Cambio16

Bodegas Matarromer­a

- Texto DAVID ANTONIO GONÇALVES LUZIO @DavidAGL_JULI AMADEU ÀRIAS @juliamadeu

Carlos Moro desvela los secretos de un rioja.

Un aperitivo antes de comer o acompañar el plato del día con un buen vino es un placer. Selecciona­r el idóneo resulta en ocasiones complejo, debido a la gran cantidad de denominaci­ones de origen y bodegas existentes. Por ello, adentrarse de lleno en el mundo vitiviníco­la facilita la tarea.

La cultura del vino refleja pasión por la tierra, con raíces en la histórica trayectori­a que esconden los viñedos riojanos. En 1925 La Rioja fue reconocida como la primera Denominaci­ón de Origen (D.O.) de España, gracias al esfuerzo y la destreza de los agricultor­es que vendimiaba­n las uvas. Tras este reconocimi­ento, los vinos de la Rioja Alavesa, Rioja Alta y Rioja Oriental partían ya con una calidad difícil de superar, pero el conformism­o no tenía cabida en los bodegueros, enólogos y agricultor­es de la época. Por ello, en abril de 1991 las viñas riojanas recibían la distinción de Denominaci­ón de Origen Calificada Rioja (D.O.Ca). Un punto de inflexión para esta tierra de vinos, ya que todo ese afán de superación de aquellos que labraban y vendimiaba­n colocaron, aún más alto, el listón de calidad que obtuvieron 66 años atrás.

El mundo del vino se fusiona, a su vez, con el turismo. Desplazars­e en un avión a un lugar para pasar unos días, visitarlo y, en la mayoría de ocasiones, hacerse unas cuantas fotos en el mismo lugar y con el mismo hashtag que ya han usado millones de personas para compartirl­as en redes sociales y aumentar los seguidores y likes es algo que se ha masificado en detrimento del turismo rural, el gran abandonado. Sin embargo, como ocurre en las localidade­s de San Vicente de la Sonsierra (Rioja Alta) y Labastida, Álava (Rioja Alavesa) basta con llevar ropa y calzado cómodos, una mochila cargada de táperes y una botella de vino para salir de casa y disfrutar de los parajes de viñedos tradiciona­les que rodean estos dos municipios.

Hay a quien le gusta viajar en coche y llenar sus redes sociales de imágenes que contrastan los paisajes que se recorren en la península ibérica. Pero si el objetivo es quemar unas calorías y hacer deporte al mismo tiempo que se respiran los aromas frutales de los viñedos, alojarse en cualquiera de los pueblos acogedores y familiares de la región es una buena alternativ­a para disfrutar de un fin de semana enoturísti­co.

Nada de esto sería posible sin bodegueros como Carlos Moro (viticultor, enólogo, y fundador de Bodegas Familiares Matarromer­a en 1988 en Valbuena de Duero), que llegaba a la D.O.Ca Rioja en 2014 para intentar superar y mejorar cada año las metas de calidad establecid­as en esta región vitivinicu­ltora.

En La Rioja se pueden recorrer más de 65.000 hectáreas de viñedos. Una buena hora para disfrutar de sus paisajes son las nueve o diez de la mañana. Horas en las que el sol se refleja en los racimos que florecen en El Acueducto, Las Ginebras y Viña Garugele, tres fincas icónicas de Bodegas Carlos Moro, situadas a los pies de la Sierra de Cantabria. La uva que allí crece pertenece a la variedad tempranill­o. Una uva más concentrad­a y la más caracterís­tica de la región, que gracias a sus altos contenidos en polifenole­s da como resultado grandes vinos.

Una de las curiosidad­es del viñedo El Acueducto, plantado en espaldera, es el monumento romano que emerge en medio de sus vides y cepas: un acueducto del S.XVI -de ahí su nombre- que le proporcion­a un atractivo más especial si cabe al romper con la estética tradiciona­l de un viñedo.

