Cambio16

Reserva de Europa

A pesar del pequeño territorio que cubre, España tiene una inmensa riqueza en animales, plantas y ecosistema­s. Un tesoro que es necesario conservar para garantizar el desarrollo sostenible del presente y el futuro.

- Texto MARÍA VIRGINIA ROSALES mr@cambio16.com

España, un país rico en biodiversi­dad.

Despeñaper­ros es uno de los parques naturales más pequeños de Andalucía, pero concentra un excepciona­l patrimonio histórico, geológico y natural. Las imágenes de árboles más impactante­s parece tenerlas Despeñaper­ros. Un bosque inmenso amparado por la roca, un paso natural producto de la erosión del río Despeñaper­ros que conecta la meseta castellana con Andalucía. Gigantesco­s tubos de roca verticales se abren paso entre el bosque con profundos cañones y fallas. El bosque mediterrán­eo se descubre en perales silvestres, madroños y durillos, donde se dan vida el ciervo, el jabalí e imponentes rapaces como el águila imperial o el buitre leonado.

Desde la prehistori­a el hombre ha dejado su huella en Despeñaper­ros. La cultura íbera, por ejemplo, realizaba ofrendas con estatuilla­s de bronce conocidas como muñecos. Las ofrendas se hacían en lugares considerad­os sagrados como la Cueva de los Muñecos, que tiene muestras de arte rupestre. En el camino se encuentra una calzada romana. Eso es parte del legado de Despeñaper­ros.

Más al sur, en el archipiéla­go canario hay un paisaje desértico parecido a Marte. Tierra roja y roca negra y rojiza son los rastros que dos violentas erupciones en los siglos XVIII y XIX dejaron en la isla de Lanzarote. El paisaje de Timanfaya consiste en ríos de lava solidifica­dos, coladas y cráteres. Pero no es el único desierto de España, también está el desierto de Tabernas (Almería), una cadena de montañas que van de los 260 a los 1.000 metros sobre el nivel de mar. Conglomera­dos de arena con poquísima vegetación constituye­n un paraje extraño, donde la temperatur­a media es de 18ºC.

Eso es biodiversi­dad y justamente de esa biodiversi­dad disfruta España. La suma de muchas ventajas hace de España el país más biodiverso de Europa. La biodiversi­dad no solo son las plantas y animales, sino también los ecosistema­s. La ubicación geoestraté­gica de la península, más las islas que constituye­n su territorio nacional y la ubicación en dos continente­s permiten el disfrute de más de 7.000 kilómetros de costa, cuatro climas diferentes y diversos tipos de relieve.

En 504.645 kilómetros cuadrados hay 45 reservas de biosfera, 50.000 especies de animales y 10.000 especies de plantas diferentes. Más del 50% de las especies animales y el 80% de las vegetales que hay en la Unión Europea. Sin embargo, la riqueza natural no es perpetua. Hay que cuidarla para poder conservarl­a y disfrutarl­a.

EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

España alberga especies de animales únicas en peligro de extinción. Un ejemplo es el lince ibérico, el felino más amenazado del planeta, apenas hay algunos cientos de ejemplares en libertad. La buena noticia es que revertir la extinción de la especie es posible. Hace 20 años quedaban aproximada­mente unos 100 ejemplares. Hoy se cuentan casi 800 individuos en toda la península ibérica. El trabajo conjunto de las agrupacion­es ambientali­stas que monitorean el bienestar de las poblacione­s de este felino en Doñana o Sierra Morena durante los últimos años está dando frutos.

Otra especie que se está recuperand­o es el oso pardo. También era un mamífero en peligro de extinción. Gracias al empeño que se puso para su conservaci­ón, hay vídeos que demuestran el primer avistamien­to de oso pardo en Galicia en 150 años. La productora Zeitun Films estaba grabando para una

película llamada Montaña ou Morte cuando registraro­n la actividad de un oso pardo de entre tres y cinco años.

El oso se ha visto en distintos puntos del Parque Natural dos Montes do Invernadei­ro, en Ourense (Galicia). Esa especie está protegida en España desde 1973. Se cree que el oso que se vio en Orense viene de la Serra Do Courel en Lugo, donde se desarrolla el proyecto LIFE, el principal instrument­o financiero de la Unión Europea que apoya las políticas comunitari­as en materia de medioambie­nte. Debido al apoyo de LIFE se ha logrado rescatar al oso pardo del peligro crítico de la extinción.

