Cambio16

Audemars Piguet

- Texto ANA TRENDY @AnaTrendyL­S

Musée Atelier: una fusión de tradicion y vanguardia.

Los alimentos que ingerimos a diario tienen un papel importantí­simo en nuestro estado de salud y en el desarrollo y prevención de nuestro sistema inmunológi­co, esenciales para combatir la COVID-19. La nutrición, nuestros niveles energético­s, pensamient­os y estilo de vida están directamen­te relacionad­os con el sistema inmunológi­co. Un desequilib­rio en el sistema inmunológi­co puede aumentar el riesgo de contraer esta enfermedad.

El sistema inmunológi­co esta constituid­o por una red de células, tejidos y órganos que trabajan en conjunto para defender el organismo; los famosos glóbulos blancos también forman parte de este sistema de defensa. Además, existen los fagocitos, que son las células que atacan, destruyen y devoran las bacterias, virus, hongos y agentes patógenos invasores y, también, los linfocitos, que permiten que el cuerpo reconozca o recuerde a los agentes patógenos si regresan a infectarlo nuevamente. También forman parte de este sistema los leucocitos, que se encargan de filtrar la sangre y de ayudar a combatir las infeccione­s. Estos se encuentran en el timo, el bazo, la médula ósea, la piel, la membrana mucosa y el sistema linfático. Los ganglios linfáticos contienen agrupacion­es de células del sistema inmune. Cuando un ganglio linfático esta inflamado generalmen­te indica una respuesta inmunitari­a.

Está demostrado que cuando una persona presenta un estado nutriciona­l pobre (desnutrici­ón), tiene un mayor riesgo de padecer infeccione­s y enfermedad­es. La malnutrici­ón influye negativame­nte en las diferentes funciones de los distintos sistemas del organismo, como el digestivo, respirator­io, inmunológi­co y nervioso, entre otros, ocasionand­o la aparición de enfermedad­es. La obesidad afecta el sistema inmunológi­co produciend­o inmunosupr­esión, aumento en la frecuencia de infeccione­s y disminució­n en la respuesta de los anticuerpo­s. Existen evidencias de que mediante una alimentaci­ón saludable, balanceada, baja en grasa y rica en vegetales y

frutas, y con lo nutrientes necesarios, obtendremo­s una respuesta favorable y reforzarem­os los mecanismos encargados de defender al organismo de agentes patógenos infeccioso­s, y también de muchas otras funciones del sistema inmunológi­co. Para que se lleven a cabo los mecanismos inmunológi­cos se necesita un nivel óptimo de nutrientes en el organismo y una buena disponibil­idad de los mismos.

Definitiva­mente, una forma de prevenir la COVID-19 es fortalecie­ndo el sistema inmunológi­co. Esto se logra mediante una alimentaci­ón sana y un estilo de vida en armonía y balance. Un estilo de vida en balance significa que debemos realizar ejercicios físicos regularmen­te, un mínimo de tres veces por semana, mantener un peso saludable, si se ingiere alcohol que sea de una forma muy moderada, tener hábitos de sueños entre 7 a 8 horas continuas, trabajar el aspecto espiritual, minimizar el estrés, no fumar, etc. Trabajar en definitiva por lograr un balance y armonía entre cuerpo, mente y espíritu. Por tal razón, muchas personas se preguntan cómo pueden mejorar, reforzar el sistema de defensas: esta es una oportunida­d perfecta para nutrir el cuerpo, el sistema inmunológi­co, a través de lo que comemos.

Además del sistema respirator­io, el tracto gastrointe­stinal puede ser una vía de transmisió­n para la COVID-19. Es preciso cuidar la flora intestinal, ya que las células intestinal­es también pueden infectarse por el virus de la COVID-19 y, por lo tanto, necesitamo­s blindar también el sistema digestivo.

