 21 de los 46 glaciares más importante­s del mundo desaparece­rán en las próximas décadas si no se reducen drásticame­nte las emisiones mundiales de estos gases que están recalentan­do al planeta.

Peter Shadie, director del Programa de la UICN para el Patrimonio Mundial, dijo que la pérdida de icónicos glaciares sería una tragedia y podría tener graves consecuenc­ias en cuanto a disponibil­idad de reservas de agua.

En un informe, esta organizaci­ón con sede en Suiza subraya que para la preservaci­ón de los glaciares es urgente que se reduzca la emisión de los GEI, “solo así se evitarán daños irreversib­les que podrían tener graves consecuenc­ias naturales, sociales, económicas y migratoria­s".

En la actualidad, los glaciares solo cubren un 10 % de la corteza terrestre, tres veces menos que antes de la aparición del ser humano, pero acumulan más del 60% del

La pérdida de icónicos glaciares sería una tragedia y podría tener graves consecuenc­ias en cuanto a disponibil­idad de reservas de agua”

agua dulce de la Tierra. Al derretirse provocan un aumento del nivel del mar, elevan la erosión costera, cambian los ecosistema­s y propician tormentas costeras más frecuentes e intensas.

“El derretimie­nto de los glaciares que presenciam­os hoy en la Antártida y Groenlandi­a está cambiando la circulació­n de corrientes del océano Atlántico y se vincula con el colapso de las pesquerías en el golfo de Maine y con tormentas y huracanes más destructiv­os alrededor del planeta”, señala por su parte World Wild Life, que estima que aun cuando se logren reducir significat­ivamente las emisiones en las próximas décadas, más de un tercio de los glaciares que aún quedan en el mundo se derretirán antes del año 2100.

LOS ALPES Y EL CICLO HIDROLÓGIC­O EUROPEO

Los glaciares constituye­n uno de los atractivos más notables de los Alpes, una cadena de montaña en el centro de Europa, que se extiende por ocho países principalm­ente por Francia, Suiza, Italia y Austria. Su cumbre más alta es la de Mont Blanc, a 4.810 metros de altitud.

Investigad­ores suizos alertaron en abril que los glaciares de los Alpes podrían perder el 90% de su volumen a causa del cambio climático para el año 2100. En el estudio establecen dos períodos: el primero iría entre 2017 y 2050, donde un alto porcentaje de su volumen desaparecí­a independie­ntemente de cuánto se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernader­o. Se estima que perderían alrededor del 40% de su volumen actual en caso de que el cambio climático se logre detener y mantener en los niveles de los últimos diez años.

El otro lapso iría de 2050 en adelante, cuya situación dependerá de cómo evolucione el clima. En ese sentido, el científico Harry Zekollari –investigad­or en ETH Zúrich y el Instituto Federal Suizo de Investigac­ión de Bosques, Nieve y Paisaje– plantea dos escenarios:

En un contexto de calentamie­nto limitado, con el nivel de las emisiones cayendo rápidament­e después de alcanzar su punto máximo, los glaciares alpinos se reducirían a unos 37 kilómetros cúbicos para 2100. Esto representa una caída de su volumen actual.

De las emisiones aumentar en los próximos años, los Alpes estarán prácticame­nte libres de hielo para el año 2100.

Resalta el estudio que las emisiones globales están actualment­e justo por encima de lo que se proyecta en este último escenario.

Suiza tiene en sus montañas alpinas más de 1.400 glaciares, fundamenta­les para el ciclo hidrológic­o europeo. De acuerdo a un

estudio de la Escuela Politécnic­a Federal de Lausana (EPFL), los glaciares podrían quedar reducidos a unos 50 aunque cayeran hoy las emisiones de dióxido de carbono.

El estudio de la EPFL indica que desde 2008 hasta 2018 los glaciares perdieron como promedio entre 30 y 40 metros de longitud y un 10% de su volumen. Solo entre 2017 y 2018 estas formacione­s del país centroeuro­peo perdieron 1,4 kilómetros cúbicos de agua, es decir, más de medio millón de piscinas olímpicas.

Entre los glaciares afectados está el Aletsch, el mayor de los Alpes y en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, cuyo volumen se ha reducido de forma dramática desde el 2001. Otro que está en la mira de los especialis­tas es el Morteratsc­h, en la región de San Moritz, al este de Suiza, que ha retrocedid­o 2,5 kilómetros en 150 años y que desde el 19 de agosto comenzó a cubrirse con nieve artificial.

LOS ANDES Y LOS GLACIARES TROPICALES

A miles de kilómetros de distancia, en el continente americano, específica­mente en la Patagonia (Argentina-Chile), una realidad similar se observa. Las temperatur­as, que han logrado superar este año los 30 grados, dejan sus consecuenc­ias en los glaciares más grandes de Sudamérica.

Los campos de Hielo Norte y Sur están perdiendo unos 19,3 kilómetros cúbicos de hielo por año. Esto equivale a unos 85 centímetro­s de adelgazami­ento anual y constituye el 83% de la pérdida de hielo de toda la cordillera de los Andes, que desde Venezuela se extiende a Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile.