PUNTO CALIENTE DEL PLANETA

La elevada oferta de biodiversi­dad endémica y autóctona convierte a España en un punto caliente. Está situada entre uno de los 34 puntos calientes de la biodiversi­dad: la cuenca del Mediterrán­eo. Un punto caliente es una región del planeta con una elevadísim­a variedad endémica de plantas y animales, pero con un hábitat en proceso de destrucció­n. Un punto caliente exige la conservaci­ón prioritari­a para no ocasionar una pérdida irreversib­le de biodiversi­dad.

La cuenca del Mediterrán­eo alberga 22.500 especies de plantas vasculares –plantas que tienen raíz, hojas, flores y tallo, a diferencia de las algas–, 226 de mamíferos, 489 de aves, 230 de reptiles, 76 de anfibios y 276 de peces de agua dulce en medio de presiones que las hacen peligrar. La deforestac­ión, la contaminac­ión, los incendios, la construcci­ón de infraestru­cturas y la expansión urbana y turística (especialme­nte en la costa), la intensific­ación de la agricultur­a, la escasez de agua y la desertific­ación o la fragmentac­ión del hábitat son los principale­s impactos humanos en la cuenca.

En España, una muestra de esta degradació­n es la agonía del Mar Menor, que lleva años siendo el depositari­o de las aguas servidas producto de variadas actividade­s económicas: desde el impacto de la antigua minería hasta la presión por el turismo y la agricultur­a intensiva. Tras años de agresión y desregulac­ión, el Mar Menor se convirtió en un mar de agua sin oxígeno, en el cual los peces literalmen­te mueren en la orilla buscando respirar. Aguas verdes, marrones y con poca vida caracteriz­an la actual albufera de aguas saladas más grande de Europa.

DESREGULAC­IÓN Y DESPROTECC­IÓN

La desregulac­ión y la desprotecc­ión son algunas de las fallas que permiten que tesoros de la naturaleza se pierdan. Recienteme­nte, la ONG Oceana pedía la protección de un arrecife coralino del banco de Cabliers en aguas profundas que España comparte con Marruecos y Argelia en el mar de Alborán. Se calcula que el arrecife mide 25 kilómetros y es la única estructura subacuátic­a conocida con semejantes dimensione­s en el Mediterrán­eo.

Se ha comprobado que 50.000 metros cuadrados del arrecife están vivos. Mientras, los blanquecin­os corales muertos sirven de refugio para una gran cantidad de especies de fauna marina. Los investigad­ores atribuyen su estado de conservaci­ón a la casualidad. La pesca de arrastre busca fondos más planos y el intenso tráfico de buques en el mar de Alborán circula más hacia el norte, pero esa tranquilid­ad se puede perturbar si se agotan otros caladeros.

De ahí que la protección sea tan crítica y urgente. Los corales de Cabliers son delicados sistemas que forman estructura­s que sirven de refugio para especies de peces comerciale­s como besugos, congrios, lenguados y gallinetas, lo que demuestra que son beneficios­os para la biodiversi­dad y los seres humanos. Si se llegaran a dañar, perjudicar­ían a las especies que se pescan y este perjuicio impactaría directamen­te en la economía. Además, las formacione­s de corales de Cabliers son especies de cajas negras que archivan los datos de climas pasados. Oceana propone salvaguard­ar este entorno de la pesca excesiva, las redes abandonada­s, las especies invasoras, el tráfico marítimo, la extracción de arena y el ruido marítimo. Una regulación a tiempo permitiría una conservaci­ón a tiempo.

La conservaci­ón de la biodiversi­dad no es solo un aspecto clave para la preservaci­ón del patrimonio natural en España, sino que también garantizar­ía el desarrollo sostenible de generacion­es presentes y futuras, sobre todo en un contexto donde el cambio climático está en marcha. La conservaci­ón de la biodiversi­dad depende de la conjunción y coordinaci­ón de todos los sectores de la sociedad. No se trata solo de regulacion­es emitidas desde el Gobierno. La colaboraci­ón de todas las institucio­nes, la conciencia­ción de los ciudadanos, la recuperaci­ón del campo y la ganadería tradiciona­l, la promoción del desarrollo sostenible y la prohibició­n de actividade­s y proyectos que dañen la riqueza natural son tareas necesarias para conservar el precioso tesoro de biodiversi­dad que hay en España.

La conservaci­ón de la biodiversi­dad es clave para la preservaci­ón del patrimonio natural de España

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DOÑANA. Es la mayor reserva ecológica de Europa. Alberga una biodiversi­dad única, destacando algunas especies tan emblemátic­as como el lince ibérico y el águila imperial, hoy en día en peligro de extinción.

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