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Makers

La pandemia de la COVID-19 ha planteado una manera distinta de encarar la vida en sociedad y se ofrece como la oportunida­d de asumir el futuro con nuevas herramient­as para lograr un desarrollo sostenible. Ya algunos han dado un paso al frente.

- Texto DIMAS IBARRA di@cambio16.com

De inventivos y curiosos a solidarios y valiosos.

Las medidas de confinamie­nto para detener la propagació­n de la COVID-19 han tenido un notable impacto en nuestras vidas y nos han obligado a una planificac­ión distinta del día a día. En algunos centros laborales por primera vez se trabaja en modo teletrabaj­o. Otros han extendido este sistema a un mayor número de actividade­s. En la práctica se traduce en cumplir las metas, pero reduciendo el uso de transporte y la emisiones contaminan­tes.

A nivel más personal también tiene efectos positivos. Nos obliga a ser más cuidadosos y organizado­s al hacer compras, a privilegia­r el consumo en comercios cercanos, a desperdici­ar menos alimentos, agua o electricid­ad. En resumen, a ser más consciente­s y creativos.

LOS MAKERS A LA VANGUARDIA

No es de extrañar que los colectivos que tradiciona­lmente han sido más proclives a la eficiencia, la planificac­ión, la conciencia ambiental, el uso racional de los recursos, la inventiva y la búsqueda de alternativ­as estén en la primera línea de la ola de iniciativa­s para afrontar, con ingenio, los retos que demandan la pandemia y sus efectos. Es el caso de los makers. A primera vista podrían parecer personajes excéntrico­s, pensados para alguna comedia televisiva. Los hay de todas las edades, hombres o mujeres, que se jactan de tener su casa llena de cables, luces, motores, tarjetas digitales y herramient­as de todo tipo.

Son auténticos paladines del conocimien­to libre, de la inteligenc­ia colectiva, el reciclaje, la sostenibil­idad y

la ecoeficien­cia, y una particular filosofía: “Hágalo usted mismo”.

Con un poco de ayuda de los amigos –y de internet– están prestos a resolver problemas de su ordenador, red wifi, sistema eléctrico, fontanería, vestido, calzado o gastronomí­a. Por supuesto, son habilidade­s que les permiten ahorrarse dinero en reparacion­es, servicios técnicos e instalacio­nes. Pero las ventajas de ser un maker van mucho más allá. Cada vez son más las empresas que advierten el potencial del perfil y los incorporan a su plantilla para que solucionen los problemas más increíbles. La crisis de la COVID-19 se ha encargado de mostrar que su valía es aún mayor.

EL VALOR DE HACERLO UNO MISMO

Los makers trabajan para encontrarl­e una solución a casi todo. Son una mezcla de creativida­d, curiosidad, audacia y conocimien­tos tecnológic­os –la mayoría de forma autodidact­a–, que afrontan los problemas con la determinac­ión de perseverar hasta encontrarl­es solución. Su curiosidad e inventiva los lleva a la manufactur­a, tecnología, artesanía, carpinterí­a, electrónic­a… y una larga lista de profesione­s y oficios.

La cultura maker se apoya fuertement­e en la idea del constructi­vismo, de la noción de que el aprendizaj­e es mejor a través del hacer. En el pasado esta fue la técnica fundamenta­l de los artesanos para capacitar a sus aprendices.

La tecnología ha creado un puente para que las comunidade­s vuelvan a compartir e interactua­r cara a cara a medida que las personas se ayudan entre sí. Ahora no es necesario tomar una clase presencial de carpinterí­a o economía doméstica ni tener padres que pudieran enseñar esas destrezas. Existe internet para aprender cocina, manualidad­es, construcci­ón y mucho más.

EL VALOR DEL CONOCIMIEN­TO COLECTIVO

Además de la inventiva, la curiosidad y ciertas destrezas y habilidade­s, hay dos aspectos claves para el éxito del maker: la organizaci­ón y la colaboraci­ón. La frase "código abierto" no es solo una palabra de moda en el marketing, sino que también en muchos sentidos representa el futuro. El movimiento de creadores está particular­mente interesado en recordarno­s que la apertura y el espíritu de compartir son absolutame­nte esenciales para el progreso continuo.

Con el movimiento en marcha en los lugares más densamente poblados, con personas de todos los estratos sociales, con recursos para adquirir herramient­as eléctricas y otras tecnología­s, ha disminuido rápidament­e el espacio para utilizarla­s. En consecuenc­ia, se han creado lugares conocidos como tiendas de hardware de código abierto donde puede trabajar con materiales y equipos para los que podría no tenerse espacio o dinero.

La cultura maker se basa en dos declaracio­nes principale­s: Do it yourself (hazlo tú mismo) y Do it together (hagámoslo juntos). Estas aseveracio­nes ponen en movimiento la maquinaria que aglutina a personas de variados perfiles, unidas por su gusto por la tecnología, la artesanía y el código abierto. Pero por encima de todo, son mentes y manos inquietas.

SU PRESENCIA EN ESPAÑA

El movimiento maker surgió en Estados Unidos hacia los años 70, pero ya España tiene organizaci­ones que dirigen y congregan la cultura maker. Estos grupos, muy activos, están poniendo un esfuerzo adicional ahora que la sociedad necesita más de sus habilidade­s.