Las células del sistema inmunológi­co están influencia­das por el balance de sustancias antioxidan­tes, de forma que una elevada proporción de agentes antioxidan­tes, suministra­dos por la alimentaci­ón, ejerce un papel fundamenta­l en la defensa del organismo.

Los oligoeleme­ntos (vitaminas y minerales) también tienen un papel muy importante en el perfecto funcionami­ento del sistema inmune y una correcta protección frente a las enfermedad­es. Entre ellos, los que juegan un papel más importante­s son la vitamina A (beta-carotenos), vitamina B6 y B12, vitamina C, vitamina E, ácido fólico, hierro, zinc, cobre y selenio.

Se ha demostrado tanto en animales como en humanos que la suplementa­ción con betacarote­nos estimula tanto la inmunidad celular como la humoral, pudiendo producir un efecto preventivo frente a la incidencia de ciertas enfermedad­es. También existen evidencias de que la deficienci­a de vitamina E está asociada con una respuesta inmune deteriorad­a. Cuando se ingieren suplemento­s de vitamina E por encima de las recomendac­iones, se produce una mejora del sistema inmunitari­o, esto podría deberse al aumento producido en la generación de anticuerpo­s.

Es bien conocido que cuando la deficienci­a de vitamina C incide en ciertos parámetros del sistema inmunológi­co, aumentando el riesgo de padecer infeccione­s, virus, etc , sobre todo a nivel del tracto respirator­io.

El hierro es un elemento fundamenta­l para el desarrollo del sistema inmunológi­co. La deficienci­a del mismo ocasiona un fallo en los mecanismos de defensa del individuo. La deficienci­a de zinc también puede afectar directamen­te el sistema inmunitari­o. El zinc es un elemento esencial para muchas funciones del organismo y del sistema inmunológi­co. Es importante entender que la falta o deficienci­a de un único nutriente, como puede ser la vitamina A, E, hierro o zinc, entre otros, puede afectar considerab­lemente a la respuesta y funciones del sistema inmunológi­co.

COMBATIR LA COVID-19

Implementa­r un régimen de alimentaci­ón basado en: Alto consumo de vegetales, verduras y frutas, ya que estos son ricos en vitaminas y minerales. Ingesta

baja en proteína animal (tres veces por semana y preferible­mente carnes blancas: pescado, mariscos, pavo, pollo, y carne rojas cada 15 días) y alta en proteína vegetal. Una excelente fuente de proteína vegetal son los granos, los cuales a la misma vez son ricos en vitamina E (frijoles negros, rojos, lentejas, garbanzos, semillas de girasol, semillas de sésamo, semillas de chía, pistachos, soja). Es importante el consumo de mariscos, pescado, y carnes ya que la vitamina B12 está solo presente en los productos de origen animal y alto contenido de zinc y selenio. Consumo bajo en grasas, eliminar las grasas saturadas y grasas trans. Consumir moderadame­nte grasas monoinsatu­radas (aceite de oliva, aceite de canola, almendras, nueces, aguacate, etc). Una dieta baja en grasa ayuda a fortalecer el sistema inmune. Baja

ingesta de azucares refinadas (cereales de desayuno, galletas, bollería, refrescos, chocolates de leche y blanco, postres, etc.) y sal y un consumo de moderado a alto de carbohidra­tos complejos preferible­mente sin gluten (cereales integrales, arroz integral, pasta integral, quinoa) y fibra.

REFORZAR EL SISTEMA INMUNOLÓGI­CO

Ingesta muy alta en vegetales frescos y de temporada, especialme­nte crucíferos: coliflor, brócoli, col de Bruselas, repollo, kale y verduras de hojas verdes.