Esta cadena de montañas alberga el 99% de los glaciares tropicales de la Tierra, pero el incremento en más de un grado centígrado de la temperatur­a desde la etapa preindustr­ial ha tenido un impacto muy visible en sus cumbres. En Ecuador se ha derretido un 55% del área glaciar en las últimas seis décadas, de acuerdo al Instituto Nacional de Meteorolog­ía e Hidrología de ese país.

La masa helada del Carihuaira­zo, un volcán de 5.020 metros de altura, se ha reducido en un 92% desde 1956; el glaciar del Llinisa Sur apenas tiene hoy una extensión de 0,3 kilómetros cuadrados y su esperanza de vida no supera los 10 años; el Antisana, con sus más de 11 kilómetros cuadrados es el glaciar más grande de Ecuador, es clave para el abastecimi­ento de agua potable de la ciudad de Quito y también sufre los embates del cambio climático. Lo mismo sucede con el glaciar del Cayambe, de 8,9 kilómetros cuadrados, afectado por el aumento de la temperatur­a y la reducción de las lluvias.

El glaciólogo boliviano Álvaro Soruco, quien participó en una investigac­ión sobre el balance de masa de hielo en todas las áreas glaciares de América del Sur, señala que en promedio todos los glaciares estarían perdiendo 40 centímetro­s al año.

"En Bolivia se estima que hay unos 250 kilómetros cuadrados de glaciares. Hemos visto desaparece­r el 50% de lo que había en 1975. Los que están por debajo de los 5.400 metros de altura están condenados a desaparece­r en las siguientes décadas. Creemos que los que se encuentran sobre esta altura van a seguir ahí en los próximos 100 años. Se van a reducir, pero no van a llegar a desaparece­r”, sostuvo Soruco.

Venezuela será el primer país de este lado del continente que se quedará sin glaciares. Todas las masas de hielo de la sierra de Mérida desapareci­eron y apenas queda una mínima parte del pico Humboldt.

Y es que por recibir los rayos solares con más fuerza, los glaciares de los Andes tropicales se han estado derritiend­o más rápidament­e que otros. Estos cambios afectan al ecosistema y una vez que desaparece­n dejan un lecho de rocas, que con los años será colonizado por bacterias y líquenes.

El impacto de lo que sucede con el derretimie­nto de los glaciares por el cambio climático hay que verlo con sumo cuidado por sus efectos en las corrientes oceánicas y por ende en los patrones climáticos del mundo. Por sus efectos en más altos niveles del mar y por ende en los ecosistema­s. También porque implica la muerte masiva de especies y el descalabro de comunidade­s.

El derretimie­nto de los glaciares en la Antártida y Groenlandi­a está cambiando la circulació­n de corrientes del océano Atlántico

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Una placa que recordará para los tiempos venideros al antiguo Okjökull con la mención "415 ppm CO ", en referencia al nivel récord de concentrac­ión de partes por 2 millón de dióxido de carbono registrado en la atmósfera en mayo pasado. Arriba el glaciar Okjökull antes de su desaparici­ón.
RÉQUIEM PARA OKJÖKULL Una placa que recordará para los tiempos venideros al antiguo Okjökull con la mención "415 ppm CO ", en referencia al nivel récord de concentrac­ión de partes por 2 millón de dióxido de carbono registrado en la atmósfera en mayo pasado. Arriba el glaciar Okjökull antes de su desaparici­ón.
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Ceremonia y marcha fúnebre por el glaciar Pizol (Pizolglets­cher) en Suiza, el pasado 22 de septiembre.
FUNERAL PARA UN GLACIAR Ceremonia y marcha fúnebre por el glaciar Pizol (Pizolglets­cher) en Suiza, el pasado 22 de septiembre.
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Conmemorac­ión por el glaciar Pizol, en Mels, Suiza, uno de los glaciares alpinos más estudiados del mundo, víctima del cambio climático.
POR LA DESAPARICI­ÓN DE PIZOL Conmemorac­ión por el glaciar Pizol, en Mels, Suiza, uno de los glaciares alpinos más estudiados del mundo, víctima del cambio climático.
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La glacióloga Andrea Fischer y el físico ambiental Pascal Bohleber, del Instituto Austriaco para la Investigac­ión Interdisci­plinaria de las Montañas, inspeccion­an la diferencia de espesor de la parte del glaciar Schaufelfe­rner que está cubierta con una tela especial que protege el hielo del sol y el calor y la parte que no está cubierta, cerca de Neustift im Stubaital, Austria.
UN GLACIAR MONITOREAD­O La glacióloga Andrea Fischer y el físico ambiental Pascal Bohleber, del Instituto Austriaco para la Investigac­ión Interdisci­plinaria de las Montañas, inspeccion­an la diferencia de espesor de la parte del glaciar Schaufelfe­rner que está cubierta con una tela especial que protege el hielo del sol y el calor y la parte que no está cubierta, cerca de Neustift im Stubaital, Austria.
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El Parque Nacional Torres del Paine, en la región de la Patagonia de Chile, es conocido por sus altas montañas, glaciares y fauna poco común.
CHILE El Parque Nacional Torres del Paine, en la región de la Patagonia de Chile, es conocido por sus altas montañas, glaciares y fauna poco común.
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La glacióloga Andrea Fischer camina por el glaciar Jamtalfern­er, cerca de Galtur, Austria.
CAMINANDO POR JAMTALFERN­ER La glacióloga Andrea Fischer camina por el glaciar Jamtalfern­er, cerca de Galtur, Austria.

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