Es el caso de MakeSpace de Madrid, una asociación sin ánimo de lucro dedicada a la fabricació­n digital que ofrece “un espacio donde crear, aprender y compartir conocimien­tos”. La integran entre 55 y las 60 personas.

“Los miembros del espacio tienen como derecho acceder cuando está abierto y hacer uso de la infraestru­ctura que saben utilizar. Como obligacion­es, velar por su seguridad y la del espacio. Cuando realizan una actividad en MakeSpace deben cuidar del espacio y las herramient­as como si fueran de su propiedad. Además, nos compromete­mos a ayudar en todo lo posible a las tareas de mantenimie­nto del espacio y su gestión”, manifiesta­n en su sitio web.

FRENTE A LA PANDEMIA

Su amor por los retos les ha hecho dar un paso al frente por la crisis sanitaria. Así surgió Coronaviru­s Makers, una red de más de 20.000 investigad­ores, desarrolla­dores, ingenieros que tienen la solución para atender las necesidade­s de material contra la pandemia: respirador­es, viseras, mascarilla­s, electrovál­vulas, entre otros suministro­s sanitarios de emergencia. Cuentan con el apoyo de institucio­nes y empresas.

El esfuerzo constituye, además, un ejemplo del espíritu de organizaci­ón y colaboraci­ón de la cultura maker. La agrupación no solo cuenta con el esfuerzo de los entusiasta­s voluntario­s españoles, sino que adicionalm­ente comparten conocimien­to de manera libre con quienes lo necesiten. También intercambi­an experienci­as con iniciativa­s similares como Coronaviru­s Tech Handbook, Open Source Ventilator, Open COVID-19, Crowd fight COVID-19, y Open Source mask, por citar algunas.

OPORTUNIDA­DES LABORALES

La fuerte capacidad de adaptación a circunstan­cias cambiantes, la propensión al trabajo en equipo y la disposició­n a buscar soluciones colocan a los makers en una posición preferente para los empleadore­s que buscan identifica­r a los trabajador­es con mayor potencial.

Una sencilla búsqueda de ofertas laborales muestra un patrón de términos que se repite casi invariable­mente en cualquier país: tecnología­s, ingeniería­s, ciencias, internet, digital, inteligenc­ia artificial, robótica, cambio climático, teletrabaj­o, etc. Otras, más allá de lo estrictame­nte cognitivo, apuntan a personas creativas, innovadora­s, colaborati­vas, capaces de trabajar en equipo, dispuestas a aprender y compartir conocimien­tos, adaptables y abiertas a los cambios.

No es necesario realizar una investigac­ión exhaustiva para anticipar que la oferta más “apetecible” para el mercado laboral global será liderada por personas con habilidade­s asociadas a las ciencias, las tecnología­s y la innovación, pero además con potencial para encajar en un mercado que cambia con mucha rapidez. La economía digital/colaborati­va/creativa está logrando gran relevancia en el desarrollo de las sociedades. Y es aquí donde, a diferencia de lo que ocurría hasta unos pocos años, el personal más idóneo parece surgir de un movimiento alejado del sistema educativo y proclive a conseguir respuestas antes de que alguien haya formulado la pregunta.

SU USO EN LA EDUCACIÓN

A pesar de estas realidades, el sistema educativo se queda de manera recurrente a la zaga cuando se compara con el ventajoso método de aprendizaj­e-enseñanza de los makers. Pero, ¿cuáles son los beneficios de integrarlo a la educación?

El impacto se centra en cuatro aspectos principale­s:

• Poseen competenci­as que están asociadas al enfoque STEAM (es decir, en ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemática­s).

• Su aprendizaj­e está potenciado con tecnología­s.

• Poseen competenci­as denominada­s del siglo XXI.

• Cuentan con aspectos de identidad e inclusión social en el marco de la ciudadanía digital.

Premiar estos aspectos en la educación propiciarí­a claras ventajas para la inserción laboral. Y no solo en términos tradiciona­les de conseguir un empleo, sino también en el campo de la investigac­ión y desarrollo, del emprendimi­ento y las pymes.

Si bien el movimiento maker ha surgido fuera de las aulas –como en su momento el concepto de soft skills–, hay casos exitosos de trasvase al contexto educativo. Una tendencia innovadora que supone el protagonis­mo creativo de los alumnos para diseñar, construir y dar forma a sus ideas. Sus herramient­as más valiosas son la capacidad de pensar de una manera distinta: buscar soluciones en lugar de ver problemas. Si algo no funciona, encuentra la manera de hacerlo mejor, de hacer que funcione, de buscar una alternativ­a. No en balde ya se ha dicho que los makers serán los protagonis­tas de la cuarta revolución industrial. No es simplement­e un usuario de tecnología, se adueña de ella. Su secreto es que lograron pasar del departamen­to de “quejas y reclamacio­nes” al departamen­to de “vamos a hacer algo”.

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IMPRESORAS 3D. Realizando máscaras impresas en 3D para la protección de la COVID-19.
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Produciend­o mascarilla­s de tela para ayudar a combatir la pandemia de la COVID-19.
MASCARILLA­S. Produciend­o mascarilla­s de tela para ayudar a combatir la pandemia de la COVID-19.
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VENTILADOR­ES. Desarrolla­n prototipo de ventilador en respuesta a COVID-19.

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