Bodegas Matarromera
Carlos Moro desvela los secretos de un rioja.
Un aperitivo antes de comer o acompañar el plato del día con un buen vino es un placer. Seleccionar el idóneo resulta en ocasiones complejo, debido a la gran cantidad de denominaciones de origen y bodegas existentes. Por ello, adentrarse de lleno en el mundo vitivinícola facilita la tarea.
La cultura del vino refleja pasión por la tierra, con raíces en la histórica trayectoria que esconden los viñedos riojanos. En 1925 La Rioja fue reconocida como la primera Denominación de Origen (D.O.) de España, gracias al esfuerzo y la destreza de los agricultores que vendimiaban las uvas. Tras este reconocimiento, los vinos de la Rioja Alavesa, Rioja Alta y Rioja Oriental partían ya con una calidad difícil de superar, pero el conformismo no tenía cabida en los bodegueros, enólogos y agricultores de la época. Por ello, en abril de 1991 las viñas riojanas recibían la distinción de Denominación de Origen Calificada Rioja (D.O.Ca). Un punto de inflexión para esta tierra de vinos, ya que todo ese afán de superación de aquellos que labraban y vendimiaban colocaron, aún más alto, el listón de calidad que obtuvieron 66 años atrás.
El mundo del vino se fusiona, a su vez, con el turismo. Desplazarse en un avión a un lugar para pasar unos días, visitarlo y, en la mayoría de ocasiones, hacerse unas cuantas fotos en el mismo lugar y con el mismo hashtag que ya han usado millones de personas para compartirlas en redes sociales y aumentar los seguidores y likes es algo que se ha masificado en detrimento del turismo rural, el gran abandonado. Sin embargo, como ocurre en las localidades de San Vicente de la Sonsierra (Rioja Alta) y Labastida, Álava (Rioja Alavesa) basta con llevar ropa y calzado cómodos, una mochila cargada de táperes y una botella de vino para salir de casa y disfrutar de los parajes de viñedos tradicionales que rodean estos dos municipios.
Hay a quien le gusta viajar en coche y llenar sus redes sociales de imágenes que contrastan los paisajes que se recorren en la península ibérica. Pero si el objetivo es quemar unas calorías y hacer deporte al mismo tiempo que se respiran los aromas frutales de los viñedos, alojarse en cualquiera de los pueblos acogedores y familiares de la región es una buena alternativa para disfrutar de un fin de semana enoturístico.
Nada de esto sería posible sin bodegueros como Carlos Moro (viticultor, enólogo, y fundador de Bodegas Familiares Matarromera en 1988 en Valbuena de Duero), que llegaba a la D.O.Ca Rioja en 2014 para intentar superar y mejorar cada año las metas de calidad establecidas en esta región vitivinicultora.
En La Rioja se pueden recorrer más de 65.000 hectáreas de viñedos. Una buena hora para disfrutar de sus paisajes son las nueve o diez de la mañana. Horas en las que el sol se refleja en los racimos que florecen en El Acueducto, Las Ginebras y Viña Garugele, tres fincas icónicas de Bodegas Carlos Moro, situadas a los pies de la Sierra de Cantabria. La uva que allí crece pertenece a la variedad tempranillo. Una uva más concentrada y la más característica de la región, que gracias a sus altos contenidos en polifenoles da como resultado grandes vinos.
Una de las curiosidades del viñedo El Acueducto, plantado en espaldera, es el monumento romano que emerge en medio de sus vides y cepas: un acueducto del S.XVI -de ahí su nombre- que le proporciona un atractivo más especial si cabe al romper con la estética tradicional de un viñedo.
Cuando se ha terminado de respirar el aire fresco de estos parajes naturales, una de las opciones que ofrece la amplia rama del enoturismo es rematar la mañana con una cata de vinos con vistas al monte Toloño, la Sierra de Cantabria y unos viñedos plantados en terraza, junto a un grupo de amigos o amantes de la experiencia vitivinícola. Habrá a quien las catas no le gusten por no conocer la terminología adecuada para analizar una copa de Rioja, pero no siempre deben ser catas profesionales. Las catas lúdicas contribuyen a que la cultura del vino sea más accesible. Y gracias al empeño de los riojanos que, de forma sencilla, logran transmitir el sentimiento de toda una cultura vitivinícola, mientras se degustan y se debaten los sabores y aromas del vino.
Las Ginebras y Viña Garugele son dos viñedos de bodegas Carlos Moro situados en territorios inclinados. Una inclinación que permite un buen drenaje del terreno en caso de lluvias y grandes acumulaciones de agua, contribuyendo a una mayor concentración de la uva tempranillo. Un proceso que es posible gracias a su localización. Las Ginebras se encuentra a los pies de la Sierra de Cantabria y el monte Toloño. Un sistema montañoso que corta los fríos vientos que provienen del norte y suaviza las temperaturas a las que se ven sometidas las vides.