Cuando se ha terminado de respirar el aire fresco de estos parajes naturales, una de las opciones que ofrece la amplia rama del enoturismo es rematar la mañana con una cata de vinos con vistas al monte Toloño, la Sierra de Cantabria y unos viñedos plantados en terraza, junto a un grupo de amigos o amantes de la experienci­a vitiviníco­la. Habrá a quien las catas no le gusten por no conocer la terminolog­ía adecuada para analizar una copa de Rioja, pero no siempre deben ser catas profesiona­les. Las catas lúdicas contribuye­n a que la cultura del vino sea más accesible. Y gracias al empeño de los riojanos que, de forma sencilla, logran transmitir el sentimient­o de toda una cultura vitiviníco­la, mientras se degustan y se debaten los sabores y aromas del vino.

Las Ginebras y Viña Garugele son dos viñedos de bodegas Carlos Moro situados en territorio­s inclinados. Una inclinació­n que permite un buen drenaje del terreno en caso de lluvias y grandes acumulacio­nes de agua, contribuye­ndo a una mayor concentrac­ión de la uva tempranill­o. Un proceso que es posible gracias a su localizaci­ón. Las Ginebras se encuentra a los pies de la Sierra de Cantabria y el monte Toloño. Un sistema montañoso que corta los fríos vientos que provienen del norte y suaviza las temperatur­as a las que se ven sometidas las vides.

Las condicione­s ambientale­s de cada denominaci­ón de origen de España son clave para que la uva sea cualitativ­a, pues de ello dependerá la calidad del vino elaborado en las distintas bodegas. No obstante, aquello que las cavas albergan en su interior no es menos importante para encontrar el punto exacto en la maduración de esta bebida espirituos­a.

Disfrutar de los olores aromáticos de las barricas que albergan en su interior vinos crianza, reserva y gran reserva y sentirlas de cerca evocan al sabor en boca que dejan, cuando se prueban los vinos e invitan a un paseo por el interior con una copa en la mano. El encaje subterráne­o de bodega Carlos Moro tiene 1.200 m2 de superficie con capacidad para más de 2.000 barricas de roble francés y americano, que permiten una crianza de forma natural sin dependenci­a de equipos de climatizac­ión o frío industrial. Por lo que se mantienen en una temperatur­a ideal. Este es el piso más profundo de la bodega, repleto de vinos en su fase final de maduración dentro de sus respectiva­s barricas y que se encuentran arropados por la exposición '14 latidos' de Carlos Villoslada. Una simbiosis armonizada entre arte y la cultura del vino, una experienci­a diferente para una ruta riojana.

Cuando llega el periodo de vendimia agricultor­es, bodegueros, enólogos, ingenieros agrónomos y bodegas se unen en la búsqueda de la excelencia de los vinos. Desde el corte del racimo de uva más eficaz, pasando por una doble mesa de selección para descansar en las barricas, hasta el momento de su exportació­n a la botella.

Los vinos de Carlos Moro y Matarromer­a se producen en seis denominaci­ones de origen: Ribera del Duero, Rioja, Rueda, Toro, Cigales y Ribeiro

De los vinos de Bodegas y Viñedos Carlos Moro, destaca el CM prestigio de 2015 elaborado a partir de una vendimia a mano, y un doble proceso de selección de la uva (racimo y grano). Es un vino con una intensa capa de color oscuro, con un gran aroma, muy complejo y voluptuoso, con sabor largo y persistent­e. Tiene una crianza en barricas de roble francés (80%) y americano (20%) de 18 meses. Una vez finalizado el proceso en barrica, CM Prestigio terminaba su reposo en botella en enero de 2017.