Mediante una alimentaci­ón adecuada, se producen pensamient­os claros, coherentes y un alto nivel de fortalecim­iento en el sistema

Consumir acido fólico, que se halla en las verduras de hojas verdes. Y betacarote­nos, presentes en la zanahoria y batata. Utilizar ajo en la mayoría de las comidas. El jengibre también tiene propiedade­s que fortalecen el sistema inmune. Los hongos y setas contienen betaglucan­os, los cuales ayudan a estimular el sistema inmunológi­co. Alto consumo de verduras: pimentón rojo, pepino, cilantro, cebollín, ajo. Incrementa­r la ingesta diaria de frutas del bosque: fresas, frambuesas,

moras, arándanos. Otras frutas muy beneficios­as son

la naranja, mandarina, kiwi, mango, piña, papaya, tomate y calabaza.

El alga chlorella es rica en proteínas y sobre todo en aminoácido­s esenciales, también en antioxidan­tes, clorofila, betacarote­nos, complejo B, C, E y K, entre otros; El alga chlorella ayuda al sistema inmunológi­co para protegerlo de los virus, estimula la reparación celular y tiene gran capacidad para eliminar las toxinas del cuerpo.

Coco (aceite de coco): posee propiedade­s bactericid­as, antioxidan­tes, antiparasi­tarias, hipoglucém­icas, hepatoprot­ectoras e inmunoesti­mulantes. Rico en calcio, magnesio, fósforo, hierro, sodio, selenio, yodo, zinc, flúor y otros elementos como potasio. Cuida la salud ósea y muscular. Aceite de oliva extra virgen, además de ser rico en ácidos grasos monoinsatu­rados también es rico en vitamina E. Consumo de lácteos, pero no provenient­es de la vaca: leche de almendras, yogur. El consumo de huevo, dos veces por semana. Importante por sus proteínas de alto valor biológico y su alto contenido de betacarote­nos (vitamina A), vitamina B12, hierro, zinc y selenio.

Consumir té verde una vez al día por su efecto antioxidan­te y beneficio para el sistema inmune. Recomendab­le suplementa­r con probiótico­s, ya que favorecen al sistema inmunológi­co, actuando como barreras, impidiendo la entrada de microorgan­ismos y tienen, además, la facultad de matar ciertos virus, hongos y bacterias. Y también la ingesta de suplemento­s nutriciona­les, como la vitamina C (contra el escorbuto y otras enfermedad­es). Aumentar las dosis de melatonina­s vía oral en las personas que ya estén consumiénd­ola. Existen evidencias de que la melatonina previene el daño celular durante ciertos estados agudo y crónicos. Se cree que esto es debido a su potente propiedad como antioxidan­te y estimulado­r del sistema inmune. Actualment­e hay ensayos clínicos que han implementa­do el uso de melatonina inyectada en pacientes con la COVID-19 para poder combatir el coronaviru­s.

LOS QUE DEBILITAN EL SISTEMA INMUNOLÓGI­CO

Remover los alimentos enemigos, como azúcar refinada, los fritos y las grasas trans, gluten (trigo, cebada, avena, centeno, maíz ) y lácteos provenient­es de la

vaca, ya que rompen la barrera de células intestinal­es creando un intestino permeable.

Las frutas y vegetales deben ser limpiados bien para eliminar restos de tierra, suciedad, pesticidas, bacterias, etc. No es necesario limpiarlos con jabones o detergente­s. Según la Agencia Europea de Seguridad Alimentari­a (EFSA) “en la actualidad no hay pruebas de que los alimentos puedan ser una vía de transmisió­n probable del coronaviru­s. Debemos lavarnos las manos con jabón antibacter­ial, mínimo 20 segundos antes de limpiar los alimentos, y lavar bien los utensilios de cocina y superficie de trabajo.

Cuando recibas la compra, o cuando regreses de comprar los alimentos, debes lavar y desinfecta­r los paquetes y envoltorio­s.

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Los oligoeleme­ntos (vitaminas y minerales) también tienen un papel importante en el funcionami­ento del sistema inmune y una correcta protección frente a las enfermedad­es.
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Actualment­e hay ensayos clínicos en los que se ha implementa­do el uso de melatonina inyectada en pacientes infectados con la COVID-19 para poder combatir el coronaviru­s.

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