Las condiciones ambientales de cada denominación de origen de España son clave para que la uva sea cualitativa, pues de ello dependerá la calidad del vino elaborado en las distintas bodegas. No obstante, aquello que las cavas albergan en su interior no es menos importante para encontrar el punto exacto en la maduración de esta bebida espirituosa.
Disfrutar de los olores aromáticos de las barricas que albergan en su interior vinos crianza, reserva y gran reserva y sentirlas de cerca evocan al sabor en boca que dejan, cuando se prueban los vinos e invitan a un paseo por el interior con una copa en la mano. El encaje subterráneo de bodega Carlos Moro tiene 1.200 m2 de superficie con capacidad para más de 2.000 barricas de roble francés y americano, que permiten una crianza de forma natural sin dependencia de equipos de climatización o frío industrial. Por lo que se mantienen en una temperatura ideal. Este es el piso más profundo de la bodega, repleto de vinos en su fase final de maduración dentro de sus respectivas barricas y que se encuentran arropados por la exposición '14 latidos' de Carlos Villoslada. Una simbiosis armonizada entre arte y la cultura del vino, una experiencia diferente para una ruta riojana.
Cuando llega el periodo de vendimia agricultores, bodegueros, enólogos, ingenieros agrónomos y bodegas se unen en la búsqueda de la excelencia de los vinos. Desde el corte del racimo de uva más eficaz, pasando por una doble mesa de selección para descansar en las barricas, hasta el momento de su exportación a la botella.
Los vinos de Carlos Moro y Matarromera se producen en seis denominaciones de origen: Ribera del Duero, Rioja, Rueda, Toro, Cigales y Ribeiro
De los vinos de Bodegas y Viñedos Carlos Moro, destaca el CM prestigio de 2015 elaborado a partir de una vendimia a mano, y un doble proceso de selección de la uva (racimo y grano). Es un vino con una intensa capa de color oscuro, con un gran aroma, muy complejo y voluptuoso, con sabor largo y persistente. Tiene una crianza en barricas de roble francés (80%) y americano (20%) de 18 meses. Una vez finalizado el proceso en barrica, CM Prestigio terminaba su reposo en botella en enero de 2017.
Viña Garugele es un viñedo situado en diagonal al castillo tan característico de San Vicente de la Sonsierra (Rioja Alta), que se construyó bajo la dirección de Ferrant Moro. Este viñedo ha sido recientemente reconocido como viñedo singular por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Un viñedo que tiene setenta y nueve años, no emplea ningún químico, se labra con tracción animal y, lo más importante, tiene una vendimia manual, en cajas, en donde los agricultores encargados de este proceso muestran una gran destreza en el desarrollo de la acción y el trato con el fruto. De esta viña nace el vino más premium de Bodegas Carlos Moro. Viña Garugele tiene una viva e intensa capa de color, con aromas de finas frutas negras. En boca es de taninos finos. Este tiene una crianza en barrica de roble francés (80%) y americano (20%) de suaves tostados acompañan las características frutales de la uva Tempranillo para no alterar su auténtica personalidad y que el vino evoque el paisaje del que procede.
De los suelos frescos de San Vicente de la Sonsierra, de viñedos de entre 25 y 80 años, nace el Oinoz by Claude Gros con 91 puntos wine spirit y que lleva la firma del enólogo francés Claude Gros, autor de vinos con 100 puntos Robert Parker y gran impulsor de los vinos en su región de origen, Laguedoc-Roussillon, ligado desde hace 15 años a Bodegas Familiares Matarromera. Oinoz by Claude Gros es un vino con tonos amoratados, limpio y brillante. A su vez, intenso y elegante con aromas de fruta roja madura.
Podría decirse que la vitivinicultura (más allá de agricultura, naturaleza y enoturismo) es ciencia. Una ciencia que ha de ser precisa para cuidar cada mínimo detalle del hollejo de la uva, de su maduración, del proceso de fermentación, de los ácidos que convierten la uva en vino, del tiempo exacto en barrica, de análisis en laboratorio, del embotellado para lograr un vino que seduzca el paladar de los consumidores, democratizando los precios, ya que como dice el propio Carlos Moro “el vino está para disfrutarlo”. Si bien el conjunto de todos estos pasos que se resumen en tres palabras son los secretos que hay tras un Rioja: esfuerzo, pasión y dedicación de todas las personas envueltas en sus distintos procesos.