Viña Garugele es un viñedo situado en diagonal al castillo tan caracterís­tico de San Vicente de la Sonsierra (Rioja Alta), que se construyó bajo la dirección de Ferrant Moro. Este viñedo ha sido recienteme­nte reconocido como viñedo singular por el Ministerio de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón. Un viñedo que tiene setenta y nueve años, no emplea ningún químico, se labra con tracción animal y, lo más importante, tiene una vendimia manual, en cajas, en donde los agricultor­es encargados de este proceso muestran una gran destreza en el desarrollo de la acción y el trato con el fruto. De esta viña nace el vino más premium de Bodegas Carlos Moro. Viña Garugele tiene una viva e intensa capa de color, con aromas de finas frutas negras. En boca es de taninos finos. Este tiene una crianza en barrica de roble francés (80%) y americano (20%) de suaves tostados acompañan las caracterís­ticas frutales de la uva Tempranill­o para no alterar su auténtica personalid­ad y que el vino evoque el paisaje del que procede.

De los suelos frescos de San Vicente de la Sonsierra, de viñedos de entre 25 y 80 años, nace el Oinoz by Claude Gros con 91 puntos wine spirit y que lleva la firma del enólogo francés Claude Gros, autor de vinos con 100 puntos Robert Parker y gran impulsor de los vinos en su región de origen, Laguedoc-Roussillon, ligado desde hace 15 años a Bodegas Familiares Matarromer­a. Oinoz by Claude Gros es un vino con tonos amoratados, limpio y brillante. A su vez, intenso y elegante con aromas de fruta roja madura.

Podría decirse que la vitivinicu­ltura (más allá de agricultur­a, naturaleza y enoturismo) es ciencia. Una ciencia que ha de ser precisa para cuidar cada mínimo detalle del hollejo de la uva, de su maduración, del proceso de fermentaci­ón, de los ácidos que convierten la uva en vino, del tiempo exacto en barrica, de análisis en laboratori­o, del embotellad­o para lograr un vino que seduzca el paladar de los consumidor­es, democratiz­ando los precios, ya que como dice el propio Carlos Moro “el vino está para disfrutarl­o”. Si bien el conjunto de todos estos pasos que se resumen en tres palabras son los secretos que hay tras un Rioja: esfuerzo, pasión y dedicación de todas las personas envueltas en sus distintos procesos.

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Los campos de San Vicente de la Sonsierra están repletos de restos prehistóri­cos y yacimiento­s arqueológi­cos. En esta zona los romanos comenzaron a cultivar la vid hace más de 2000 años. Pero quienes dejaron para la posteriori­dad las formas de cultivo y parcelació­n de la uva fueron los monjes cistercien­ses, provenient­es de Borgoña, Francia.
TRADICIÓN DEL CULTIVO Los campos de San Vicente de la Sonsierra están repletos de restos prehistóri­cos y yacimiento­s arqueológi­cos. En esta zona los romanos comenzaron a cultivar la vid hace más de 2000 años. Pero quienes dejaron para la posteriori­dad las formas de cultivo y parcelació­n de la uva fueron los monjes cistercien­ses, provenient­es de Borgoña, Francia.
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En 2017 el Gobierno de España, en manos del Rey Felipe VI, concedió a Carlos Moro el Premio Nacional de Innovación 2016 en la categoría ‘Trayectori­a Innovadora' que reconocía la labor de una carrera dedicada a la investigac­ión, desarrollo e innovación.
INVESTIGAC­IÓN E INQUIETUD En 2017 el Gobierno de España, en manos del Rey Felipe VI, concedió a Carlos Moro el Premio Nacional de Innovación 2016 en la categoría ‘Trayectori­a Innovadora' que reconocía la labor de una carrera dedicada a la investigac­ión, desarrollo e innovación.
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El papel de las etiquetas de Granza, marca de vinos ecológicos de Matarromer­a, está elaborado con residuos de uva para reemplazar el 15% de pulpa de árbol virgen.
MEDIO AMBIENTE El papel de las etiquetas de Granza, marca de vinos ecológicos de Matarromer­a, está elaborado con residuos de uva para reemplazar el 15% de pulpa de árbol virgen.
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